Nada que celebrar. Pero hay esperanza-Jaime Bellolio

Nada que celebrar. Pero hay esperanza-Jaime Bellolio

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(Por fin) terminaron las primarias del oficialismo, una coalición sin nombre, sin ruta y sin cohesión. Y aunque los chilenos han dicho en todos los tonos que buscan recuperar la estabilidad, ese camino se vuelve a oscurecer. Con excepción del Partido Comunista, nadie tiene nada que celebrar

Nada tiene que celebrar el gobierno. Esta fue la primaria de la izquierda con menos asistencia en el siglo XXI, todos los candidatos evadieron la figura del Presidente -incluyendo al del Frente Amplio- y el proceso culmina con la nominación de una candidata que no es de continuidad y más bien representa la versión crítica por la izquierda. Celebran en Caracas y La Habana, no en La Moneda.

Tampoco puede sacar cuentas alegres la socialdemocracia. Su candidata fue doblada en votos. Continúa la travesía por el desierto que iniciaron durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet, cuando renegaron de lo construido y se plegaron sin crítica alguna al proyecto de los sectores más ultra. Seguramente veremos en las próximas semanas a la ex presidenta Bachelet apoyando a Jara, tal como lo hizo con el Apruebo. Esperamos que el desenlace sea el mismo.

Y finalmente, nada tienen para celebrar las derechas. Aunque este fin de semana tomaron palco, el triunfo de Jeannette Jara trae consigo el retorno del octubrismo. Cambian las formas, no el contenido. El discurso que se creía superado tras el fracaso constitucional hoy cobra inusitada fuerza, aún cuando disfrazado. Vuelve Lautaro Carmona a la primera línea.

Pero esta noche todavía queda esperanza. La inmensa mayoría -que no fueron a votar en esta primaria- quiere un cambio y ve con extrema distancia los caminos radicales. Las personas buscan a quien les permita acercarse a la idea de poder caminar tranquilos por las calles, mantener sus trabajos, saber que podrán tener atención de salud si fuera necesario y un Estado que funcione en favor de ellos en vez de ofrecerles trabas y abusos.

Para ello se requiere alguien que lidere con carácter, serenidad y experiencia: que sepa hacer y no sólo decir; que sea convocante y respetuosa de la democracia y sus instituciones.

Y si bien no hay nada que celebrar, la esperanza es porfiada y no morirá sin pelear, a esta historia todavía le quedan muchos capítulos. No es momento de preocuparse, sino de ocuparse para sacar a nuestro país de una lógica pendular que ya carga con dos tropiezos constitucionales a cuestas.

Esto último es importante, el antídoto a la incertidumbre que vivimos no es el discurso de la inmediatez o de la estrechez de miradas, sino que es la capacidad de imaginar el país donde existe un futuro compartido. Así como la izquierda extrema quiso demoler la “Casa Común” sin planos alternativos, la solución no pasa por la nostalgia del pasado que no volverá, sino que de enfrentar el futuro con la vista en alto y con un camino concreto por recorrer.

Hay que tomarse a Chile en serio para devolverle a los ciudadanos el futuro que el extremismo les arrebató. (El Líbero)

Jaime Bellolio