Aunque los venezolanos saben que María Corina Machado no es la candidata presidencial de la oposición, sino Edmundo González, muchos admiten que hoy saldrán a votar para apoyarla. Y es que si bien no está en la boleta electoral, luego de haber sido inhabilitada para ejercer cargos públicos por 15 años, se ha convertido en la principal amenaza para la aspiración a la reelección del Presidente Nicolás Maduro.
La exlegisladora de 56 años fue respaldada en las primarias opositoras en octubre del año pasado con más de un 92% de los votos, pero la inhabilitación política frustró sus pretensiones de convertirse en la candidata presidencial unitaria del sector. Pero lejos de echarse a morir, la líder de Vente Venezuela se volcó de lleno a apoyar la campaña del exdiplomático González, de 74 años, quien hasta hace unos meses era un total desconocido en la política local.
“Venezuela está decidida a cambiar (…) Este domingo vamos a refrendar esta decisión”, dice Machado en la siguiente entrevista con La Tercera, donde, además de mostrarse confiada del triunfo de González, aborda los desafíos que enfrentaría el país si la oposición pone fin a 25 años de chavismo.
Algunas encuestas independientes le dan una ventaja de 20 a 30 puntos al candidato opositor Edmundo González sobre Nicolás Maduro. ¿Por qué hay tanto optimismo en la oposición esta vez, considerando las frustradas experiencias de elecciones pasadas?
Todas, absolutamente todas las encuestas serias le dan una ventaja a Edmundo González superior a los 26 puntos sobre Nicolás Maduro, y una, incluso, de 47 puntos. Pero el optimismo no se limita a lo que dicen estos estudios de opinión, ya que la brecha se incrementa cada día que pasa. El optimismo nace de la fuerza, el entusiasmo, la confianza y la esperanza que han surgido en Venezuela frente a la posibilidad de lograr una transición pacífica y ordenada a la democracia, para que nuestra nación pueda vivir en libertad, con dignidad y sobre todo un anhelo que tenemos todos los venezolanos, traer a nuestros hijos de regreso a casa. Es importante entender que para nosotros esto es mucho más que una elección. Se ha convertido en una lucha existencial, incluso espiritual. La división que había promovido el chavismo durante 25 años se ha acabado. Este es un país unido. Ha perdido el chavismo toda su base social y también su capacidad de ejercer el control social, amenazando con quitar bolsas de comida o negar el acceso al servicio de gas doméstico. Hoy Venezuela está decidida a cambiar y el chavismo ya fue derrotado moral, espiritual y políticamente. Este domingo vamos a refrendar esta decisión.
Maduro ha advertido de un “baño de sangre” si pierde las presidenciales. ¿Cómo imagina usted el día siguiente de las elecciones si triunfa González? ¿La oposición puede garantizar la seguridad en un escenario así?
Nicolás Maduro ha hecho de la violencia su campaña. Durante muchos años, primero Chávez y después Maduro, amenazaban al país y al mundo que si ellos salían del poder sería el caos. La realidad es que ellos fueron el caos y son el caos hoy. Y el país quiere dejar atrás el caos para tener orden, dejar atrás la opresión para tener libertad, dejar atrás la división para tener unión de todos los venezolanos. Para que exista baño de sangre y guerra como dice Maduro, tiene que haber enemigos. En Venezuela no hay enemigos, la sociedad está unida. Y, además, una sociedad que como dije antes perdió el miedo y, por lo tanto, estas amenazas o este chantaje con la violencia ya no funciona. La sociedad venezolana va a salir masivamente, de manera cívica, a hacer valer su derecho a ejercer la soberanía popular y a decidir un destino distinto. La comunidad internacional tampoco cae ya en ese chantaje. Ha quedado claro que la Venezuela, bajo el régimen de Maduro, significa alianzas con agentes transcontinentales como Rusia e Irán, la promoción de redes de crimen organizado como el Tren de Aragua, que ya ha llegado incluso a Chile, y obviamente una migración cruel, brutal. La única manera de revertirla es dándoles un futuro a los venezolanos en su país.
Usted ha dicho que junto a González están dispuestos a hacer una transición pacífica. ¿Tienen como modelo lo que hizo la Concertación en Chile, por ejemplo?
Hay muchísimos elementos de la Concertación, del proceso de transición chilena y de otros países que hemos estudiado extensamente. Pero hay también grandes diferencias. En el caso venezolano estamos frente a una nación, un país, una república, donde las instituciones han sido demolidas. No hay una sola institución que esté de pie. Y hay que agregar a eso que enfrentamos una crisis humanitaria compleja, una crisis de servicios públicos, una crisis de seguridad ciudadana, una crisis de soberanía nacional, una crisis económica y una crisis financiera, todos simultáneamente. Por lo tanto, va a ser, creo yo, me atrevo a decir, la transición más compleja y delicada de la historia, al menos de este hemisferio. Y estamos conscientes de que tenemos que buscar a los mejores venezolanos, los que tengan mayor experiencia, conocimientos e integridad. Un gran gobierno de unidad nacional cuyo eje va a ser la confianza, la estabilidad y la institucionalización del país.
¿Han pensado en recurrir a algún tipo de amnistía para los miembros del régimen? Se lo pregunto porque entiendo que está prohibido expresamente por la Constitución cuando se trata de violaciones a los derechos humanos o crímenes de lesa humanidad.
Efectivamente, vamos a un proceso de transición que idealmente debe incluir una negociación real para facilitar el proceso. Tanto Edmundo González como yo, de manera reiterada y firme, lo hemos dicho, estamos abiertos a una negociación en la cual se ofrezcan garantías e incentivos para que la misma sea lo más rápida, eficiente, pacífica y ordenada posible. En tal sentido, consideramos que es en mejor interés del propio Maduro aceptar los términos de una negociación. Y los aspectos específicos que la misma incluirá, en términos de incentivos y garantías, serán objeto de la discusión que en su momento se dé y sobre los cuales no me corresponde ni es conveniente, ex ante, elaborar. María Corina Machado saluda a sus partidarios en lo alto de un vehículo durante un mitin de campaña para las elecciones presidenciales, en el estado de Mérida, el 25 de junio de 2024. Foto: Reuters
Maduro dice que cuenta con el apoyo de las Fuerzas Armadas de cara a las elecciones, incluso habla de una unión cívico-militar-policial. ¿La oposición ya ha tenido conversaciones con los militares pensando en una eventual caída del régimen?
Sin lugar a duda, los ciudadanos militares en Venezuela padecen las mismas atrocidades que vive el resto de la sociedad. Sus madres, esposas, hijos, hermanos, amigos, también viven con sueldos de hambre. O ven cómo sus hijos solamente están asistiendo dos días a la semana en el sistema de educación pública nacional. O cómo los hospitales están en ruinas y no tienen ni agua ni medicina, cómo nuestros jóvenes huyen. Los ciudadanos militares, además, han visto con sus propios ojos lo que ha pasado en Venezuela, un país que se ha levantado cívicamente a exigir sus derechos ciudadanos democráticos y serán testigos en primera fila de lo que será esa abrumadora movilización en apoyo a Edmundo González. Por lo tanto, yo confío que van a respetar su mandato constitucional, el artículo 328, y actuarán en beneficio de la nación y no de un proyecto particular como ha hecho el régimen al socavar la institucionalidad de nuestras Fuerzas Armadas. Muchos, muchos militares en mi recorrido por el país, cuando colocan alcabalas para impedir mi desplazamiento, he tenido la oportunidad de escucharlos y veo en sus ojos la misma súplica, el mismo anhelo, y hoy en día la misma confianza de que el cambio que viene para Venezuela los incluya a ellos.
En los últimos días, el Presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha sido el líder de izquierda regional más categórico en cuestionar la retórica de Maduro, especialmente luego de que hablara de un “baño de sangre”. ¿Cómo evalúa la postura de otros líderes de izquierda en América Latina frente a estos comicios en Venezuela?
Efectivamente, el Presidente Lula ha hecho declaraciones firmes, ajustadas a lo que debe ser el comportamiento democrático y los estándares democráticos que se deben esperar en toda la región. Pero debo decir que el Presidente Boric lo ha hecho también de manera firme, clara y reiterada, lo cual es recibido con enorme agradecimiento por la sociedad venezolana. Esto trasciende la dinámica ideológica. Lo que estamos hablando aquí es de una lucha por la democracia, la libertad, y en este caso la integridad de una nación que se nos ha estado diluyendo. Un país que ha perdido tres cuartas partes de su economía y del cual se ha ido una cuarta parte de su población. Es justicia, es justicia que se alerte sobre lo que ocurre en Venezuela y que toda América Latina, toda, más allá de las diferencias ideológicas, entienda que esta es una oportunidad real para una transición pacífica en Venezuela y que su desenlace tendrá un impacto enorme, no solamente para Venezuela, sino para todos los países de este hemisferio.
Países como Rusia, China e Irán tienen intereses en Venezuela tras cosechar estrechos vínculos con Chávez y Maduro. En caso de que la oposición llegue al poder, ¿cómo piensan manejar ese tema?
En primer lugar, todas las relaciones en política exterior serán manejadas con absoluta transparencia y poniendo en primer lugar el interés superior de Venezuela, pero obviamente buscando relaciones ganar-ganar. No ha sido el caso con estos y otros países y, por lo tanto, nuestra prioridad será restablecer relaciones abiertas, fluidas, con todos los gobiernos democráticos de Occidente, y asegurarnos de que Venezuela se reinserte en el sistema interamericano de derechos humanos de nuestro continente.
EE.UU. ha dicho que continuará apoyando el diálogo en Venezuela, pese a la renuncia de Joe Biden a la candidatura presidencial. ¿Les preocupa que un eventual triunfo de Donald Trump descarrile todos estos esfuerzos y que Venezuela no sea una prioridad para una eventual administración republicana en Washington?
Me satisface mucho que a pesar del momento tan particular y de tensión que se vive en este proceso electoral en Estados Unidos, Venezuela ha sido un tema que ha mantenido el apoyo bipartidista. Precisamente porque las instituciones de Estados Unidos, así como la población norteamericana, entiende la complejidad, la urgencia del conflicto venezolano y lo ve como un asunto de seguridad nacional y hemisférica. Estoy segura de que el nuevo presidente de Estados Unidos, sea del Partido Republicano o del Partido Demócrata, va a continuar apoyando la transición democrática en Venezuela y seguirá siendo y será cada vez más una prioridad para la política exterior de Estados Unidos.
Chile tiene una importante comunidad venezolana, la cual ha crecido de forma dramática producto de la migración. ¿Qué mensaje tiene para ellos si la oposición llega a la presidencia?
El mensaje es que hagan sus maletas, que los queremos de vuelta, que los necesito para la reconstrucción de nuestro país, que estoy agradecida, infinitamente agradecida, con Chile, con los chilenos, con su gobierno, por haber abierto los brazos a mis compatriotas que se han visto obligados a partir, pero que la reconstrucción del país nos necesita a todos y yo anhelo que puedan regresar a casa. (La Tercera)