Se ha elegido como chivo expiatorio de la múltiple situación delincuencial que afecta a Chile (desde la común hasta la terrorista y el narcotráfico) a Carabineros, del cual se propone la modernización, un concepto vago e impreciso.
Es cierto que esa institución ha mostrado en los últimos años deficiencias y errores producidos fundamentalmente en el control del ejercicio presupuestario. También hubo imperfecciones en la realización de actos de inteligencia, planificados con torpeza, pero sin más ánimo que lograr éxito en diligencias de interés nacional. Todo lo anterior se encuentra en avanzado proceso de investigación y sanción y afecta a un número ínfimo de personal institucional, mientras el resto —más de 55 mil mujeres y hombres— siguen creyendo y aplicando aquello de que son emblema del sacrificio. Así lo demuestran cotidianamente y cotidianamente también se falta el respeto a los 103 años de prestigio internacional y al anónimo sacrificio que se cuaja en los 1.500 mártires, sus viudas, padres, hijos y nietos que hoy deben soportar el insulto que se hace a su memoria suponiendo que la institución por la que murieron sus deudos está anticuada.
Carabineros necesita rectificaciones, pero ellas debieran proyectarse y realizarse desde dentro, con aprobación, por cierto, de la autoridad política. Solicitar la intervención de la institución, como propone el senador Guillier, es poner la guinda en la torta de la anarquía que unos pocos quieren se coma el país. El señor Presidente, en nombre de los chilenos puede realizar un acto de confianza en la superioridad de la institución, en especial en el nuevo general director, y encargarle un plan de reestructuración con las mismas dotaciones y recursos que atienden. Sin duda, Carabineros no defraudará el acto de confianza que sobradamente merece se le otorgue.(El Mercurio Cartas)
Enrique Krauss Rusque



