Le hemos pedido a las Fuerzas Armadas que resguarden la seguridad en la Macrozona Sur, en la frontera norte, que protejan infraestructura crítica e incluso algunos quieren desplegarlas en las zonas urbanas. Son muchas las cosas que se le han pedido a las FF.AA. tanto así que pareciera que la institucionalidad y el poder político estuvieran desbordados.
Le han agregado misiones, alejado de su entrenamiento permanente al tenerlas encargadas del orden público, sin embargo, existe una función constitucional que es fundamental para la continuidad del Estado y que poco la recordamos: Las Fuerzas Armadas son quienes protegen la democracia.
En medio de un debate sobre extender el próximo proceso electoral a dos días, vale la pena recordar que son los militares quienes entran a los colegios de votación el viernes y salen el lunes. Son ellos quienes se encargan de la seguridad dentro del recinto y del correcto funcionamiento del proceso.
Rol fundamental, sobre todo en un país donde la fluidez y seguridad de los resultados es aplaudido por todos. Sin voto a distancia ni por correo ni tecnología de por medio Chile se ha caracterizado por contar con uno de los procesos electorales más confiables. Característica que se debe, en parte, a la función que cumplen nuestros militares.
La crisis de seguridad y el desacople evidente entre las acciones del gobierno y la percepción de la ciudadanía llevó a muchos a buscar respuestas en las Fuerzas Armadas, se les ve como la herramienta que puede solucionar la crisis, sin embargo, el riesgo de exponerlas a asuntos internos es muy alto.
Otros que lo han hecho en la región, han terminado por debilitarlas y corromperlas. En general las guardias nacionales son quienes realizan los despliegues en territorios nacionales, pero, no sin antes contar con un sistema de seguridad nacional que lo permita. Una excepción podría ser Suecia, quien debido al aumento de violencia urbana ha decidido desplegar a sus militares en el país. Pero, siempre desde una perspectiva integral donde, desde sus funciones y preparación contribuyen al esfuerzo que realizan las instituciones de orden público. De esa manera, se resguarda a una institución de Estado que, si bien tiene como objetivo proteger la integridad territorial y soberanía de una amenaza externa, debe, también, resguardar la democracia. Por eso no es extraño escuchar a algunos líderes militares decir que en nombre de la democracia y por su protección, realizan ciertas operaciones.
Por eso, en un momento en que le hemos pedido tanto, en que muchos creen que vienen a resolver todos los problemas, no olvidemos su rol y misión constitucional, ni menos la contribución que la Defensa hace a la democracia. Pidamos a cada cual rendir cuentas de acuerdo con sus responsabilidades, pero no exijamos a una institución o, no lo hagamos al menos, sin preocuparnos de resolver las necesidades que surgen de la larga lista de cosas que les estamos pidiendo. (El Líbero)
Pilar Lizana



