Con profundo dolor y frustración, me entero de la decisión del Consejo de Monumentos Nacionales, institución con clara mayoría de representantes del Gobierno, de retirar temporalmente para su “reparación” la estatua del general Baquedano en la Plaza Italia.
Lo encuentro un acto de cobardía que culmina la ausencia de su protección policial por el actual Gobierno y su incapacidad e ineficiencia para controlar el orden público, y, así, evitar las reiteradas vejaciones a un símbolo patrio, que combatió por Chile, le otorgó honores y jamás fue derrotado.
Hoy, después de 100 años, el “jamás vencido” general saldrá de su emplazamiento, producto del triunfo de la violencia y desmanes sobre el Estado de Derecho.
¿Pasará lo mismo cuando los vándalos atenten contra las estatuas de O’Higgins, Carrera o la del general San Martín? ¿Estarán pensando ocultar dichas estatuas en los patios de la Escuela Militar o de algún regimiento? ¿Qué harán cuando la violencia afecte las estatuas que honran la memoria de los expresidentes de la República en el entorno de la Moneda?
¿Hasta cuándo? ¡Qué vergüenza! (El Mercurio Cartas)
Jaime Ravinet
