¿Murió la idea de una nueva constitución? No para la izquierda

¿Murió la idea de una nueva constitución? No para la izquierda

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A tres años del plebiscito que rechazó con contundencia la propuesta de nueva Constitución impulsada por la izquierda, muchos analistas han repetido hasta el cansancio que “la cuestión constitucional quedó enterrada”. Sin embargo, en un eventual triunfo de Jara y bajo presión y hegemonía del Partido Comunista, el tema podría revivir.

  • El plebiscito del 2022 marcó la culminación de un ciclo político dominado por la izquierda, iniciado con el estallido social de 2019, con las movilizaciones más violentas y destructivas de que se tenga memoria desde el retorno a la democracia, que estuvo a punto de interrumpir anticipadamente el mandato de Sebastián Piñera, y que culminó con la elección de Gabriel Boric como presidente de la República.
  • La Convención Constitucional dominada por la izquierda radical, donde la derecha eligió solo 37 de los 155 convencionales, elaboró un texto refundacional y antidemocrático, que la ciudadanía rechazó por un abrumador 62%. Para la izquierda fue un trauma:  su derrota política e ideológica más significativa desde el retorno a la democracia, que demolió la épica transformadora del gobierno de Gabriel Boric.
  • Justo cuando estaban a punto de tocar “las puertas del cielo”, es decir, lograr la anhelada derogación de la constitución de 1980, en medio de una racha ganadora que parecía imparable y que incluyó la conquista del Poder Ejecutivo con un candidato “amateur”, sus excesos y el sectarismo hizo que todo terminara mal.
  • Ahora pareciera que para la sociedad chilena el asunto quedó zanjado. Boric abrazó el reformismo y dejó de lado el discurso que hizo de la constitución la causa de todos los males y la madre de todas las batallas.
  • Sin embargo, gran parte de la izquierda nunca aceptó que el rechazo a la propuesta constitucional haya sido un repudio a sus ideas y sigue pensando, hasta el día de hoy que no se trató de un voto informado sobre los contenidos del texto, sino el producto de una “campaña de desinformación” y “fake news” financiada por empresarios y amplificada por medios de comunicación “controlados por la derecha”, que confundió y atemorizó a la població
  • La narrativa del engaño ha ido ganando terreno, lo que alimenta la idea de que la derrota fue accidental, circunstancial, reversible. Bajo esa lógica, un eventual triunfo de Jara en noviembre sería leído como una suerte de revancha histórica.

Al limite de la legalidad. Hoy la izquierda chilena esta desmoralizada y todo indica que el próximo gobierno debería ser de la oposición y en tal caso el tema constitucional desaparecería completamente de la agenda.

  • Incluso en plena campaña, se observan tensiones internas: la dirigencia comunista acusa a su propia candidata de haberse alejado de las banderas históricas. Esa presión interna augura que, si llegan al poder, el PC buscará reabrir la discusión constitucional como una forma de marcar identidad, disciplinar al oficialismo y darle sentido a su participación en el gobierno.
  • Tampoco  hay que olvidar que estamos hablando del partido que resolvió, contra viento y marea, llevar a Daniel Jadue como candidato a diputado, pese a que se está formalmente  acusado por el Ministerio Público  por delitos que suman 18 años de cárcel; y que  permanece   bajo arresto domiciliario total  por ser  considerado por la justicia como un peligro para la sociedad.
  • Más allá de lo que van mostrando las encuestas, como dice el refrán, en política se han visto muertos cargando adobes y, por lo mismo no podemos descartar completamente la hipótesis de que Jara resulte electa; de ser así, habría sido capaz de “arrancar una victoria de las fauces de la derrota”.
  • Además, el gobierno está haciendo todo lo posible por allanarle el camino, actuando el límite de la legalidad, como por ejemplo transformando de hecho el voto obligatorio en voluntario al eliminar las multas. Pues hay evidencias que indican que los votantes “obligados” tienden a favorecer a la oposición.

El fantasma que sigue presente. La izquierda pasaría de la desmoralización a la euforia; de la sensación de derrota a la convicción de haber recuperado el rumbo de la historia. Ese empoderamiento colectivo fortalecería a la dirigencia más dura. Cuando eso ocurre, bien poco importa lo que digan los programas o las promesas de campaña.

  • Un nuevo proceso constitucional le daría un nuevo impulso a una dirigencia que está a la defensiva y otorgaría un aire de inevitabilidad a la agenda transformadora. Ese cambio de ánimo podría traducirse en mayor disciplina interna, cohesión política y capacidad de presión sobre el sistema político, alterando el equilibrio de fuerzas dentro del propio gobierno.
  • Sería una reivindicación de la gestión de Boric, la primera vez desde el gobierno de Lagos que la coalición gobernante se repite el plato; con la agravante de que esta vez el PC sería el eje. Entonces, la tentación de revisitar el tema constitucional aumentaría exponencialmente porque verían en el resultado una reivindicación de sus ideas.
  • En definitiva, aunque muchos quieran creer que el rechazo cerró para siempre el capítulo constitucional, lo cierto es que el resultado de la próxima elección lo puede reabrir. El fantasma del 4 de septiembre sigue presente, y si la izquierda se alza con la presidencia, el tema podría volver a instalarse con un nuevo aire.
  • Porque en política nada muere del todo. Los procesos se transforman, se reciclan y reaparecen cuando las condiciones cambian. El Rechazo de 2022 fue, sin duda, un hito histórico que frenó el ímpetu refundacional de la izquierda, pero difícilmente puede considerarse su acta de defunción.
  • Si la izquierda vuelve a triunfar en noviembre, tendrá el incentivo, la épica y el relato necesarios para reinterpretar el pasado y volver a poner el tema constitucional sobre la mesa. Y aunque la ciudadanía siga escéptica, el solo hecho de que la posibilidad exista confirma que el capítulo constitucional de Chile no ha terminado. (Ex Ante)

Jorge Schaulsohn