Las RR.II., seguridad y defensa-Richard Kouyoumdjian

Las RR.II., seguridad y defensa-Richard Kouyoumdjian

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El propósito de esta columna es guiar la discusión actual que se está dando sobre las características, perfiles, y conocimientos que deben tener quienes vayan a liderar los ministerios de Relaciones Exteriores, Defensa Nacional, Seguridad Pública, y una nueva función que se estima necesaria, la de asesor de Seguridad Nacional del Presidente de la República, el que debería tener por propósito la coordinación de los ministerios recién mencionados como también de los sistemas de seguridad nacional y de la inteligencia, sistemas que hoy no existen, que hay que desarrollar, y cuya ausencia explica gran parte de nuestros problemas más recientes.

Lo primero cuando se diseña un gobierno es entender que el Presidente de la República es a la vez Jefe de Estado, Jefe de Gobierno (función ejecutiva) y, de haber una coalición o similar, el jefe de esa asociación. Hay casos en que adicionalmente el Presidente por afinidad, necesidad o estrategia decide asumir o dedicar tiempo a algún tema en particular, como fue el caso del Presidente Duque en Colombia, en donde él dedicó principalmente su tiempo a los temas de seguridad.

Desconozco cómo espera el Presidente electo conducirse durante su gobierno o en qué va a colocar su foco, pero todo indica que, siendo consecuente con su campaña, debería inicialmente ser en seguridad pública y la reactivación económica, o bien delegar los temas en ministros muy capaces de sacar adelante los temas mientras se dedica a los tres roles presidenciales antes mencionados.

Abordando los ministerios por orden precedencia, en Relaciones Exteriores uno esperaría ver ministros con experiencia en la materia, que sepan y que no vengan a aprender, que vengan con equipo y que puedan jugar desde el primer día. En Relaciones Exteriores es fundamental entender que manda el interés nacional, que cosas como el multilateralismo son medios y no fines en sí mismo, y que las prioridades hoy por hoy son lo vecinal, y la recomposición de las relaciones con los Estados Unidos de América e Israel. Candidatos que cumplan con ese perfil los hay muchos. A Chile le haría bien que volvamos a ser sujetos de inversión, pero ello más bien por el lado de eliminar las restricciones locales que por la falta de interés externo.

En lo que se refiere a la Defensa Nacional, lo normal ha sido colocar, desde el gobierno de Aylwin a la fecha, la dirección del ministerio bajo personas de tonelaje político cercanas al Presidente, pero sin mayores conocimientos de la materia. De ellos los que más sabían de lo castrense era porque habían sido integrantes de alguna comisión de defensa o por interés personal.

El foco principal de los ministros ha estado más en el control del Ejecutivo de las Fuerzas Armadas que en su desarrollo estratégico, el que ha quedado delegado principalmente al subsecretario, razón por la cual los avances relevantes sólo se han producido en directa correlación a las capacidades y conocimientos del segundo de abordo, lo que ha sido evidente en tiempos recientes. Es distinto hablar de Izurieta, De la Maza, y Gaspar, que de otros que han brillado por su ausencia o falta de avances en materias como la política de defensa, política militar y desarrollo de fuerza.

Quizás es hora de colocar de ministro a uno que sepa de las materias de Defensa, tal como sería el caso de un ministerio de Justicia, o de Salud, o de Educación. Cuando se coloca alguien que sólo es capaz de administrar, pero no de desarrollar la Defensa Nacional los resultados son más que evidentes y seguimos bajo el modelo de un ministro que hace como que manda, y de Fuerzas Armadas que hacen como que las mandan, pero que siguen gozando de altos niveles de independencia, la que sólo se controla por la vía de los presupuestos.

Antes de pasar al siguiente ministerio, una aclaración que también sirve para seguridad pública. Un militar o policía en retiro es un civil. A diferencia de lo que andan diciendo algunos analistas, un ex uniformado no coloca en riesgo la subordinación de las Fuerzas Armadas o de las policías al Poder Ejecutivo. Entender lo contrario es no entender nada, sonando más bien al interés personal de quien busca posiciones por la vía de desacreditar a otros candidatos.

Los oficiales generales y superiores en Chile gozan de una alta preparación y experiencia, la que incluye relacionarse con el poder ejecutivo, judicial, y legislativo. Son perfectamente capaces de desempeñarse como ministros y subsecretarios, cosa que demostraron ampliamente durante 17 años, los que, si bien estuvieron afectados por lamentables casos de derechos humanos, eran sólo atribuible a unos pocos. En todo el resto de las materias el gobierno militar anduvo perfectamente bien, habiéndose entregado a Chile un país muy distinto al recibido, uno que es producto de las modernizaciones e institucionalidad realizadas en esa época.

Cuando miramos el Ministerio de Seguridad Pública hay quienes, como este columnista, que en su minuto hablamos en contra de su creación, por lo que, si quieren hacer algo, pásenlo de regreso a Interior o designen al ministro del Interior como biministro mientras se deshace. Lo que no aplica es tener un biministro con Defensa Nacional, ya que Defensa quedaría en segunda prioridad, lo que no es aconsejable para la seguridad de Chile en el mediano y largo plazo, como también por las condiciones presupuestarias y operativas en que se entregan las instituciones después de los cuatro años del gobierno del Presidente Boric.

No es una buena idea pedirle a senadores o diputados recientemente electos que asuman de ministros. Ellos fueron electos por los chilenos para representarlos en el Congreso. No es conveniente a no ser que haya razones de Estado muy poderosas ir contra la voluntad del soberano, cosa que no se aprecia exista. Hay muchos otros buenos candidatos para ocupar ministerios, los que deben ser elegidos basados en sus capacidades, experiencia y conocimientos. Chile ya no admite tener ministros y subsecretarios sin las calificaciones necesarias. Los resultados están a la vista.

Permítanme para cerrar, explicar la necesidad de un asesor presidencial de Seguridad Nacional. Chile históricamente ha carecido de una arquitectura de seguridad nacional. Lo que teníamos bajo la Constitución original del 80 no es lo mismo que un sistema que busca que los ministerios y organizaciones relacionadas con las relaciones exteriores, defensa nacional, seguridad pública, inteligencia y otras agencias del Estado funcionen en forma coordinada, defendiendo el interés nacional, con una estrategia en que quede claro los objetivos, medios y su forma de uso.

Tener una persona de rango ministerial como asesor de Seguridad Nacional es tanto o más importante que los ministerios que tiene que coordinar, siendo también una posibilidad hacer lo que actualmente hace el Presidente Trump, que tiene a su secretario de Estado realizando en paralelo la labor de asesor de seguridad nacional, que idealmente no debiera ser una función de tiempo parcial, pero de no haber quien la haga, mejor eso es que nada.

Al igual que en el caso de los ministerios que conforman el área de la seguridad nacional, hay personas que perfectamente se pueden desempeñar como tales, siendo su único requisito el saber y tener experiencia, algo que también aplica cuando se buscan directores para la Agencia Nacional de Inteligencia, Gendarmería, embajadores para los países vecinales, Washington, Londres, Madrid y Beijing.

Para cerrar, seamos exigentes en la búsqueda de los ministros y subsecretarios. Está bien que sea un gobierno de unidad, pero uno en que uno esperaría que la unidad se manifieste a través de la libertad de acción, que los partidos que conforman la alianza de gobierno dan al Presidente electo para elegir los más capaces. Chile necesita corregir el rumbo, y al Presidente hay que ayudarlo, ya que solo no lo va a poder lograr. (El Líbero)

Richard Kouyoumdjian