Una vez más un 11 de septiembre la tumba de Jaime Guzmán es ultrajada y el memorial rayado con mensajes tan decidores como “lo asesinaríamos mil veces”. No hay duda en que muchos no estaban de acuerdo con sus ideas, ni menos con su nivel de influencia, pero llegar a esos límites habla de un nivel de violencia e intolerancia muy peligroso.
Por lo mismo, un país que busca paz y reconciliación debe tener especial cuidado en que sus autoridades sean reflejo de esa búsqueda. El 11 de septiembre es una fecha dolorosa de recordar para muchos, por eso es clave que los órganos del Estado que se han creado en nuestra institucionalidad para defender al país en ese sentido, se cuiden especialmente.
El domingo, en las conmemoraciones del 11 de septiembre, la Presidenta anuncia el nombramiento de la primera subsecretaria de Derechos Humanos de la historia de nuestro país, dependiente del Ministerio de Justicia, que busca ser el órgano promotor y coordinador de las políticas públicas en Derechos Humanos, así como fomentar la promoción y protección de los mismos. En sus funciones está elaborar y proponer el Plan Nacional de Derechos Humanos y coordinar su ejecución con otras carteras. Asimismo, deberá diseñar, fomentar y coordinar los programas de capacitación y promoción de los Derechos Humanos para funcionarios públicos, como también coordinar instancias de participación y diálogo con la sociedad civil en general.
Pero comienza muy mal. La Presidenta no solo nombra a una de las personalidades políticas más polémicas de los últimos años, sino una mujer que ha señalado públicamente, desde su anterior cargo en el Instituto Nacional de Derechos Humanos, que los Carabineros no son sujeto de estos derechos.
¿Cómo una persona con las características de Fries va a promover los Derechos Humanos? ¿Cómo va a consensuar un Plan Nacional de Derechos Humanos? Y, peor aún, ¿cómo va a coordinar instancias de participación y diálogo con la sociedad civil? ¿O sólo hará todo esto para quienes comparten sus ideas y la gente de su sector?
Al parecer a este gobierno solo le interesa proteger su sector, sus ideas, su gente. El bien común no está dentro de sus metas y las negociaciones y acuerdos se anuncian, pero después se llevan a cabo solo entre quienes están de acuerdo con sus planteamientos. Negociar y ceder para alcanzar un mejor y más amplio acuerdo han estado en su discurso, pero escasamente en la práctica.
Qué bien le haría a nuestro país una subsecretaria de Derechos Humanos que se preocupe de los derechos humanos de todos y todas (como les gusta decir a ellos), pero ya sean Carabineros o mapuches; camioneros, trabajadores de las forestales o trabajadores de la CUT y que, sin distingo ni prioridades políticas, se preocupe de los derechos humanos de los presos, pero también, y con especial preocupación, de los niños vulnerados e infractores del Sename. Es ahí donde hay constantes y dolorosas violaciones a los derechos humanos, de la que son víctimas niños y niñas inocentes, sin opiniones ni pasado político.
La Presidenta, una vez más, se ha dejado llevar por la politiquería. No ha nombrado una persona, como ella mismo dijo, “que esté a la altura”, y ha perdido la oportunidad de designar a alguien que una al país en torno a una causa justa y que no divida. Una persona que contribuya a la reconciliación de nuestro país y que no genere suspicacias ni cuestionamientos.
Carol Bown, Abogada.


