La intensificación de la pandemia y del número de contagios en Chile y el mundo está causando cambios en el panorama político. La oposición ha reaccionado, tal como lo hizo el año pasado, en la llamada primera ola de la epidemia, tomando provecho político de esta situación con el único objetivo de recuperar el poder. Ciertamente el gobierno ha cometido errores, pero el nulo reconocimiento del exitoso programa de vacunación y las mejores expectativas de recuperación económica solo han tenido una respuesta de demagogia y exacerbado populismo en el arco opositor, que es bastante extenso y variado. Justo es decir tambien que esta dinámica ha sido exacerbada por partidos miembros de la coalicion de gobierno, tal como lo reporta el acuerdo político de RN sobre apoyar el tercer retiro de fondos previsionales, contradiciendo el mensaje de La Moneda. Es decir, el populismo es transversal y busca servirse de aquel para las aspiraciones políticas de aquellos.
La creciente debilidad política del Presidente de la República ha contribuido también a su desplome en las encuestas, en las que ha llegado a límites muy bajos, teniendo efectos inmediatos en la votación por el llamado tercer retiro, y un verdadero frenesí en la carrera presidencial para el concurso de noviembre. Así podemos contar unas 14 candidaturas de todos los sectores que buscarán postularse a ese cargo, teniendo ello también efecto en las parlamentarias.
Llama la atención la fragmentación que se está produciendo en la izquierda, donde los sectores más extremos acumulan más de 30% de apoyo en las encuestas frente a los escuálidos resultados que presentan las candidaturas de Unidad Constituyente, que representa a los partidos de la ex Concertación. Esto los pone en un difícil dilema porque si participan en una primaria amplia, de toda la oposición, serán barridos por los sectores más extremos. Esto podría ser un anticipo de lo que ocurriría en una primera vuelta en noviembre. La búsqueda de una lista común de toda la oposición se ve como un formidable desafío porque, más allá de las profundas diferencias programáticas, la designación del candidato presidencial, en estos momentos en una primaria vinculante, gana con amplio margen la extrema izquierda, ya sea Jadue o Jiles. Cosa muy difícil de aceptar por la DC y por el PPD.
El panorama sanitario podría empezar a cambiar dramáticamente cuando se extienda el proceso de vacunación, tal como lo hemos constatado con los ciudadanos de mayor edad, que han reducido sustancialmente sus necesidades de atención en las instalaciones de salud del país.
En el plano económico se ha continuado insistiendo en las cifras de crecimiento del PIB para este año, entregadas en el IPOM, pero también por diversas entidades internacionales. Esas cifras, en mi opinión, corresponden a unas afectadas por la baja base comparación del año pasado, por tanto he sugerido que nos concentremos en evaluar el producto tendencial, una medida del PIB de mediano y largo plazo, que de acuerdo a mis cálculos, está en la vecindad del 2%, crecimiento que en estos momentos es insuficiente para aumentar el empleo de calidad, el consumo permanente y sostenible en el tiempo. Un esfuerzo modesto de doblarlo al 4% podría mejorar esa situación, pero para ello se requiere que la inversión se recupere vigorosamente, lo que con inestabilidad política es imposible.
La izquierda habla de los derechos sociales, pero no dice cómo se financian los mayores gastos públicos. El problema es que se financien con deuda pública, o sea, impuestos futuros, o impuesto inflación, como ocurre en Argentina. Por lo tanto, no solo es la lentitud que estamos observando en el proceso de recuperación de la economía, sino que también que hasta aquí ningún sector político se ha referido al efecto intertemporal del gasto fiscal, lo que tiene importantes implicancias para la solvencia futura del gobierno. (El Líbero)
Alejandro Alarcón
