Los rectores y la verdad

Los rectores y la verdad

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El subsecretario de Educación Superior ha invitado a los rectores a participar de la Red de Memoria y Derechos Humanos en Educación Superior y a analizar “el quiebre de nuestra democracia que impactó nuestra Educación Superior y sus comunidades educativas”.

Hay que aceptar esa invitación.

Debe aceptar el rector de la P. Universidad Católica de Chile, para recordar que hace 50 años su corporación tenía una rectoría alineada con el proyecto de la UP. Así lo afirmaba en mayo de 1971 Fernando Castillo Velasco: “La Universidad en Reforma proclamó su compromiso ético e histórico con la transformación de Chile y la liberación de su pueblo, definiendo así una orientación de su trabajo”.

Una demostración clara de ese compromiso era el Centro de Estudios de la Realidad Nacional. Sus cursos, congresos y publicaciones eran muy significativos. Un solo ejemplo, de entre las decenas de ramos de concientización ofrecidos durante la UP: “Teoría de la revolución: se analizarán los planteamientos de Mao Tse Tung sobre la revolución y la Guerra Popular, (y) algunas teorías latinoamericanas contemporáneas (Guevara, Debray, etc.)”. ¿Quiénes eran los profesores del Ceren? Infinidad de marxistas de la época, entre ellos, Gabriel Salazar, Manuel Antonio Garretón, Armand Mattelart, Tomás Moulian, etc., etc.

Otra comprobación de la ruptura de los hábitos democráticos se daba con el canal 13 de la Universidad —sabiamente conducido por el padre Raúl Hasbun—, estación que sufrió la presión gubernamental destinada a impedir su expansión a regiones; de paso, su director fue continuamente denostado: fascista, fariseo, le dijeron desde la prensa de izquierda, al punto que los obispos chilenos manifestaron su dolor por “las persistentes injurias y ataques personales que está sufriendo”.

También debe aceptar la invitación del ministerio el rector de la Usach —entonces, Universidad Técnica del Estado—, donde la situación de quiebre democrático fue aún más grave.

Durante la Unidad Popular, su rector, Enrique Kirberg, era un destacado militante del Partido Comunista, colectividad que colonizó la UTE. El rector no solo recibió a Fidel Castro —lógico, Kirberg ya había estado en Cuba antes—, sino que, además, figuraban contratados más de una veintena de directores, conjuntos musicales y solistas, entre ellos los también militantes del PC, Víctor Jara y Quilapayún. Angela Davis, la conocida militante comunista estadounidense, fue designada Profesora Honoraria de la Universidad, y famosas fueron las Jornadas antifascistas de la UTE, a mediados de 1973.

Cuando Sergio Onofre Jarpa, quien era candidato a senador por Santiago, intentó hablar en el campus, fue atacado violentamente. A pedradas le manifestaron los estudiantes de izquierda su talante democrático.

Años después, Kirberg pretendió hacer creer que “lo que pasó fue que en la UTE la izquierda era mayoría y hay quienes son incapaces de aceptar esto”.

Y qué bueno sería que la rectora de la Universidad de Chile también participara, para que pudiera aclarar que a raíz del conflicto entre el rector Boeninger y el Consejo Normativo de la Universidad, el ingeniero cercano a la DC, por haberse dirigido a La Moneda a protestar por las agresiones de estudiantes de izquierda, sufrió la querella de Allende por atentado a la Ley de Seguridad del Estado.

La Unidad Popular calificó la presencia de Boeninger en Palacio como un “acto de matonaje y de provocación que no tiene precedentes en Chile”.

Y de la usurpación marxista de Canal 9 o de la agresión de sus Brigadas en Ingeniería, de todo eso no alcanzamos a hablar.

Sí, señores rectores: deben aceptar, si están dispuestos a recordar la verdad.  (El Mercurio)

Gonzalo Rojas