La gran victoria de Boric

La gran victoria de Boric

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Aunque el Presidente Gabriel Boric incuestionablemente falló en su intento de terminar con el modelo del libre mercado en Chile, la reforma de pensiones que acaba de pasar en el Congreso pudiera convertirse en un inocente primer paso que eventualmente termine por destruir el sistema de capitalización individual.

Precisamente porque el acuerdo supone que en los próximos 30 años estaremos en un periodo transitorio que obligará a los trabajadores a destinar parte de sus fondos para financiar las pensiones de los que ahora están jubilados, hay un riesgo no trivial de que esta transición se convierta en el esquema permanente para financiar un sistema de pensiones de reparto. La forma en que los gobiernos de distinto color político y los candidatos presidenciales en cada ronda electoral reaccionen a la tentación de fortalecer el pilar solidario y debilitar el pilar de capitalización individual irá dilucidando si esta reforma fue un momento memorable de la política chilena o si fue la primera termita de una plaga que terminó por derribar uno de los principales pilares del modelo económico vigente en Chile.

La decisión de los partidos de derecha de forjar un acuerdo con el gobierno que consistiera en que cada parte hiciera concesiones importantes terminó siendo un mejor negocio para el gobierno que para la oposición. Si bien el gobierno inicialmente quería poner fin al sistema de capitalización individual y abolir las AFP, el acuerdo final no modifica el 10% de las cotizaciones que actualmente van a las AFP y, de aplicarse tal como está diseñado, en 30 años más hará que todo el 16% de la cotización vaya a las cuentas individuales. Eso pudiera parecer una derrota ideológica incuestionable para el gobierno. Pero el gobierno logró meter una importante cuña en el acuerdo. Por 30 años, una parte de las cotizaciones mensuales de los trabajadores irá para financiar el sistema de reparto. La promesa de este mecanismo de tomar parte de las cotizaciones de hoy para financiar las pensiones de hoy se terminará en 30 años pudiera no materializarse nunca. Es más, precisamente porque la derecha tradicional aceptó el principio de que se puede usar plata que debiera ir a las cuentas de ahorro individuales de pensiones para mejorar la jubilación de los que ahora están retirados, el gobierno de Boric puede celebrar que, por primera vez desde que se echó a andar el sistema en 1982, se validó la idea del reparto en su forma más simple y clara: parte de las cotizaciones de hoy van a financiar las pensiones de hoy.

Es cierto que el gobierno hábilmente introdujo el concepto de que esos dineros constituirían un préstamo que sería reembolsable. Pero firmar un cheque a fecha que vence en 30 años es una forma muy elegante de sugerir que no hay certeza de que se devolverá el dinero con los intereses que pudiera haber generado tenerlo depositado en las cuentas de ahorro individuales de las AFP.  Si el gobierno sigue avanzando a paso lento pero seguro por el camino de mayor endeudamiento, será más improbable que alguna vez se devuelvan esos dineros que pronto empezarán a ir a las arcas públicas para financiar una mejora en las pensiones de los que hoy están jubilados.

Mientras el gobierno logró meter el componente de reparto en el sistema, la derecha renunció a su sentida promesa de que todo el dinero de las cotizaciones iría a las cuentas individuales. Los líderes de derecha que hoy intentan explicar que el 16% de las cotizaciones irá a una cuenta individual (pero que eso ocurrirá en 30 años) deben convencer al electorado que el compromiso que hizo la clase política de hoy será respetado por la clase política en 20 años, en 10 años o incluso en el próximo gobierno. Así como bastó una mayoría simple para promulgar esta ley, bastará una mayoría simple en cualquier gobierno futuro para modificar el calendario de implementación del acuerdo o para fortalecer el mal llamado pilar solidario-el sistema de reparto.

Una parte de la derecha cree que este acuerdo facilita el camino para que Evelyn Matthei gane la elección presidencial de 2025. Al aprobar esta ley, esos líderes creen que se despeja el tema de pensiones y que se fortalece el sistema de capitalización individual. Eso le haría la vida más fácil a Matthei en caso de ganar la presidencia. Pero las elecciones no se ganan hasta que la gente va a votar. Este acuerdo envalentona a la izquierda.

El Presidente Boric suma un segundo legado a su gestión, primero, las 40 horas semanales y ahora una reforma de pensiones que introduce el sistema de reparto. La izquierda puede convertir la profundización del reparto y una mayor celeridad en la implementación del aumento de la PGU en una bandera de lucha en la campaña de 2025.

El descontento en la derecha más dura puede alimentar el apoyo a José Antonio Kast o Johannes Kaiser. Aunque no quiera hablar de las pensiones, Matthei deberá fijar postura sobre un tema en el que, hoy por hoy, la izquierda es ganadora y la derecha tradicional debe explicar por qué pasó de defender el lema del “con mi plata, no” a argumentar que “con mi plata, sí, pero solo por los próximos 30 años”.

La política siempre es dinámica y las victorias se construyen con aciertos y errores. Con la promulgación de esta reforma de pensiones, el Presidente Boric y su coalición de izquierda cosecharán más beneficios y apoyo que los va a poder cosechar la derecha tradicional que deberá ahora buscar formas para asegurarse de que la clase política cumpla este compromiso pactado hoy a 30 años plazo. (El Líbero)

Patricio Navia