La fiesta de Jeannette

La fiesta de Jeannette

Compartir

Yo soy como ustedes. Ella es como nosotros. Tal es la síntesis del triunfo de Jeannette Jara en las primarias de la izquierda.

Fueron sus cualidades personales las que primaron.

Ya se ha dicho casi todo sobre el carisma y empatía de la candidata; se ha dicho poco sin embargo sobre la primaria de la izquierda en el contexto más amplio de la izquierda chilena.

Si sumamos los votos de Jara y Gonzalo Winter, tenemos que casi el 70% del electorado de izquierda corresponde a la izquierda dura; hablemos de lo que fue Apruebo Dignidad (PC y Frente Amplio).

El Socialismo Democrático es un 28%; una fuerza subordinada electoralmente (lo fue desde 2021), pero con un poder blando que se impuso en el actual gobierno bajo el liderazgo de Mario Marcel y Carolina Tohá (y de Gabriel Boric, quien asumió a cabalidad las banderas de la socialdemocracia entre la primera y segunda vuelta). Fue la impronta socialdemócrata y reformista la que se impuso bajo el actual gobierno, y Jeannette Jara fue parte de aquello.

Que nadie se equivoque: Jara puede pasar a segunda vuelta sin problemas. Boric pasó a segunda vuelta con el 22% de los votos en primera vuelta (en la que fue derrotado por José Antonio Kast). Ella tendrá mucho más que eso.

Una segunda vuelta entre Kast y Jara es lo que está en el aire; esa es la sensación térmica. El horno no está para posiciones moderadas. Vivimos “La política en tiempos de indignación” (Daniel Innerarity). Los indignados de la derecha están con Kast. Los indignados de la izquierda están con Jara. El centro es un casillero vacío, carente de representación política.

Jeannette Jara tiene cuatro meses para girar hacia la socialdemocracia (lo que Boric hizo en 30 días); tiene cuatro meses para reconocer la obra de los presidentes de la Concertación. Tiene cuatro meses para distanciarse, en la medida de lo posible, del PC, sin renegar de su militancia y de su pasado.

Ella tiene un argumento formidable: hay que detener y construir una alternativa a la ultraderecha en el mundo, cuyo guaripola es Donald Trump y cuyo representante en Chile es José Antonio Kast.

Fue lo que ocurrió con el Frente Popular en 1938, con el triunfo de Pedro Aguirre Cerda. La tesis del Frente Popular surgió desde la Internacional Comunista para hacer frente a la amenaza del fascismo.

Jeannette Jara, si se imponen su intuición y sus pulsiones, será la continuadora de Pedro Aguirre Cerda y el Frente Popular, y de Michelle Bachelet y la Nueva Mayoría. No habrá palabras sobre Allende y la Unidad Popular.

Será la candidata de una izquierda blanca, amable, que apela a la esperanza.

La derecha cometería el error de su vida si enarbola las banderas del anticomunismo. Es lo que ella necesita: transformarse en víctima.

El PC ha estado cuatro veces en el gobierno, con Aguirre Cerda, Allende, Bachelet y Boric. No solo es el principal partido comunista sobreviviente en Occidente, sino el único que está en el gobierno y en el parlamento con cuatro ministros, dos senadores y diez diputados.

¿Será posible para Jara sobreponerse al lastre de su militancia política? La respuesta la dio Loreto Cox en estas mismas páginas (“Primarias”): la gente vota por Jara no por su militancia política, sino a pesar de ella.

Si la actual oposición termina por cobijarse en las banderas de la ultraderecha y el anticomunismo, le estará pavimentando el camino a la abanderada de la centroizquierda, la moderación y la esperanza.

En la fiesta de Jeannette habrá muchas empanadas y vino tinto, mientras que la hoz y el martillo brillarán por su ausencia. (Emol)

Ignacio Walker