Aquella capacidad de diferir gratificaciones inmediatas en pos de un beneficio futuro, parece haber sido, como se señala, una víctima de la inmediatez que hoy nos domina. Cancelamos un Uber si excede los cinco minutos y exigimos respuestas instantáneas a cada una de nuestras inquietudes.
Sin embargo, este ritmo frenético choca frontalmente con la cadencia del Estado analógico, cuya maquinaria, por naturaleza, opera con una lentitud que no dialoga con las urgencias ciudadanas. Esta desconexión genera una brecha que erosiona la credibilidad de nuestras instituciones y amenaza la supervivencia misma de la democracia.
Es imperativo que, sin renunciar a la visión de un proyecto de país ambicioso y a largo plazo, un Chile al 2050, por ejemplo, nuestra democracia sea capaz de responder con eficacia a las demandas inmediatas de la ciudadanía.
La legitimidad del sistema se juega en su capacidad de ofrecer soluciones concretas y oportunas a los problemas cotidianos. Solo una democracia eficaz, que logre acortar esta distancia entre la expectativa de inmediatez y la realidad de la gestión pública, podrá recuperar la confianza y asegurar su futuro en este nuevo paradigma ciudadano y digital. (El Mercurio Cartas)
Guido Girardi
Vicepresidente ejecutivo Fundación Encuentros del Futuro, expresidente del Senado de Chile



