¿Los actuales candidatos presidenciales son los que espera la ciudadanía? ¿Hay una correlación entre oferta y demanda presidencial? De acuerdo con diferentes cifras y reflexiones creemos que actualmente hay una brecha que separa estos dos mundos: los actuales candidatos ya conocidos versus los candidatos que anhela la ciudadanía y que están por descubrirse en el mediano plazo.
Las encuestas mensuales de Data-Influye, que han monitoreado durante años las decisiones presidenciales, muestran sistemáticamente que las personas que declaran ya contar con un candidato presidencial o estar casi convencidas de tener una opción oscilan entre el 30% y el 35%, mientras que los entrevistados que declaran indecisión, vacancia o que derechamente esperan que aparezca alguien nuevo se mueven entre el 65% y el 70% restante, cifras bastante altas, a poco más de un año de la próxima elección presidencial.
No es insólito que este número sea tan alto, pues la oferta actual es un tanto antigua y tradicional. Al revisar las menciones espontáneas de la encuesta Pulso Ciudadano de finales de julio, se observa que en torno al 50% expresa una opción definida (Matthei, J. A. Kast y Bachelet). Todos son nombres ya consolidados, de políticos y políticas chilenos con vasta experiencia en campañas y ejercicio del poder.
Una hipótesis que ronda sobre la opción hacia estos nombres puede representar al menos dos opciones: la necesidad de presidenciables ya conocidos (y por lo tanto confiables, especialmente Bachelet y Matthei) o un reflujo inercial de lo que ha estado presente los últimos 12 años y que tiende a llenar el espacio presidencial. En esta línea, no sería una sorpresa que, si el expresidente Sebastián Piñera estuviera vivo, acompañara a los nombres antes citados. Estas menciones no sabemos aún si son un deseo real (ambicionado) o solo un nombre que se menciona ante la ausencia de otros más motivantes.
¿Qué pasa con la demanda presidencial de la ciudadanía? Mi hipótesis es que esta demanda, en al menos dos tercios, está hoy insatisfecha, vacía, esperando la llegada de otros nombres o alternativas que sintonicen emocional y aspiracionalmente con este electorado, ya experimentado en votar con consecuencias los últimos tres años. Hablo de rostros que muevan y representen algo más que la inercia actual o el tradicional “ya la conocemos y sabemos lo que hará”.
En agosto de 2020, en un Chile en pandemia y que debatía ante el primer plebiscito en la ruta constitucional, Daniel Jadue y Joaquín Lavín concentraban casi el 30% de las preferencias de la encuesta Data-Influye de ese mes. Luego, Pamela Jiles, Franco Parisi y José Antonio Kast reunían algo más del 15% entre todos. Del menú de nombres citados, estuvieron en la segunda vuelta solo José Antonio Kast, mientras que Gabriel Boric era solo un diputado destacado y ya conocido del Frente Amplio.
Hoy la tendencia general es irrumpir en las elecciones presidenciales y los casos son numerosos en América Latina y ahora también en los Estados Unidos. Irrumpir no es aparecer de la nada y convertirse en opción presidencial, es ya ser conocido, pero en otro plano situacional, y que de la noche a la mañana un número significativo de electores indican al elegido como alguien que puede interpretar (o resolver) apropiadamente el momento electoral.
El caso de Kamala Harris así lo demuestra. Meses antes, ella solo generaba dudas a Biden; incluso días antes de la retirada del actual presidente seguían las dudas sobre su pertinencia electoral como vicepresidenta. Una vez conocida la renuncia del candidato demócrata, ella apareció como si siempre hubiese sido la opción correcta, a tal punto que hoy tiene serias posibilidades de triunfar en noviembre. Boric, Milei, Noboa, Schoof, Meloni y Harris siempre estuvieron, pero no estaban en la mente meses antes del “momentum”.
Ahora solo queda esperar a las elecciones municipales y de gobernadores de octubre, y tal vez algunas renuncias de directivos gubernamentales y alineamientos políticos de fin de año, pero antes de marzo o abril de 2025 no sabremos quiénes serán los que finalmente lleguen a la papeleta presidencial de noviembre. Todo aún está por descubrirse. (El Mostrador)
Axel Callis