Alguien se equivoca o miente, pero nadie lo dice. Porque no puede ser que argumentos contrarios le hayan servido al oficialismo y a Chile Vamos para alinear a sus huestes y votar a favor la reforma previsional. La izquierda, asegurando que es el inicio del fin de las AFP y del sistema de capitalización individual. Y la derecha, jurando que con esta reforma se fortalece y legitima la capitalización individual. La ministra comunista Jeannette Jara y José Piñera celebrando la misma ley, pero por motivos contrarios.
Pero entre los políticos que negociaron no se engañan. Llegaron a un acuerdo y a las huestes había que decirles lo que querían oír para que votaran a favor de lo transado. Esto el gobierno lo recogió como indicaciones que ingresó al Senado hace 15 días para que la votación en el Congreso fuera bajo presión. La Cámara recibió las 800 páginas el miércoles y en el mismo día aprobó todo a saco.
¿Pueden equivocarse tanto la gran mayoría de los parlamentarios (110 diputados y 40 senadores) que la aprobaron, con sólo 38 y 7, respectivamente, en contra? Por supuesto que sí. Hoy ni siquiera los promotores de los tres retiros de los fondos de pensiones, como el Presidente Boric, se atreven a negar que estos le hicieron un inmenso daño a Chile, reflejado en menores pensiones, inflación y el alza de los intereses que han golpeado los créditos hipotecarios por los más de 50 mil millones de dólares de ahorro que se disiparon en consumo. Bueno, el tercer retiro, en abril de 2021, lo apoyaron más de 2/3 de los senadores y la reforma tributaria de Bachelet 2, que fue otro fracaso, la respaldó la oposición con los mismos argumentos que daba un negociador de entonces y de ahora, el senador Juan Antonio Coloma, que “un acuerdo es bueno para el país”.
La única diferencia es que Bachelet 2 tenía mayoría en el Congreso. Boric, no. Y aunque Chile Vamos lo ha vendido como una fantástica noticia que se traducirá sólo en buenas cosas, y que la alternativa era “no hacer nada”, eso tampoco es cierto. Existían los mínimos comunes sobre los cuales había consenso transversal. Entre los importantes: subir gradualmente el porcentaje de cotización sin afectar el debilitado empleo, flexibilizar las inversiones, introducir mayor competencia para reducir las comisiones. Pero, aunque Boric aseguró que privilegiaron “el acuerdo por sobre la lógica del todo o nada”, es cierto que tuvieron que renunciar a que un ente único estatal recaudara toda la cotización, borrando a las AFP, pero no estuvieron dispuestos y preferían “nada” a ceder en crear un nuevo pilar solidario que, pónganle el nombre que quieran, administrará el Estado como reparto: con el 1% para igualar brecha de mujeres al pensionarse y el 1,5% que ya pagaban los empleadores para el Seguro de Invalidez y Sobrevivencia (SIS). Además, tendrá a su cargo otros 1,5 puntos de cotización como préstamo forzoso de los actuales cotizantes para subir las pensiones de los jubilados. Total, a cargo del Instituto de Previsión Social, IPS: 4 puntos adicionales de cotización.
Están por verse las consecuencias de legislar así, sin preguntar al Consejo Consultivo Previsional y dándole un par de días al Consejo Fiscal Autónomo para presentar sus reparos frente a la afectación de las cuentas públicas. Pero la mayoría de los actuales responsables políticos no estará activa para ver en 20 o 30 años más si la mayor intervención estatal y cambios estructurales fracasan y se traducen en un hoyo fiscal, en un sistema menos rentable o en una carga insostenible para los trabajadores activos. Mucho se valora introducir mayor competencia y bajar las comisiones, pero si acaso eso se traduce en mayores comisiones por las que cobrará el IPS, ¿alguien reclamará o recordará que, si las AFP hubieran continuado administrando el alza de 7 puntos en la cotización, los afiliados no pagarían doble comisión, sino que sólo la misma que hoy? ¿Y si la licitación de afiliados cada 2 años se traduce en una pérdida de rentabilidad de las inversiones que no compensa una supuesta menor comisión? ¿O si bajar el encaje para que ingrese más competencia se traduce en una pérdida de las inversiones de propiedad de los trabajadores, lo cual no ha ocurrido en los casi 45 años del sistema?
Son muchas las inquietudes planteadas por los expertos (yo no lo soy) que no obtienen respuesta hoy en términos de minimizar los riesgos. Pero sí hay cuestiones evidentes en vísperas de las próximas elecciones generales. La oposición decidió enfrentar dividida la reforma más importante de este gobierno, la cual el oficialismo se negó a abordar antes con Bachelet 2 y Piñera 2. Aunque en la encuesta de Cadem de la semana pasada el 52% de la derecha rechazaba la reforma, Chile Vamos continuó adelante con la negociación express, descalificando a quienes no siguieran a sus próceres de RN, la UDI y Evópoli, tildándolos de extremos y sin coraje, y buscando diferenciarse, como mejores personas, de José Antonio Kast o la emergente figura de Johannes Kaiser.
No hay dudas que ésta será la reforma eje del legado de Boric. En septiembre del próximo año estará celebrando el alza de la PGU (incluida en el acuerdo), justo cuando comienza la campaña electoral y ya estará en funciones el nuevo Ministerio de Seguridad. A lo anterior se añaden las cantinelas con dinero ajeno que valora esta administración (reducción de jornada a 40 horas, reajuste del sueldo mínimo y el término de la “deuda histórica con los profesores”). Con el hijo de su actual polola en brazos, continuará arengando a sus leales huestes a continuar luchando unidos para terminar lo iniciado y retomar en la campaña presidencial la bandera de “No más AFP”.
Al otro lado, es probable que la fractura que abrió esta negociación de Chile Vamos con JAK, Kaiser, el mundo Social Cristiano y facciones de Demócratas y Amarillos, tenga a la oposición con varios candidatos y listas parlamentarias que dejarán en el olvido el sueño de obtener mayoría en el próximo Congreso. Y hasta podría escapársele La Moneda, lo cual parecía un hecho cierto frente a la ineptitud de este gobierno.
Queda poco tiempo para sanar las heridas y para que Chile Vamos convenza que es la mejor alternativa de la oposición para enfrentar a la izquierda. (El Líbero)
Pilar Molina



