El Presidente realiza un despliegue comunicacional notable. Respalda de inmediato al carabinero que dispara al chofer Uber; participa en el operativo policial en La Pintana; responsabiliza de las fallas en seguridad a jueces y fiscales. Es decir, y a partir de encuestas, se prodiga en establecer una conducta de estrecha ligazón con el clima imperante, sin importar las consecuencias y la afectación a instituciones que debiéramos cautelar. O sea, sintoniza sin reservas con el ambiente diario y lo seguirá haciendo.
Por su parte su coalición se debate en un conflicto permanente. Al principio, por temas valóricos y ahora porque en la configuración de los equipos, especialmente en regiones, no se han satisfecho las expectativas parlamentarias que, señalan, hicieron un esfuerzo denodado por el triunfo. Esto que el Presidente llama “cuoteo político”. Las opiniones son una mezcla de ordinariez y folklorismo y las explicaciones, por todos conocidas: que fueron sacadas de contexto, que fueron en privado. La forma fue inadecuada pero el fondo se comparte. Lo novedoso es que a 100 días de gobierno se critica al propio Presidente en forma directa, incluso por miembros de su partido se le espeta que “no conoce el problema”, que no “tiene cultura de coalición”.
El Presidente Piñera tiene la intención de dejar su legado, ser el Presidente de la segunda transición, el que rompe los esquemas clásicos de la derecha y que no tiene impedimentos en avanzar en aquello que a los partidos del Chile Vamos les incomoda. Todo sin salir de la premisa básica de su sistema, en que iniciativa privada y mercado lo son todo. Por eso este alegato de la derecha le da lo mismo. Piñera siente que la mayoría que obtuvo en las últimas presidenciales es su logro, es producto de su perseverancia, talento y empeño, y en consecuencia su propuesta es realizar un gobierno de mucha sintonía con la “gente” y que el próximo periodo será un problema de los Kast, los Ossandón, los Chahuán.
Por eso la crispación de Chile Vamos, porque no les ha ido bien en la repartición; porque el proyecto de adopción molestó a la bancada evangélica; porque no fue claro en el cambio de sexo registral y molestó a la UDI; porque respalda rebajar la dieta y se molestan todos. Y para colmo, la agenda feminista es prestada.
Habra que acostumbrase. Para el Presidente, este es su gobierno y dura cuatro años, y debe hacer todo lo que el clima social le indique. Para los partidos de derecha, es el gobierno de Chile Vamos, es por ocho años y el programa y los cargos son lo central. Ese es el problema y habrá escaramuzas todas las semanas. (La Tercera)
Osvaldo Andrade



