«Mi modelo para Chile es el chileno»-Claudio Hohmann

«Mi modelo para Chile es el chileno»-Claudio Hohmann

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En Cuba no existe una dictadura, sino que un sistema democrático distinto al nuestro, expresó sin vacilar la candidata presidencial del Partido Comunista Jeannette Jara, aunque para que nadie se confundiera subrayó luego que “mi modelo para Chile es el chileno, no el cubano ni el de otro país”.

Pues bien, desde la recuperación de la democracia en 1990, el llamado modelo chileno ha tenido como base una nítida modernización capitalista que, afortunadamente habrá que decir, no ha sido descontinuada hasta ahora y que, aunque ha pasado por altos y bajos en los últimos años, fue reafirmada luego que el intento más serio por ponerle fin fuera ampliamente rechazado por el electorado en septiembre de 2022.

¿A qué se refiere entonces la candidata cuando asevera que “mi modelo para Chile es el chileno”? ¿Al que desde hace décadas impera en el país -y que durante un cuarto de siglo dio a los chilenos los mejores años de la República-, o al que propuso la Convención Constitucional, que pretendía refundarlo en toda la línea para dar paso a una dudosa plurinacionalidad y a la desaparición del Senado, ni más ni menos que la sede donde se terminó por acordar y aprobar la histórica reforma de pensiones que lideró la exministra?

Estas interrogantes no son irrelevantes, ni mucho menos banales de cara a la elección presidencial, por cuanto se refieren a una cuestión de fondo para el desarrollo futuro del país.

Si la candidata del PC votó favorablemente la propuesta de la Convención Constitucional, como es seguro que ocurrió, entonces su modelo para Chile sería muy distinto al que nos ha regido por décadas -y que lo seguirá haciendo en el futuro previsible-. Pero, si en cambio, en el ejercicio de su cargo ministerial ha terminado valorando la modernización capitalista y el reformismo que le es inherente, se trataría de una postura extraordinaria para alguien que milita en un partido donde las supuestas virtudes de la revolución cubana no admiten discusión, y donde la reelección de Nicolás Maduro fue reconocida haciendo caso omiso a la abrumadora evidencia del resultado electoral. Pero, por estas mismas razones, es altamente improbable que semejante cambio de convicciones políticas haya tenido lugar en el pensamiento de Jara.

Por otra parte, en una entrevista del fin de semana, la exministra expresó que “como eje de mi gobierno va a estar el crecimiento”. Como no hay otra forma de alcanzarlo en forma sostenida que no sea a través de la modernización capitalista, ¿significa esa declaración que Jara la suscribe, lo que sería también un cambio extraordinario para una militante de un partido que ha hecho del anticapitalismo una de las bases de su acción política?

Se trata de inconsistencias no resueltas que han plagado al comunismo desde largo tiempo, pero también a la nueva izquierda gobernante, y hasta podría decirse que a buena parte del socialismo democrático -desde que se transformó en un acomplejado seguidor de las consignas de la nueva izquierda-. La indefinición crónica de ese sector político respecto a la creación de riqueza, que no otra cosa es el crecimiento, es la causa basal del problema. Como no hay otra forma de crearla que sobre la base del capitalismo, la izquierda anticapitalista renuncia en los hechos al crecimiento. Si por otra parte, abraza la modernización capitalista para impulsarlo, renunciará a uno de los fundamentos de su identidad política. Es el dilema al que no puede escapar Jeannette Jara, disciplinada militante del Partido Comunista chileno. Su afirmación “mi modelo para Chile es el chileno” lo refleja bien: un acertijo que no tiene respuesta. (El Líbero)

Claudio Hohmann