El núcleo de la Tierra se detuvo, y posiblemente esté girando en sentido contrario a la superficie del planeta. Eso es lo que plantea un estudio publicado recientemente en el portal Nature Geoscience, donde también se advierte de sus efectos: como que existan días más cortos en algunas fracciones de segundos o cierta influencia en el clima o nivel del mar.
Los autores del análisis son Yi Yang y Xiaodong Song, ambos investigadores del Instituto de Geofísica Teórica y Aplicada de la Universidad de Pekín, en China.
De hecho, ya en 1996, Song publicó un estudio donde analizó señales sísmicas que le permitieron concluir que el núcleo interno de la Tierra -una esfera de hierro casi puro ubicada a más de 5.000 kilómetros de profundidad- gira más rápido que la corteza, según consigna El País.
Ya en 2005, el científico confirmó sus observaciones y detalló que, «aproximadamente cada 900 años, el núcleo da una vuelta más que el resto del plantea».
Son aquellas faltas de sincronía lo que ha provocado en parte que, se frene la corteza, y a su vez, los días no duren exactamente 24 horas.
El mismo investigador, detalla el citado medio, ha analizado además otros 200 terremotos en las islas Sandwich del Sur, un archipiélago del Atlántico cercano al polo sur, entre 1960 y la actualidad.
Si bien los sismos ocurrieron en parejas y produjeron ondas idénticas, al ser captados en estaciones de Alaska (cerca del polo norte), «sus ondas llegaban ligeramente desacompasadas si al atravesar el núcleo, éste giraba más rápido que la corteza».
Al analizar estos terremotos con modelos informáticos, quedó en evidencia que desde 2009 el núcleo terrestre se frenó y gira un poco más lento que la corteza.
Según detalló el investigador a El País las implicaciones son insólitas. «Visto desde el espacio, el núcleo gira prácticamente al mismo paso que el resto del planeta. Pero desde el punto de vista de la superficie, donde están las estaciones sísmicas, el núcleo gira ahora en dirección contraria: hacia el oeste», sostuvo.
Ese «parón» del núcleo ya se había registrado a mediados de la década de 1970, lo que ha llevado a los científicos a concluir que existe un ciclo de «oscilación» de unas siete décadas de duración.
En tanto, los efectos no sólo apuntan a que los días resulten más cortos -del orden de una milésima de segundo-, sino que también se altera el campo gravitatorio interno de la Tierra, causando deformaciones en su superficie, «lo que a su vez puede influir en el nivel del mar». Estos cambios, dice, Song, «podrían también afectar a la temperatura global del planeta». (Emol)