La debilidad de la economía se traspasa rápidamente a las cifras de actividad y proyecciones de sectores claves para la absorción de empleo; sectores que se caracterizan por un fuerte uso de la mano de obra en su desarrollo.
Tanto la construcción como el comercio muestran preocupantes cifras de baja inversión en los próximos años, asociados a importantes aumentos de costos, a la inflación y la falta de sintonía fina con las municipalidades que deben proveer las autorizaciones finales para el inicio del proceso de ventas.
En el comercio se aprecia un fenómeno de desaceleración atribuible a la falta de liquidez de las empresas proveedoras del sector y claramente a la alta inflación -cercana al 14% en términos anualizados- que está afectando a amplios segmentos de sus clientes. Parte de este problema reside también en que los clientes se abstienen de concurrir a los centros de ventas por temor a ser asaltados por la delincuencia.
Así, diversos sondeos de opinión marcan en el tope de las preocupaciones de los ciudadanos la violencia y la economía, particularmente la inflación, como los mayores problemas que enfrentan.
La búsqueda de un acuerdo para establecer los principios de una nueva constitución no está en las prioridades de la gente, de acuerdo con esos sondeos. Por tanto, llama la atención que el oficialismo presione para que dicho acuerdo prospere antes que termine el mes de octubre.
Asimismo, sabemos que los mecanismos electorales están lejos de ser discutidos aún y obviamente los contenidos de esta nueva constitución también. Subyace, sobre todo, la insistencia en la aparición de una instancia que dé garantías a todos de que los acuerdos alcanzados se cumplan.
Las reuniones sobre un acuerdo para redactar una nueva constitución, varias entre miembros con representación parlamentaria, dieron cuenta de largas sesiones para acordar los bordes, principios o bases. Hasta aquí no está totalmente claro que esos bordes estuvieran acordados, destacando la ansiedad del PC y el FA por concluir esta primera etapa. La siguiente debiera incluir mecanismos para la integración del cuerpo que redactará y por ende dará lugar a los contenidos.
El oficialismo busca dejar atrás los resultados del plebiscito de salida, donde la extrema izquierda y La Moneda, en particular, sufrieron una estruendosa derrota el 4 de septiembre pasado. Esto en concordancia con la estrategia de La Moneda de ocultar el rechazo a un modelo de sociedad, basado en que el Estado controlara la vida de los chilenos.
Hace pocos días esa ansiedad llevó a Camila Vallejo a decir que la oposición cometía un error al no ceder frente a los planteamientos de Apruebo Dignidad (PC +FA), en una clara alusión a la conmemoración del día 18 de octubre.
La gran mayoría del país no acepta matonaje ni violencia y haría bien la ministra, dada su alta investidura, en no recurrir a las amenazas para proteger un gobierno y un presidente derrotados.
La gente quiere que se acabe la violencia sea esta delictual y/o terrorista y ciertamente pretende que los problemas de la economía muestren trayectorias de recuperación en lo que se refiere a la trayectoria presente y futura de la inflación, como también claridad para enfrentar la recesión que se aproxima sobre nuestro país.
Mis cálculos indican que la inflación terminara este año cerca del 13%, el PIB cerca del 1,5%. El próximo podría descender el ritmo inflacionario, pero en función del ritmo de la devaluación del peso y del impacto de la recesión. Esto es: a mayor devaluación menor descenso de la inflación.
La trayectoria futura en los mercados financieros de la tasa de interés en EEUU nos indica que el dólar se fortalecerá en aquellos mercados internacionales, lo que llevará a otros países a subir sus tasas de interés, enfriando la economía mundial. Esto, a su vez, devaluará nuestro peso.
La discusión presupuestaria debería incluir una priorización de los gastos públicos hacia los más pobres, eliminando los gastos en personal de los ministerios públicos.
Los gastos en inversión pública deben ser bien diseñados y comenzar pronto su perfilamiento dado el creciente proceso de desaceleración que enfrenta nuestra economía. Creemos que el PIB se contraerá en una magnitud cercana al 1,5% durante 2023.
Como vemos los desafíos de La Moneda son crecientemente dificultosos. La consistencia en estas condiciones es lo más importante para sortear los mencionados problemas, lo que incluye, naturalmente, la eliminación de las contradicciones que habitualmente muestran nuestros gobernantes. (El Líbero)
Alejandro Alarcón