(Análisis del nuevo escenario internacional de Sergio Skobalski y Héctor Arrosio). A diferencia de la Guerra Fría del siglo XX, la actual confrontación entre Estados Unidos y China se caracteriza por su multi-dimensionalidad, ya que abarca no solo el ámbito militar, sino también el económico, tecnológico y cultural.
-¿Qué características presenta el actual escenario de “globalización con Guerra Fría”?
-Skobalski: “Globalización con Guerra Fría” es una hipótesis que entendemos como un cruce de dos variables. Por un lado, el mantenimiento de la dinámica de los flujos financieros y de comercio internacional. Y, por otro, escenarios de conflictos regionales que afectan al subsistema de grandes potencias y se proyectan al sistema internacional, con indicadores que reflejan niveles de intensidad de la Guerra Fría histórica, limitados por la disuasión nuclear y política. Esta segunda variable requiere un escenario de nuevo régimen nuclear, frente a la amenaza potencial de una anarquía y la proliferación descontrolada.
-¿Cuáles son las diferencias entre la actual confrontación entre EE. UU. y China y la anterior Guerra Fría entre EE. UU. y la Unión Soviética?
-Arrosio: La confrontación entre EE. UU. y la Unión Soviética transcurrió bajo un sistema bipolar rígido y jerárquico, en el cual la disuasión nuclear convencional gravitaba en el centro del sistema, lo que garantizaba cierto grado de estabilidad, con crisis controladas. La URSS era considerada como un rival unidimensional, limitado al plano militar, ya que carecía del poder económico y tecnológico para desafiar a Washington.
-S.: La rivalidad actual entre EE. UU. y China tiene múltiples dimensiones y se desarrolla en un sistema multipolar competitivo. Contiene, por un lado, un sistema bipolar flexible en formación. A su vez, es impactado por un proceso de transición en el poder mundial. Otras diferencias que se registran en el actual contexto, respecto de la histórica Guerra Fría, tienen que ver con inversiones cruzadas entre ambas potencias, mercados convergentes y flujos financieros. La confrontación entre Washington y Pekín coexiste con niveles de cooperación cada vez más restringidos y condicionados por la percepción de una “competencia estratégica extrema”, concepto elaborado por la administración de Biden.
De acuerdo al análisis de los autores del libro «Antagonismo dominante», la rivalidad actual entre EE. UU. y China tiene múltiples dimensiones y se desarrolla en un sistema multipolar competitivo. (Foto: archivo DEF)
-¿Cómo puede evolucionar el antagonismo entre EE. UU. y China en el plano militar? ¿Cómo influyen la continuidad de la globalización o la eventual fragmentación de los mercados, dos hipótesis que analizan en el libro?
-A.: En 2019, los estrategas chinos consideraban que la confrontación con EE. UU. debía darse en los ámbitos no militar y transmilitar, ya que el nivel militar directo era un espacio dominado por Washington. No obstante, en las últimas dos fases de la crisis del estrecho de Taiwán, entre 2022 y 2023, el Ejército Popular de Liberación de China implementó un “cerco” aeronaval sobre Taiwán, un escenario que hubiera sido impensable anteriormente. El vector de la carrera armamentista y el despliegue de dispositivos en los marcos regionales de los grandes diferendos jurisdiccionales de Pekín en las islas Diao-Yeu/Senkaku –en disputa con Japón– y en Taiwán y el mar del sur de China tiende hacia un equilibrio de amenazas, con el despliegue de EE. UU. y sus “alianzas oceánicas” en el Indo-Pacífico.
-S.: Ese equilibrio de amenazas puede, condicionalmente, ser compatible con un escenario de continuidad de la globalización. Como antecedentes históricos, podemos mencionar los escenarios bismarckianos de acomodamiento en el subsistema de grandes potencias en competencia armada, coexistiendo con un mercado mundial autorregulado. Fue el escenario previo a las crisis en cadena que derivaron en la Primera Guerra Mundial. En otra trayectoria del sistema internacional, si planteamos un escenario de fragmentación de mercados y bloques económicos cerrados en competencia entre ellos, según la experiencia histórica, sería el umbral de conflicto sistemático. Eso podría reservarse en distintos escenarios; el peor de ellos sería una guerra sistémica masiva.
En 2019, los estrategas chinos consideraban que la confrontación con EE. UU. debía darse en los ámbitos no militar y transmilitar. (Foto: archivo DEF)
-¿Cómo incide, en el actual escenario de “multipolaridad competitiva”, la “asociación estratégica global” y “sin límites” entre China y Rusia?
-S.: Los analistas estadounidenses de la Oficina de Servicios Estratégicos y del Departamento de Estado estudiaron en profundidad la escuela organicista alemana en plena Segunda Guerra Mundial y aplicaron sus enseñanzas en la temprana Guerra Fría. Ellos consideraban que la geopolítica era una forma de laboratorio de guerra. Desde ese lugar, tras la cumbre que celebraron Stalin y Mao en 1949, interpretaron la invasión norcoreana de 1950 como el primer movimiento de una estrategia euroasiática combinada entre la Unión Soviética y la China comunista. Sin embargo, esa combinación nunca tuvo la solidez pensada y percibida en esa circunstancia histórica.
-A.: La actual combinación, que comenzó con la complementación energética entre Moscú y Pekín, y continuó con la consolidación de la Organización para la Cooperación de Shanghái (OCS), manifiesta la real solidez euroasiática. Su masa crítica obliga a repensar el escenario de “multipolaridad competitiva”, ya que tiende a reemplazarlo por un emergente sistema bipolar. La “alianza sin límites”, al igual que el “antagonismo dominante” entre EE. UU. y China, implican poderosos conceptos organizadores. Funcionan como categorías complementarias, una cooperativa y la otra de confrontación, que tienden a organizar los grandes subsistemas de coaliciones.
“Ese equilibrio de amenazas puede, condicionalmente, ser compatible con un escenario de continuidad de la globalización”, indicó Skobalski. (Foto: archivo DEF)
-¿De qué depende que el actual escenario de “guerra global segmentada” derive en una “guerra sistémica masiva”?
-S.: El concepto de “guerra global segmentada” apunta a identificar una estructura subyacente para hacer inteligible el actual conjunto de conflictos armados y su potencial desborde, lo que derivaría en la difusión de la inseguridad a escala sistémica. Formulamos nuestra concepción de “guerra global segmentada” sobre la base empírica de esos conflictos, sus actores, los indicadores de intensidad y niveles de violencia. Su contención parecería depender de una “fuerza invisible contractora” de la estructura de esos mismos conflictos, que sería inherente a la conducta estratégica de las grandes potencias.
-A.: Nosotros fundamentamos el riesgo de una guerra sistémica masiva en el conjunto de teorías que explican la formación del sistema de grandes potencias y el ciclo largo de la política mundial. En ese contexto, George Modelski y William Thompson registran cinco “guerras globales” desde 1494, producidas con una regularidad aproximada de 100 años, el último de los cuales fue el ciclo histórico de las dos Guerras Mundiales del siglo XX (1914-1945). Desde nuestra visión, el concepto de “guerra global segmentada” permite fundamentar la hipótesis de una transición hacia un conflicto global, que puede resolverse en distintos escenarios: “diplomacia armada”, guerras limitadas de intensidad variable, o bien una nueva guerra sistémica masiva.
A partir de un abordaje original en el campo de los estudios geoestratégicos, Sergio Skobalski y Héctor Arrosio caracterizan el actual antagonismo entre EE. UU. y China. (Foto: archivo DEF)
-¿Cómo evalúan la hipótesis del historiador Huang Renwei sobre un “estancamiento estratégico” en la confrontación entre Washington y Pekín, que podría prolongarse durante las próximas tres décadas?
-S.: La hipótesis de Renwei plantea, desde la perspectiva de Pekín, la prolongación del estado de “confrontación sin guerra” entre China y EE. UU. en función de los tiempos estratégicos prospectados hacia el escenario 2049, cuando se cumplirán 100 años de la llegada al poder del Partido Comunista de China. También tiene el límite impuesto por el régimen chino para la definitiva reincorporación de Taiwán bajo su soberanía.
-A.: En 2001, la economía china equivalía al 10 % de la estadounidense, mientras que, en 2022, ya representaba el 70 %. Según la interpretación de Renwei, ya se habría quebrado el parámetro de tolerancia del 60 % en la correlación de poder económico entre EE. UU. y sus rivales estratégicos durante el siglo XX. La expectativa del estancamiento estratégico en los próximos 30 años responde, por lo tanto, a un escenario deseado por el autor, quien proyecta la probabilidad de que Pekín iguale e incluso supere el poder económico de Washington, y que eso se refleje en el plano tecnológico y militar.
-S.: Esta expectativa de un estancamiento estratégico es la que prevé la Estrategia de Defensa Nacional de EE. UU., documento publicado en 2005 en el que se exponen las cuatro categorías de amenazas a la seguridad y la defensa nacional: las amenazas irregulares, las tradicionales, las catastróficas y las disruptivas. De acuerdo con su definición, las amenazas tradicionales son aquellas provenientes de actores estatales con poder militar y capacidad para desafiar a EE. UU. En cambio, las disruptivas serían las provenientes de actores con capacidad para superar los estándares de desarrollo tecnológico de los EE. UU. China podría encarnar potencialmente ambas categorías y convertirse tanto en una amenaza tradicional como disruptiva.
Mariano Roca
“THE RIVALRY BETWEEN THE US AND CHINA TAKES PLACE IN A COMPETITIVE MULTIPOLAR ENVIRONMENT.” SERGIO SKOBALSKI AND HECTOR ARROSIO
Skobalski and Arrosio: “Globalization with the Cold War” is a hypothesis that we understand as a crossing of two variables. On the one hand, the maintenance of the dynamics of financial flows and international trade. And, on the other hand, regional conflict scenarios that affect the subsystem of great powers and are projected to the international system, with indicators that reflect levels of intensity of the historical Cold War, limited by nuclear and political deterrence. This second variable requires a scenario of a new nuclear regime, faced with the potential threat of anarchy and uncontrolled proliferation”.
- TAIWAN
¿TRUMP APOYARÍA A TAIWÁN?
Los líderes mundiales se están preparando para una segunda presidencia de Donald Trump. Algunos líderes saben más o menos cuál es su posición: el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskiy, sabe que un difícil proceso de negociación está a punto de verse impuesto en su país, y los líderes de los países de la OTAN serían muy conscientes de que se mostrarían complacientes con el apoyo militar de Estados Unidos con Trump en el poder.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, probablemente se sentiría aliviado cuando finalmente se liberen las limitaciones que le impuso la administración del presidente estadounidense Joe Biden.
Sin embargo, para el presidente William Lai el cálculo no es sencillo. Trump se ha rodeado de personas que tienen puntos de vista contradictorios sobre el papel de Estados Unidos en la defensa de Taiwán contra una posible invasión china.
Para los optimistas de que “Estados Unidos defenderá a Taiwán”, se podría señalar el primer mandato de Trump, cuando en diciembre de 2016 aceptó una llamada telefónica de felicitación de la entonces presidenta Tsai Ing-wen tras su victoria electoral.
Era la primera vez desde que Estados Unidos cambió el reconocimiento diplomático de la República de China a la República Popular China que un presidente electo hablaba públicamente con un presidente de Taiwán.
Su administración aprobó numerosas ventas de armas a Taiwán, incluido un paquete de 1.400 millones de dólares en 2017, la venta de 30 helicópteros Apache por 1.940 millones de dólares en 2018 y una venta de 2.370 millones de dólares aprobada en octubre de 2020 que incluía 100 sistemas de defensa costera Harpoon fabricados por Boeing. .
Trump promulgó la Ley de Viajes de Taiwán en 2018 y la Ley de Iniciativa de Mejora y Protección Internacional de los Aliados de Taiwán en 2020; la primera permite que se lleve a cabo un compromiso diplomático de alto nivel entre los dos países, la segunda tiene como objetivo aumentar el alcance de las relaciones entre Estados Unidos y Estados Unidos. Relaciones con Taiwán.
Oliver Ward, International Doctoral Program in Asia-Pacific Studies at National Chengchi University.
Fuente: https://www.taipeitimes.com/News/editorials/archives/2024/11/15/2003826920
WOULD TRUMP SUPPORT TAIWAN?
World leaders are preparing themselves for a second Donald Trump presidency. Some leaders know more or less where he stands: Ukrainian President Volodymyr Zelenskiy knows that a difficult negotiation process is about to be forced on his country, and the leaders of NATO countries would be well aware of being complacent about US military support with Trump in power.
Israeli Prime Minister Benjamin Netanyahu would likely be feeling relief as the constraints placed on him by the US President Joe Biden administration would finally be released.
However, for President William Lai the calculation is not simple. Trump has surrounded himself with people that have contradictory views on the US role in Taiwan’s defense against a potential Chinese invasion.
For the “US will defend Taiwan” optimists, one could point to Trump’s first term when in December 2016 he accepted a congratulatory phone call from then-president Tsai Ing-wen following his election victory.
It was the first time since the US switched diplomatic recognition from the Republic of China to the People’s Republic of China that a president-elect had publicly spoken to a president of Taiwan.
His administration approved numerous arms sales to Taiwan, including a US$1.4 billion package in 2017, the sale of 30 Apache helicopters for US$1.94 billion in 2018 and a US$2.37 billion sale approved in October 2020 which included 100 Boeing-made Harpoon Coastal Defense Systems.
Trump signed into law the Taiwan Travel Act in 2018, and the Taiwan Allies International Protection and Enhancement Initiative Act in 2020, the former allowing high-level diplomatic engagement to take place between the two countries, the latter aiming to increase the scope of US-Taiwan relations.
Regarding his statements on Taiwan, in an interview this year with the Wall Street Journal, when asked whether he would use force in the case of a Chinese blockade of Taiwan, in classic Trump style he said that he would not have to because Chinese President Xi Jinping “respects me and he knows I’m fucking crazy.” He also stated that if China did attempt a move on Taiwan, he would “tax [them] at 150 percent to 200 percent.”
Now we must look at the pessimistic side. Biden somewhat shifted the dial on the US policy of “strategic ambiguity” by explicitly stating five times that he would defend the nation. Trump has yet to say it once in comparison, although this is in line with former presidents.
Other worrying signs include when Trump shortly before the election in an interview on the Joe Rogan Experience podcast said: “You know, Taiwan, they stole our chip business … and they want protection.”
This was not the first time Trump has made such accusations, having made similar statements to Bloomberg Businessweek in July, and Fox News in July last year.
It could be that this is just tough talk to strengthen Trump’s leverage to secure good deals from Taiwan regarding the onshoring of semiconductor fabrication to the US, and scare Taiwan into increasing defense spending.
It might also be Trump leaning into the strategic ambiguity policy, but it would certainly sow doubt in the minds of Taiwanese, and confidence in the Chinese leadership.
It should be assumed that for at least the next four years, the US-Taiwan relationship would be deeply transactional.
Yet it is vital to look at those who would be around Trump and have his ear on foreign policy. Therefore, it is natural to look at US vice president-elect, J.D. Vance.
Vance has put strong emphasis on the necessity of the US to defend Taiwan, and prioritize it over Ukraine, stating that many of the weapons that should have gone to Taiwan have instead gone to Ukraine, and US manufacturing is not currently in a position to make up for that deficit.
At first, this might appear excellent for Taiwan, with the incoming vice president showing strong support. However, the main reason Vance gives for this prioritization is almost entirely because of US dependence on Taiwan due to its semiconductors. This indicates a short-term view, with the implicit wish that if or when the US loses its dependency on Taiwan for semiconductors, support could be withdrawn.
From Vance, there is no focus on shared democratic or liberal values or the moral imperative of defending the liberties of 23 million people.
In an interview with Fox News in April last year, incoming US secretary of state Marco Rubio’s stance on Taiwan appeared to match Vance’s, but with an additional aspect.
“If they were to take Taiwan, it’s not just about the small little island off the coast of China … That gives them effective control over all of … East Asia, seventy percent of global commerce. I mean they could literally just shut us down. They can just cramp down and close down our economy, like COVID times fifty. It would be a strategic … a major moment in world history, and not a good one for America,” he said.
He also said the US needs to be focused on building alliances in East Asia, taking a stance that closely resembles the alliance-building policy of the Biden administration.
The pick of Senator Mike Waltz for US national security adviser is seemingly a win for the optimists. Waltz is known for his pro-Taiwan stance, and in his book Hard Truths: Think and Lead Like a Green Beret, he called for the need to accelerate arms sales to Taiwan and a general US shift in focus toward the Indo-Pacific.
In May last year, he wrote on the platform then known as Twitter (called X today): “We must learn from Ukraine by addressing the threat of the CCP [Chinese Communist Party] and arming Taiwan NOW before it’s too late. That’s why I asked State and DoD officials for a timeline and specifics on how we plan to bolster Taiwan’s self-defense capabilities.”
This is certainly positive for Taiwan, but drilling down into the language, one could conclude that Waltz would rather see the US giving weapons to Taiwan to defend itself, rather than the US coming to Taiwan’s defense in the event of an attack. Similar to Trump, the US line on strategic ambiguity is toed, but this is simply in line with pre-Biden administrations.
Trump would likely bring the US to the defense of Taiwan, but it is contingent on Taiwan’s continued role as a fundamental link in global semiconductor manufacturing, and potentially contingent on whether Trump feels that Taiwan is paying enough for its own defense.
This is reflected by Vance, but is balanced somewhat by Rubio, who has been more explicit about Taiwan’s vital role in the world economy beyond merely semiconductor manufacturing. Waltz is similarly hawkish on supporting Taiwan, but in which form is unknown.
The takeaway: Taiwan cannot relax, but the US is unlikely to abandon it; for now it is simply too valuable.
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- TRANSPACIFIC
EE.UU. Y TAIWÁN, LAS DIFICULTADES DE LA DIPLOMACIA DE LAS ISLAS EN AMÉRICA LATINA
Mientras China busca reducir aún más la lista de siete países de América que aún reconocen a Taiwán, los funcionarios estadounidenses creen cada vez más que Paraguay puede ser el próximo aliado diplomático de la isla en cambiar su lealtad a Beijing.
La última visita de la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, a Guatemala y Belice para apuntalar a los dos socios centroamericanos restantes subrayó los esfuerzos de su gobierno para evitar más deserciones después de que Honduras cambiara su reconocimiento a China el mes pasado.
Pero algunos formuladores de políticas y analistas independientes estadounidenses ven a Paraguay como el país con más probabilidades de deshacerse de Taiwán en el corto plazo, especialmente si se cae ante el lobby del sector agrícola.
Michael Martina, Matt Spetalnick and Daniela Desantis
US, TAIWAN SEEN POWERLESS TO STEM ISLAND’S DIPLOMATIC LOSSES IN LATIN AMERICA
As China seeks to further whittle down the list of seven countries in the Americas that still recognize Taiwan, U.S. officials increasingly believe Paraguay may be the island’s next diplomatic ally to flip loyalties to Beijing.
Taiwan President Tsai Ing-wen’s visit to Guatemala and Belize to shore up two remaining Central American partners underscored her government’s efforts to head off further defections after Honduras switched its recognition to China.
But some U.S. policymakers and independent analysts see Paraguay as the likeliest to ditch Taiwan in the near term, especially if the South American country fall to the agricultural lobby.
“Paraguay is clearly up for grabs,” said Benjamin Gedan, who advised former U.S. President Barack Obama and is now director of the Latin America program at the Wilson Center think tank in Washington.
Further erosion of the Taiwan camp would be another blow to the U.S., which has had little success stemming the tide of Taipei’s diplomatic losses, and a fresh sign of China’s growing footprint in Washington’s neighborhood.
Reuters spoke to three U.S. officials and several other sources close to the matter who see the Biden administration with limited options for halting the gradual drift toward China, with some saying Taiwan itself appeared resigned to losing more allies in the Americas.
It is a more pessimistic view than President Joe Biden’s aides have expressed publicly and, U.S. sources say, helps to explain Washington’s muted response to Honduras’ recent ditching of Taiwan, which was seen as a lost cause.
While acknowledging that countries have the right to their sovereign decisions, two U.S. officials told Reuters it may now be more important for Taiwan to expand its role in multilateral institutions such as the World Trade Organization than to focus on keeping diplomatic allies.
Monitor 2049®
Editor: IW, senior fellow of REDCAEM (Red China – América Latina) and CESCOS (Center for the Study of Open Contemporary Societies)
Contact: iw@2049.cl
Monitor 2049® -Entendiendo a China & Taiwan- es un canal digital que se hace eco de una fecha simbólica en la perspectiva de los grandes cambios mundiales. Los ejes de poder global se consolidarán en el área del Pacífico, particularmente en torno a China, provocando transformaciones geopolíticas que marcarán el rumbo del siglo. 2049® irá dando cuenta de los escenarios nuevos y en proceso de configuración.
Para ello, siguiendo la editorial de Nuevo Poder, irá registrando materiales periodísticos de fondo -léase reportajes de investigación, entrevistas, historias de portada, columnas de análisis- así como papers académicos, referidos a tales asuntos recogidos semanalmente en español e inglés.
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Monitor 2049® -Understanding China & Taiwan- is a media outlet, which echoes a symbolic date in the perspective of the upcoming changes worldwide. The axes of the global power will be consolidated in the Pacific area, particularly around China, causing geopolitical transformations that will mark the course of the century. 2049® will track these new and ongoing scenarios.
To do this, following the editorial of Nuevo Poder, it will track background journalistic materials -investigative reports, interviews, cover stories, op-eds – as well as academic papers referring to such topics, records are collected weekly in Spanish and English.