La proyección de Turquía, entre Oriente y Occidente

La proyección de Turquía, entre Oriente y Occidente

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La semana pasada se llevó a cabo la Feria Internacional de Industria de Defensa (IDEF) en Estambul, Turquía. Este evento es singular, pues se celebra en una ciudad que ha representado históricamente el punto de unión entre Oriente y Occidente.

En su ópera prima Choque de Civilizaciones, Samuel P. Huntington, uno de los analistas políticos más influyentes de nuestros tiempos, describió a ambos como países con identidades divididas. Coincido en que Turquía y México tienen varias similitudes, tanto económicas como demográficas, por lo que vale la pena analizar algunas concurrencias para entender cómo México puede sacar provecho de sus aciertos.

Al igual que México, Turquía es miembro del G20 y tiene una diáspora significante (7.5 millones) en su vecino, la Unión Europea, específicamente en Alemania (6 millones de turcos) que apoyan a su economía mediante el envío de vastas remesas.  Si bien, Turquía es miembro activo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y aspira a sumarse a la Unión Europea, lo que lo ubica geopolíticamente en Occidente, su intención de también liderar el mundo islámico lo ubicaban a principios del siglo XXI, según Huntington, en un estado «estratégicamente desgarrado».

De igual manera, Huntington consideraba que México se encontraba en una posición geopolítica dividida entre su proximidad geográfica con Estados Unidos, lo que lo ubica en Norteamérica y sus raíces que crean una conexión cultural e histórica con el resto de Latinoamérica. Pero lo que emerge de la Turquía moderna, un estado secular en donde más de 95% de la población practica el islam, es algo diferente.

En los últimos 20 años, Turquía ha expandido su influencia en el Este de Europa, Medio Oriente, África y, sobre todo, Asia Central.  En esta última, ha establecido lazos geopolíticos fuertes con cinco países en la Organización de Estados Túrquicos, que en conjunto incluyen a otros 70 millones de túrquicos, por lo que varios analistas han identificado esfuerzos por restablecer un orden descrito como «Neo Otomano».

Desde luego, a diferencia de México, Turquía se ubica en un vecindario superpeligroso, con vecinos con severos problemas de seguridad como Siria, Irán e Irak, así como países históricamente hostiles, como Armenia y Grecia, por lo que tiene motivaciones adicionales de tener una industria de defensa fuerte. A su robusta presencia militar en el norte de Chipre, se han sumado ahora bases militares turcas en el norte de Siria, Qatar, Irak, Libia, Somalia, Azerbaiyán y Albania.

Pero lo que IDEF demostró, es que Turquía ha enfocado esfuerzos para desarrollar una base industrial y tecnológica de la defensa de primera, tras 20 años de enfoque, sus industrias ahora son capaces de producir tecnología que derrota a competidores que anteriormente eran considerados más avanzados tanto en el mercado internacional como en los campos de batalla de África, Medio Oriente, Asia Central y Europa del Este.

Las empresas de defensa turcas no solo son vastas, sino que desarrollan proyectos tecnológicos muy avanzados, como aviones de combate furtivos de quinta generación, aviones de no tripulados (drones), misiles hipersónicos, portaaviones, submarinos, fragatas, tanques, artillería, sistemas de comunicaciones encriptados y medios espaciales.

Sus productos y servicios no solo equipan a las fuerzas armadas turcas y de países aliados, sino en más de una centena de países que los ven como opción viable.Turquía está rebasando la expectativa de Huntington, demostrando al mundo que no necesita escoger entre Oriente y Occidente, al contrario, está trazando su propio camino en ambos y tiene claro hacia dónde va.  Hay mucho que aprender de Turquía. (El Heraldo de México Red NP)

Íñigo Guevara Moyano

Director de la Compañía de Inteligencia Janes

Académico visitante del Atlantic Council, en Washington DC