Medidas para la gobernabilidad democrática

Medidas para la gobernabilidad democrática

Compartir

Hace bien Isabel Aninat (martes de la semana pasada) en llamar la atención sobre la necesidad de “garantizar gobernabilidad en época de baja aprobación ciudadana”, con énfasis en la relación entre sistema de gobierno, sistema de partidos y sistema electoral.

Si lo que tiende a imponerse en la Convención Constitucional es la tesis del “presidencialismo moderado”, entonces lo que se diga sobre el sistema electoral, en la Constitución o en la ley, será clave y decisivo en la perspectiva de la gobernabilidad democrática.

Hoy tenemos 25 partidos inscritos legalmente, 15 de ellos con representación parlamentaria (desde el 11 de marzo serán 21). Ese solo dato genera un enorme desafío en términos de gobernabilidad democrática.

Propongo las siguientes medidas para garantizar esta última: un umbral para la representación parlamentaria, suprimir los pactos electorales y establecer el doble voto: uno por el candidato (por distritos uninominales) y otro por partido (corrigiendo por representación proporcional).

El umbral, como en Alemania, produce una simplificación automática en la oferta político-parlamentaria. En dicho país el umbral es del 5%, lo que significa que el partido que no obtenga ese mínimo de votos no es que deje de existir, sino que se queda sin representación parlamentaria. En Alemania, que es un sistema federal y parlamentario, existen 42 partidos inscritos legalmente, pero solo siete tienen representación parlamentaria. Sugiero que en Chile se establezca, a partir de la próxima elección un umbral de 3-4%, lo que en sí mismo sería un gran avance en términos de simplificación de la oferta partidaria y gobernabilidad democrática. Gobernar con 21 partidos representados en el Parlamento es una proeza (Holanda ha tenido serios problemas en formar gobiernos, con 11 partidos en el Parlamento).

Suprimir los pactos electorales es lo que se hizo en Chile entre 1958 y 1973. Ante la proliferación de partidos en los años 50, en plena época del ibañismo y desprestigio de la política y de los partidos, se suprimieron los pactos electorales, lo que condujo a la realidad de seis o siete partidos efectivos en los años 60. Bajo el sistema parlamentario este problema no existe, porque las coaliciones políticas se forman ex post y no ex ante, como en el sistema presidencial (tal vez sea esta la gran ventaja de aquel sistema en relación con este último). Primero se cuentan los votos y después se conversa y se forma coalición, como acaba de ocurrir en Alemania.

Finalmente, sería del todo conveniente establecer un sistema de doble voto: uno para el candidato o candidata, en distritos uninominales, y otro por partido, corrigiendo por representación parlamentaria (como en Alemania y Nueva Zelandia). Eso incide directamente y en términos positivos en la gobernabilidad democrática. Espacio Público tiene una muy completa e interesante propuesta sobre esta materia.

Ya hemos argumentado —en mi caso, desde hace más de 30 años— sobre cómo el sistema parlamentario tiene enormes ventajas sobre el presidencial en todos estos aspectos; pero si lo que se impone es la opción de un sistema presidencial moderado, entonces las medidas anteriores harían mucho más gobernable nuestra frágil democracia, y serían posibles bajo una forma presidencial. (El Mercurio-Cartas)

Ignacio Walker

Dejar una respuesta