La indeleble huella de Jaime Guzmán

La indeleble huella de Jaime Guzmán

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Han transcurrido 28 años desde que un grupo de cobardes terroristas asesinó con armas de fuego al entonces senador y fundador de la UDI, Jaime Guzmán Errázuriz. Un brillante académico y político, quien, por su gran intelecto y pensamiento, fue considerado una amenaza para un sector de la izquierda, que decidió matarlo en plena democracia con el propósito de acabar con la enorme influencia de sus ideas.

Pero sus victimarios se equivocaron rotundamente. Lejos de destruir su impronta, la muerte de Jaime Guzmán no hizo más que acrecentar su figura y proyectar su legado, traspasando a las nuevas generaciones las profundas convicciones que él siempre mantuvo en las más distintas materias de interés público.

En todos los aspectos, Guzmán demostró ser un amante y defensor de la vida y un incansable servidor público, cuya fuente de inspiración fueron los más pobres, razón que explica su decisión de hacer de la UDI un proyecto político de raigambre popular.

Y si hay algo que lo distinguió con particular énfasis, fue el hecho de que Jaime Guzmán, más que un teórico, fue por sobre todo un hombre de terreno, al que le gustaba estar en permanente contacto con las personas, para conocer sus realidades, anhelos, temores y prioridades.

Por eso, no era casualidad que repitiera con frecuencia que la clave del éxito consistía en 10% de inspiración y 90% de transpiración. En el caso de él, su motivación y entrega fueron siempre al máximo, transmitiendo compromiso y energía, características que impulsaron a muchos de quienes lo conocieron a seguir su ejemplo y sumarse con el mismo entusiasmo a la UDI.

La mejor forma que tenemos los actuales dirigentes del partido de preservar el legado de Jaime Guzmán es continuar poniendo en práctica sus postulados y la manera en que el senador entendía el servicio público. Es decir, trabajar arduamente por el bienestar de los chilenos, actuando con honestidad y humildad.

Si bien las ideas de Guzmán perduran, hay algo muy propio de él que se llevó y que ha sido imposible reemplazar: su capacidad para debatir con argumentos, respetando el pensamiento y la opinión de los demás, aunque no coincidiera con la de él, y su pragmatismo para alcanzar acuerdos con otros sectores políticos.

Guzmán tenía, además, algo que en los tiempos actuales es muy escaso: decía lo que pensaba sin importar el costo político que ello tuviera, o cuánto podía impactar en su popularidad. Esa hidalguía fue la misma de la que se aprovecharon sus asesinos para matarlo, pues, pese a que lo habían amenazado en varias ocasiones, nunca quiso tener más seguridad personal que la certeza que le otorgaban sus convicciones.

Quienes formamos parte de la UDI nos sentimos orgullosos del privilegio que tenemos de que el fundador del partido más importante de Chile haya sido un hombre brillante, de una gran estatura moral y una enorme sensibilidad social. Son esas cualidades las que han marcado la trayectoria de nuestra colectividad a lo largo de su existencia, y que hoy constituyen el corazón de la clase media y los sectores populares que se sienten representados por la UDI.

Por lo mismo, no nos cabe duda de que Jaime Guzmán sigue vivo, no solo en la memoria de todos quienes lo admiramos, sino también en los logros que ha alcanzado Chile en las últimas décadas, donde sus ideas han sido grandes protagonistas de ese desarrollo.

Jacqueline van Rysselberghe
Senadora y presidenta de la Unión Demócrata Independiente

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