Matthei debe dejar atrás el piñerismo

Matthei debe dejar atrás el piñerismo

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Es un error confundir la demanda de cambio que existe en la sociedad chilena hoy con una demanda por volver al pasado. Aunque la derecha sienta orgullo por los dos periodos presidenciales que lideró Sebastián Piñera, Evelyn Matthei debiera combatir la percepción de que su propuesta de gobierno es el piñerismo sin Piñera. Precisamente porque la principal preocupación de los chilenos hoy es la seguridad, la candidata de los partidos tradicionales de derecha debiera ajustar su mensaje para alejarlo del foco en la eficiencia y el economicismo y centrarlo en la seguridad ciudadana, el orden y la mano dura contra los que no respetan la ley, incluidos aquellos en el sector empresarial que se coluden y abusan de los consumidores.

Ahora que el estancamiento, en incluso caída, de Matthei en las encuestas es innegable, se han prendido las luces de alarma en la derecha tradicional. En vez de consolidarse como la candidata favorita para suceder a Gabriel Boric en la presidencia, Matthei ha sembrado dudas sobre qué quiere lograr como presidenta y cuáles son las razones que la inspiran para buscar la primera magistratura. Más que dibujar el país que quiere construir, Matthei se ha dedicado a criticar el país que nos está heredando el desastroso gobierno del Presidente Gabriel Boric. Aunque es popular criticar la ineptitud del gobierno, la corrupción rampante, y la falta de soluciones para enfrentar los urgentes problemas de inseguridad, la inmigración ilegal y el debilitamiento institucional, los chilenos no quieren solo candidatos que le den duro al gobierno. La gente quiere líderes que muestren el camino a seguir y que presenten un plan para sacar al país del estancamiento.

Cuando la han presionado para que explicite qué tipo de país quiere construir, Matthei ha dado respuestas vagas que hablan más del pasado que del futuro. Al destacar los logros de los gobiernos de la Concertación, Matthei inevitablemente abre innecesarios flancos. Primero, ella fue opositora a esas administraciones y trabajó arduamente para evitar que los gobiernos de la Concertación avanzaran sus programas de gobierno. Segundo, al hacernos recordar el pasado, Matthei abre el complejo flanco de su apoyo a la dictadura militar y la defensa militante que hizo por evitar que Pinochet fuera juzgado en España después de haber sido arrestado en Londres en octubre de 1998. Es cierto que han pasado casi tres décadas y que ha corrido mucha agua bajo el puente. Pero una gran mayoría de los chilenos tiene una mala imagen de la dictadura militar y es inútil tratar de convencerlos de lo contrario durante una campaña presidencial en la que la gente quiere escuchar más propuestas de futuro que debate de lecturas históricas de las razones que llevaron al quiebre de la democracia y a los 17 años de dictadura militar.

Matthei también equivoca el camino al permitir que su equipo central de campaña sea una propuesta de piñerismo sin Piñera. La presencia desmedida de personajes claves de los dos gobiernos de Piñera en su equipo estratégico hacen que Matthei termine cargando con todos los pasivos que dejó el gobierno de Piñera. Es cierto que es mala idea renegar del pasado y que Matthei fue parte del primer gobierno de Piñera. Pero el fallecido expresidente no fue popular y, aunque los chilenos lo despidieron con respeto y admiración, la gente no quiere volver al pasado ni parece entusiasmada con la idea de tener un gobierno de tecnócratas que conocen mejor las planillas Excel que las calles de Chile.

Las encuetas muestran claramente que los chilenos están molestos con las elites empresariales y tecnocráticas. Después de la frustración producida por el fallido proceso constituyente, la gente percibe que sus problemas empeoran y que las elites no entienden sus dolores, miedos y desgracias. La gente percibe que el establishment político no ve sus padecimientos ni escucha sus quejas. Por eso, es un error que Matthei centre su propuesta de campaña en reclutar los mejores tecnócratas para encontrar una solución top-down que se centre en la eficiencia y el orden. Los chilenos creen que el status quo no sirve y por lo tanto quieren alguien que venga a imponer un nuevo orden que sea más justo y no a restaurar un viejo orden que favorecía más a una minoría que a las grandes mayorías.

El hecho que los chilenos hayan rechazado categóricamente la propuesta de ‘superación del modelo’ que hizo la convención constitucional y que promovió el gobierno del Presidente Gabriel Boric no significa que la gente quiera volver al viejo orden. Los chilenos quieren un líder que muestre el camino hacia un mejor país basado en el modelo de libre mercado, pero sin las fallas que alimentaron el descontento que desencadenó el estallido. Por eso, proponer un retorno al piñerismo como respuesta al desastroso gobierno de Boric es una estrategia mala y perdedora. A menos que Matthei corrija rumbo y dibuje un nuevo modelo de país basado en el capitalismo y la justicia social, el que debiera ser un camino relativamente despejado para ganar la presidencia se convertirá en un sendero cuesta arriba que la hará seguir cayendo en los sondeos de opinión. (El Líbero)

Patricio Navia