La gobernabilidad según Boric

La gobernabilidad según Boric

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“Que no haya el nivel de protestas del 2011 o el 2019 no es suerte, es gobernabilidad”. Las palabras son del Presidente de la República, Gabriel Boric, y fueron emitidas en una entrevista televisiva que formó parte de un intenso plan de despliegue comunicacional post Cuenta Pública.

La aseveración nos lleva inevitablemente a la pregunta respecto a qué es la gobernabilidad. Como planteó uno de los politólogos más importantes del s.XX, Samuel Huntington, en El orden político en las sociedades en cambio (1968), la estabilidad política —y por tanto la gobernabilidad— depende del equilibrio entre la autoridad de las instituciones gubernamentales y el grado de movilización o fuerza de las instituciones opositoras. Cuando la participación política supera la capacidad institucional, sobreviene la inestabilidad. Por ende, la gobernabilidad requiere de dos partes: gobierno y oposición.

La oposición durante el cuatrienio de la segunda administración de Sebastián Piñera estuvo al borde de lo que se conoce en la ciencia política como oposicionismo desleal a la usanza de la definición de Juan Linz. Una oposición que buscó por todos los medios derrocar al Gobierno, presentando inclusive dos acusaciones constitucionales en contra de Sebastián Piñera, y que no escatimó en recursos para agitar la calle y validar por acción u omisión expresiones radicales de violencia y anomia, las que primaron durante la fase más oscura del estallido de 2019. El propio Boric así lo reconoció en el marco de los funerales de Estado del ex mandatario: “Durante su Gobierno, las querellas y recriminaciones fueron más allá de lo justo”.

Por el contrario al trato brindado por él y su coalición a Piñera y su Gobierno, Boric sí ha recibido un trato justo por parte de la oposición. Pese a la crisis de seguridad e inmigración irregular, a la deteriorada situación económica, a la auténtica emergencia laboral y a la crisis de corrupción con líderes del Frente Amplio como protagonistas y actores de reparto de múltiples tramas y esquemas de faltas a la probidad, la actual oposición jamás ha intentado desestabilizar.

Por el contrario, incluso un sector de ella ha concurrido a acuerdos con el Gobierno y, si bien ha existido un polo de opositor más frontal con el Gobierno, su accionar nunca ha ido más allá de la aspereza del tono. Las derechas saben que su opción de alternancia se juega en las urnas y no en la agitación social.

La ironía, entonces, es que el mismo Presidente que hoy reivindica la gobernabilidad fue parte de una coalición que no dudó en ponerla en entredicho cuando estaba del otro lado del poder. Su interpretación actual, que atribuye la ausencia de protestas al mérito de su conducción política, omite deliberadamente ese giro de 180 grados en su propia conducta como actor opositor. No es la gobernabilidad lo que ha cambiado, es su relación con el poder.

Aunque el Mandatario se niegue a aceptarlo. La oposición, en lugar de actuar con revanchismo, ha optado por la responsabilidad.

La gobernabilidad es una condición política, no una narrativa de gobierno. No es como Boric la describe: es lo que efectivamente hoy celebra, pero otrora decidió no respetar. (Ex Ante)

Jorge Ramírez