En estas semanas, diversos acontecimientos aportan aprendizajes sobre lo que significa el poder. Uno es el caso de corrupción del abogado Hermosilla, deleznable e inaceptable. Otros se refieren al aniversario de dos hechos políticos recientes en la historia del país, como son el plebiscito del 4-S y los cinco años que se cumplen del estallido social.
Chile debe sanar en materia de corrupción la que debe rechazarse con la misma fuerza venga de donde venga. Ante la formalización de Luis Hermosilla, el Presidente Boric manifestó: “Qué bueno que los que se creían poderosos vayan también a la cárcel”, generándose una discusión acerca de la pertinencia de dicho comentario. Siendo el Presidente de todos los chilenos debe manejarse con la prudencia de dominar las propias pasiones.
Un todopoderoso cree que los límites son sólo para los demás y que las leyes son para el resto. Cuando se vulneran fondos públicos en nombre de causas sociales, derivando los mismos para otros fines se manejan como todopoderosos. ¿Acaso el que lo hizo no es también alguien que no sólo se siente que está por sobre la ley sino por sobre los que eran destinatarios sociales de dichos fondos?
¿O aquel alcalde que durante años se llevó dinero del municipio para otros fines? ¿O aquellos que destruyeron bienes públicos durante el estallido? ¿O los que con superioridad moral escribieron un texto constituyente negándose a todo diálogo?
En estos días, la ministra Jara descartó una “emergencia laboral” y dice que se trata de un “eslogan”. No coincide con esta afirmación el economista David Bravo quien manifiesta que sí existe y no está declarada. El grave problema que presenta el considerarla como un eslogan, es que se paraliza la acción de recuperación del empleo y la aplicación de las políticas necesarias para el aumento del mismo. Se deja de lado actuar contra la creciente informalidad laboral. No se piensa que la compleja y lenta “permisología” atenta contra la creación de empleo. Se deja de lado el necesario foco en el crecimiento económico y atracción de inversiones, motor de creación de empleo.
La evolución de la tasa de desempleo, de acuerdo a información del Banco Central de Chile dice mucho. Al término del primer gobierno de la ex Presidenta Michelle Bachelet, en marzo de 2010 el desempleo alcanzaba al 9,2% . Al finalizar el primer gobierno del ex Presidente Sebastián Piñera había bajado al 6,5%. Al terminar Bachelet II en marzo de 2018 había subido al 7,4%. El ex Presidente Piñera baja la tasa de desempleo al 7,0% hasta noviembre de 2019.
En Chile, cómo en todo el mundo, el Covid-19 provocó una crisis de envergadura en la actividad económica, en el empleo y en los ingresos. Se tradujo en un aumento en la tasa de desocupación y una fuerte salida de personas de la fuerza de trabajo: cerca de una de cada tres personas en edad de trabajar estaban desocupadas. Como consecuencia de ello, el desempleo se elevó a un 13,1% en julio de 2020, logrando el gobierno de Sebastián Piñera disminuirlo al 7,8% al término de su mandato en marzo de 2022. Durante el gobierno del Presidente Gabriel Boric ha subido casi constantemente llegando a un 8,7% en julio del 2024. Datos, no relatos.
Eslóganes engañosos pueden convertirse en decisiones falaces para llevar adelante determinadas políticas públicas. Si una reforma no coincide con el eslogan, no generará satisfacción y parecerá insuficiente a sus defensores con lo cual la reforma no se logra nunca. Sobran ejemplos en Chile.
De acuerdo a la etimología de la palabra, “eslogan” viene del celta y quiere decir “grito de guerra”. Puede ser muy útil y creativo a la hora de vender, siempre y cuando el producto coincida con lo que propone el eslogan.
Ad portas de cumplirse cinco años del estallido social del 2019, es importante recordar que la violencia y destrucción de las 118 estaciones de Metro se explicaron por parte de los violentos y de quienes validaron la violencia con el eslogan: “No son treinta pesos, son treinta años”. Un peligroso y falso eslogan. Todo estaba mal y había sido mal hecho. Con ello, apareció un espíritu refundacional en el país que quiso cambiar todo por la vía de la eliminación.
Con ese espíritu se construyó el texto constituyente que surgió del Acuerdo Por la Paz Social y la Nueva Constitución del 15 de noviembre de 2019. La propuesta plurinacional dividía a Chile que pasaría de ser una sola nación a once, perdiéndose el concepto de soberanía nacional. No tendría un poder judicial sino once sistemas de justicia para cada nación. No más Senado, debilitándose el sistema político. Consideraba a la naturaleza misma como un sujeto jurídico dándole un carácter no humanista a la Constitución. Fue una afrenta a la institucionalidad de Chile. Rechazada en el plebiscito de septiembre de 2022.
Implementar aquella Constitución hubiera tenido un costo de cuarenta y cinco mil millones de dólares por año. ¿Dónde estaría Chile si se hubiera aprobado? Inimaginable. La sabiduría de un pueblo detuvo la lógica refundacional el cuatro de septiembre de 2022.
La multitudinaria, importante y pacífica manifestación del 25 de octubre de 2019, incluía importantes demandas sociales. Algunos eslóganes cómo “No más AFP”, “No más TAG”, “Chile despertó”, “No más Isapres”, “No más Carabineros”, mostraban demandas genuinas muchas de ellas, pero al estar atadas al eslogan se complejizó la definición de políticas públicas para resolver estas demandas dificultando el diálogo, sobre todo por las razones ideológicas detrás de los eslóganes.
En el caso de carabineros, se demoró el reconocimiento a la institución y sus necesidades. El perro “matapacos” ofendía de manera violenta a Carabineros de Chile. Se necesitaba lo contrario, fortalecer a los carabineros, dotarlos de inteligencia y equipamiento moderno, darles la protección necesaria para enfrentar la violencia. Esto se fue demorando y ha tenido consecuencias. La evidencia de la violencia y del avance del crimen organizado finalmente ha llevado a las actuales autoridades a poner a Carabineros en el lugar que corresponde y se merece.
La reforma de pensiones, al partir del eslogan “No más AFP”, tergiversa el diagnóstico de la causa de las bajas pensiones. Siendo el único propósito el de eliminar las AFP, se apunta a la institucionalidad, propiedad y estructura del sistema, no a las causas profundas ni tampoco a mejorarlas a futuro. Dos intentos de reforma de pensiones fallaron. La primera durante Bachelet 2, tuvo el voto en contra del Frente Amplio incluyendo al del hoy presidente de Chile. La de Sebastián Piñera se entrampó en el Senado. En ese entonces, el actual Presidente Boric se plegó a la propuesta de la “Coordinadora No más AFP”. Hoy atravesando el tercer intento de reforma que en la Cámara de Diputados festejó el “No más AFP”, se obviaron problemas fundamentales para la sostenibilidad del sistema, como son la informalidad laboral, las lagunas previsionales y la edad de jubilación. La ideología que existe tras un determinado eslogan paraliza las soluciones correctas.
El problema de la salud en Chile no se termina con la aplicación del eslogan “No más Isapres”. Todo lo contrario. Complica ideológicamente la solución agravando el problema. Las listas de espera en distintos hospitales suman una cifra récord de dos millones y medio de personas. Han muerto casi veinte mil pacientes en listas de espera en los últimos seis meses. La Contraloría está investigando a once hospitales por listas de espera borradas, eliminando con ese acto a ciudadanos que requerían atenderse en materia de salud.
El uso de un eslogan evita una discusión profunda y aniquila la posibilidad de un debate serio. Como consecuencia lleva al camino de soluciones equívocas al problema de base.
Sin la palabra, la democracia pierde su sentido, porque no hay diálogo ni acuerdo.
La imagen y lo simbólico hoy lo son todo y las palabras y lo lógico han dejado de ser importantes en este mundo de inmediatez, memes y Tik Tok cuyo impacto es mayor e inmediato.
Es arriesgado no analizar de quién y de dónde vienen las palabras que se escuchan. Tienen el poder de construir o destruir, como de influir en la gente y en su comportamiento. Se puede utilizar el lenguaje para manipular a los demás o para construir un país mejor. La elección es de cada uno. (El Líbero)
Iris Boeninger