Listas a consejeros: cada uno por su lado

Listas a consejeros: cada uno por su lado

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Nuestros partidos políticos siguen dando argumentos para ser considerados entre las instituciones con menos prestigio en Chile.

Tras la armonía que permitió dar continuidad a la segunda parte del proceso constitucional, aparecieron los “cuchillos largos” y pugnas de poder en la disputa por los “cupos” para llenar las 50 vacantes a consejeros constitucionales. Tanto en el oficialismo como en la oposición, no fueron capaces de conformar listas únicas. Esperable en todo caso.

En la oposición, la derecha partió por hacerle la desconocida a su “primera línea” en la campaña del plebiscito: Amarillos y Demócratas, los que se quedaron sin pan ni pedazo en las designaciones de expertos y árbitros y, al parecer, no integrarán el pacto. El pago de Chile, pensarán Warnken, Mañalich o Rincón.

Este sector irá, al menos, en tres listas. La derecha tradicional con Chile Vamos (UDI, RN y Evópoli); la derecha extrema, representada por el Partido Republicano; y la derecha populista de Parisi –o lo que va quedando del fraccionado PDG–. Esta división hace difícil que el sector capture el 50% que proyectaban hasta hace un par de semanas.

Como ya dijimos, la autollamada “centroizquierda” por el Rechazo –la neoderecha chilena– al parecer no tendría consejeros (como tampoco expertos). Y dadas las dificultades para constituirse en partidas, es probable que pasen a tener un rol irrelevante en la política chilena.

En el oficialismo, definitivamente, se presentarán en dos listas. Por un lado, Apruebo Dignidad más el PS y, por otro, el PPD, junto a sectores progresistas de la DC y el PR. Lo cierto es que el PPD desató una crisis –otra más en este verano– en la alianza de Gobierno, cuando anunció que iría en una lista aparte a la de Apruebo Dignidad. La especulación de que la jugada estaba vinculada a la nueva reestructuración del Gobierno –a partir de marzo–, como una forma de presionar, fue desmentida por la colectividad, desde donde señalaron que el objetivo era ampliar la base de apoyo en las elecciones de mayo –“a una centroizquierda que hoy está más alejada del Gobierno”–.

Lo curioso es que del propio Frente Amplio (FA) llegó una propuesta que terminó por enredar al Socialismo Democrático. Para el diputado Diego Ibáñez, el PS debía encabezar la nueva coalición gobernante, algo que no solo sorprendió a la tienda dirigida por Paulina Vodanovic sino que, además, le puso presión a la decisión de ese partido de ir en una lista única para la elección de mayo. En un hecho inédito, el Presidente interrumpió sus vacaciones para reunirse con la cúpula del Partido Socialista, a cuyos miembros les pidió que aplazaran la decisión final –claro, el PS terminó por aceptar a regañadientes la lista con AD–. El PPD, por su parte, acusó recibo y se abrió a la alternativa de un pacto por omisión, argumentando que la decisión se tomó con la aprobación del 98% de su consejo general, por tanto, no pueden modificarlo. Un capítulo aparte tuvo Guido Girardi, quien había señalado que el PPD no debía ir con la «lista de los indultos”, para después estirar el elástico.

Pero lo relevante es que las señales desde el FA han sido evidentes: viene un cambio importante y están dispuestos a ceder, con tal de afirmar a un Gobierno que pasa por un momento muy complejo a 11 meses de asumir. ¿Este será el preámbulo del regreso de la ex Nueva Mayoría al poder?

Hasta hoy –faltan las inscripciones de listas– ambos sectores prefirieron la competencia abierta, es decir, el rascarse con sus propias uñas y sacrificar la unidad. Otra más de nuestra clase política. (El Mostrador)

Germán Silva Cuadra