La voz de Taiwán en Europa y lo que América Latina debe...

La voz de Taiwán en Europa y lo que América Latina debe considerar

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La intervención de la vicepresidenta taiwanesa Bi-khim Hsiao en Bruselas no solo evidenció la presión constante que China ejerce sobre Taipéi. Lo relevante es que Europa mostró disposición a ejercer su autonomía diplomática sin subordinar su agenda a la sensibilidad política de Beijing. Este cambio merece atención en América Latina, especialmente en un momento en que la región necesita definir una política exterior coherente y de largo plazo.

Un mensaje dirigido al mundo, no solo a Asia

Hsiao sostuvo ante parlamentarios europeos que la estabilidad del Estrecho de Taiwán es esencial para el comercio global y para el funcionamiento de las cadenas tecnológicas que sostienen sectores industriales clave. Según reportó Jornal do Comércio, la disputa en torno a Taiwán afecta directamente a las economías conectadas al mercado global, incluida América Latina. No se trata de una cuestión lejana. El impacto es concreto.

Europa tomó una decisión política, no simbólica

Durante años, varias capitales europeas evitaron otorgar visibilidad oficial a autoridades taiwanesas para mantener relaciones fluidas con China. La decisión del Parlamento Europeo de abrir espacio a una vicepresidenta taiwanesa marca un giro. No es una expansión diplomática de Taipéi. Es Europa afirmando su capacidad de definir interlocutores sin aceptar restricciones externas.

Esto refleja algo clave: la política exterior vuelve a ser un ejercicio de soberanía, no una administración de temores.

Dependencia estratégica y autonomía tecnológica

Hsiao insistió en que la cuestión central no es militar, sino tecnológica. Cuando un país depende de un único actor estatal para insumos críticos o infraestructura digital, renuncia a parte de su capacidad de decisión. La autonomía tecnológica es hoy un componente directo de la autonomía política. Las democracias que no lo comprendan enfrentarán vulnerabilidades estructurales.

La reacción de Beijing ya no determina el resultado

China criticó la intervención, como lo ha hecho durante décadas ante todo contacto oficial con Taiwan. Pero esta vez la reacción no modificó el curso de los hechos. Europa no retrocedió. Lo significativo no es el reclamo, sino el límite de su eficacia.

Un cambio en el sistema internacional

La competencia entre China y las democracias no se define por aranceles ni fotografías diplomáticas. Se expresa en quién establece estándares tecnológicos, quién controla los datos y quién sostiene las reglas del comercio global. La eventual incorporación forzada de Taiwán alteraría esa ecuación y enviaría una señal visible sobre el costo de defender una democracia en el siglo XXI.

Lo que América Latina debe considerar

China es un socio económico relevante para la región, desde el cobre chileno hasta la soja brasileña y la manufactura mexicana. Pero la política exterior de Estado no se construye sobre dependencia coyuntural, sino sobre interés nacional sostenido en el tiempo.

Relacionarse con Taiwán no implica romper con Beijing. Implica ejercer autonomía estratégica. La experiencia comparada muestra que, cuando un país sostiene una posición clara y predecible, China continúa dialogando, porque también tiene intereses en juego.

Conclusión: definir antes de reaccionar

El caso de Taiwán evidencia que las regiones que definen sus propias prioridades influyen en el orden internacional. Las que solo reaccionan, lo padecen.

América Latina tiene margen para actuar. La cuestión es si tiene la voluntad política para ejercerlo.

Andrés Liang

Analista en política internacional y relaciones Asia-Latinoamérica