Al nuevo comandante en jefe del Ejército, Javier Iturriaga, se le define como un uniformado de combate. Que prefiere el tema operativo por sobre la intelectualidad y lo sofisticado. Y que es esa línea la que busca sostener los cuatro años en que liderará las cuestionadas filas castrenses que se han visto impactadas en la última década por investigaciones de corrupción que han involucrado a sus máximas autoridades.
Iturriaga llegó en un momento complejo para la institución. Su antecesor, Ricardo Martínez, salió anticipadamente del cargo, pues fue citado a declarar como “inculpado” por la ministra en visita, Romy Rutherford, para enfrentar un interrogatorio por la causa del fraude en el Ejército. Aunque su comparecencia se dilató, el solo hecho de exponerse a esta diligencia aceleró su salida.
El actual número uno del Ejército, entonces, debió recibir el mando de un comandante en jefe subrogante, Rodrigo Ventura, en una deslavada ceremonia marcada por la situación judicial de su antecesor. Iturriaga compartió un brindis, ese 9 de marzo, con el entonces Presidente Sebastián Piñera, en privado, y no hubo agasajos mayores para los invitados a la actividad, que en años anteriores contaba con abundantes cocktails para los asistentes.
El alto oficial quiere marcar -a diferencia de sus cuestionados antecesores, donde cuatro han sido requeridos por la justicia y tres de ellos procesados por Fraude- señales de austeridad y transparencia. Es por eso, cuentan en el Ejército, que se explica su primera señal ante el gobierno y también sus tropas: Iturriaga desechó la facultad de trasladarse a vivir con su grupo familiar a la casa de los comandante en jefe, en el exclusivo sector de Lo Curro, en Vitacura. Quien fuera conocido por expresar ser un “hombre feliz” y “no estoy en guerra con nadie”, en pleno estallido social, prefirió mantenerse en su actual residencia, ubicada en Américo Vespucio con Presidente Riesgo, en un complejo residencial para uniformados.
Se trata de un departamento fiscal que está dentro de un condominio y que cuenta con todas las medidas de seguridad -a cargo de efectivos militares- que deben tener quienes ostentan este tipo de cargos. Iturriaga, de esta manera, marca un quiebre ante una “tradición” autoimpuesta desde el mando de Juan Emilio Cheyre, en 2002.
Fueron casi 20 años enque la casa de Lo Curro albergó a la máxima autoridad castrense. Está ubicada al interior del Complejo Militar. “La institución le dispone al Comandante en Jefe del Ejército, para servir de casa habitación durante su período de mando, algunas dependencias de la Casa Comando que forma parte del Complejo Militar ‘Lo Curro’. Como se explicara, este complejo militar posee un conjunto de construcciones e instalaciones militares a saber: dependencias para la administración y seguridad del complejo, infraestructura y áreas para enlaces terrestres y aéreos”, explicó el Ejército, en octubre de 2019, en un oficio enviado al tribunal militar ante una solicitud de la jueza Rutherfod.
La casa de Lo Curro, actualmente, está habitada por el excomadante en jefe del Ejército, Ricardo Martínez. El genera (R) permanecerá en esa residencia hasta el 31 de marzo, según ha explicado su abogado, Juan Carlos Manríquez.
Martínez fijó allí su residencia para declarar ante la ministra Rutherford, cosa que la jueza rechazó por tratarse de una residencia que tienen “un alto contingente militar en su interior”. La Corte Marcial, sin embargo, acogió el recurso presentado por el excomantente en jefe y le permitió declarar en ese lugar, pero sin la presencia de su abogado.
El general (R), no obstante, insistió ante la Corte Suprema para declarar con su abogado. En paralelo, el CDE también acudió al máximo tribunal, pero para que el exalto oficial no fuera interrogado en el Complejo Militar. “Dejar a la entera libertad y arbitrio de la defensa del Sr. Martínez el determinar en que domicilio se deberá llevar a cabo su declaración indagatoria implica, en la práctica, que la Sra. Ministra en Visita carecería de la posibilidad de determinar un lugar adecuado con las respectivas medidas de resguardo que un proceso complejo como el de marras requiere”, expuso el Consejo.
Ambos requerimientos se resolverán en conjunto el próximo lunes 28 de marzo en la Segunda Sala de la Corte Suprema. Una vez que el máximo tribunal analice las solicitudes de la defensa de Martínez y el CDE, la diligencia podría activarse y finalmente concretarse la dilatada declaración del exjefe del Ejército. (La Tercera)



