Legado indeseable

Legado indeseable

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En su afán de hacer perdurar las acciones realizadas por su gobierno, la Presidenta Bachelet ha levantado la idea de un legado que, entre otras acepciones, la Real Academia de la Lengua define como los bienes que deja alguien cercano a desaparecer en su testamento.

Más allá de que la mayoría de sus ideas e iniciativas han sido ampliamente rechazadas durante su gobierno y derrotadas en las recientes elecciones, lo que obliga al próximo gobierno a rectificarlas, lo que ella pretende es declararlas inamovibles.

Me pregunto por qué yo o el país habríamos de querer recibir su legado. Un legado de estancamiento económico y alto endeudamiento, de falta de autoridad para enfrentar la inseguridad, de aumento de la pobreza e inequidad entre los chilenos, de desempleo y precariedad laboral, de división social, de inconsistencia internacional y tantos otros males que pretende legarnos. Los escasos bienes que deja no alcanzan ni por lejos a compensar los males.

De todo esto se ha hablado y escrito bastante, pero de lo que se habla poco o se omite es de la descomposición moral ocurrida en el país bajo su dirección y bajo el gobierno de su coalición liderada por el PC. Descomposición que se resume en la soberbia fundacional de la retroexcavadora que repudia los acuerdos; en el creciente desprecio por el emprendimiento y el valor del esfuerzo personal para obtener un resultado; en la idea de que todo puede ser gratuito; en el olvido de los pobres; en la precarización de la vida; en la postergación de los ancianos; en el libertinaje de la juventud o la impunidad de la delincuencia, por citar los daños que se me vienen a la memoria y que serán difíciles de revertir.

No quiero y dudo que el país quiera recibir su legado. A otro perro con ese hueso. (El Mercurio)

José Antonio Guzmán M.

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