La oportunidad de un gran pacto tributario-Soledad Hormazábal

La oportunidad de un gran pacto tributario-Soledad Hormazábal

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La semana pasada la Cámara de Diputados rechazó una mala propuesta de reforma tributaria. Fundamentalmente había tres aspectos -que eran el corazón de la propuesta- sumamente complejos debido a sus negativos efectos en el crecimiento, la inversión y, en definitiva, la creación de empleos: i) la desintegración total del sistema para grandes empresas (actualmente tienen un sistema semi integrado que permite a los dueños usar como crédito el 65% del impuesto de primera categoría pagado), en la práctica esta medida reduce la tasa de retorno de los proyectos de inversión; ii) el impuesto a las utilidades retenidas que encarece el ahorro y iii) el impuesto a los súper ricos que incentiva la fuga de capitales.

La reforma tributaria rechazada tenía una meta de recaudación de 3,3% del PIB. Uno de los principales argumentos esgrimidos por el Gobierno es que Chile tiene una brecha de carga tributaria de 7,7 puntos del PIB con respecto al promedio de los países de la OCDE (diagnóstico expuesto en diversas presentaciones del Ministerio de Hacienda disponibles en su página web).

Sin embargo, diversos estudios señalan que la brecha en la carga tributaria sería considerablemente menor. Descontando la seguridad social, que en Chile no es recaudada por el Estado -a diferencia de la mayoría de los países de dicha organización-, la brecha con los países de la OCDE sería del orden de 3,0 puntos cuando se controla por ingresos (Horizontal 2022) y de 2,0 puntos del PIB cuando también se controla por estructura poblacional (Larraín, Perelló 2022). De cara a la discusión que se viene, será fundamental consensuar este diagnóstico.

Es importante precisar que la brecha en carga tributaria se explica fundamentalmente por la baja recaudación de impuestos a las personas: aproximadamente 2% del PIB en nuestro país versus 8,4% promedio en la OCDE. Esto último se debe al amplio tramo exento del impuesto a la renta que llega a aproximadamente un 75% de los trabajadores formales (Horizontal 2022).

El rechazo de este proyecto abre el espacio a que el Gobierno se decida a negociar en serio una reforma tributaria con la oposición, ya que es indispensable alcanzar un acuerdo amplio en esta materia dando estabilidad a las reglas del juego.

No se puede seguir presentando proyectos de reforma tributaria con la llegada de cada nuevo Gobierno. Se requiere un pacto tributario transversal de largo plazo que entregue estabilidad y que permita recaudar más, pero que no desincentive la inversión, el crecimiento y la creación de empleos. No podemos olvidar que, como señala Manuel Agosin, si nuestro país creciera 4% anual en los próximos 10 años, la recaudación tributaria crecería en 54%.

En la discusión que viene, no puede obviarse la necesidad de ampliar la base del impuesto a la renta, acercándonos a la realidad de los países desarrollados con los que nos gusta compararnos. Sabemos que reducir el tramo exento lleva a que aumente el pago de impuestos de todos los tramos superiores, ya que, al incrementar un escalón al principio, se elevan todos los que vienen. Políticamente es un desafío no menor, pero un acuerdo amplio lo podría hacer más viable.

Un pacto tributario amplio no puede dejar de contener la revisión de la eficiencia del gasto público. Si el Estado pide un esfuerzo adicional a sus ciudadanos, es su deber velar porque los recursos se gasten de manera eficiente y justa.

Es materia de discusión política el tamaño óptimo del Estado. Aumentar los impuestos tiene pros y contras que se sopesan distinto según las posiciones ideológicas. Por esto, una medida de acuerdo podría ser cerrar la brecha de carga tributaria con los países de la OCDE y buscar los instrumentos que permitan lograrlo, minimizando el costo en crecimiento económico.

Es de esperar que el sistema político tome esta oportunidad que se presenta, llegue a consensos en los diagnósticos y busque acuerdos duraderos. El país lo requiere. (El Líbero)

Soledad Hormazábal