La Centroizquierda-Oscar Guillermo Garretón

La Centroizquierda-Oscar Guillermo Garretón

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En estos últimos decenios, sólo la centroizquierda ha podido dar gobernabilidad democrática prolongada a un país culturalmente de centroizquierda. Por eso su inocultable crisis es más relevante que otras.Su ruptura con la sociedad y pérdida de sintonía con el pueblo de centroizquierda está reflejada en la opinión mayoritaria sobre sus reformas, su gobierno y sus líderes. Su lamentable ejecución  de políticas sociales (educación, salud), sus reformas mal hechas y una economía semiparalizada de desempleo creciente, entrañan un quiebre con la aptitud de dar buen gobierno del pasado. Las tensiones y crisis cada vez más notorias entre y dentro de sus partidos, hablan de ausencia o debilitamiento de un proyecto compartido de futuro.

Si me atengo a esa realidad la Nueva Mayoría (NM), más que primera versión de algo distinto, tiene  rasgos de quinta versión, entre decadente y terminal, de la exitosa coalición que llegó a gobernar en 1990.

Esto no es gratuito. Por primera vez en decenios surgen por su flanco izquierdo variopintas fuerzas políticas alternativas a la izquierda de la coalición, así como organizaciones sociales que desafían la representatividad mermada de aquellas apadrinadas desde la NM.

Por el flanco de centro también cunde la desafección. Nacen nuevas opciones de centro, algunos desertan y otros se transforman en oposición interna. Y esa clase media emergente, menos orgánica pero más masiva que la sangría de izquierda, se desapega de la NM, tanto por frustración de sus anhelos reformistas como porque tiene algo más que cadenas por perder si la economía y el empleo se deterioran,  avivando su mayor pesadilla: volver a la pobreza e inseguridad de donde habían salido.

Tampoco es menor que mucha intelectualidad de izquierda y centro se sitúe fuera de las fronteras de la coalición, mientras los ideólogos oficialistas del “nuevo modelo” se deprecian al ritmo de la declinación de ésta.

Es tiempo de reaccionar. La coalición y sus partidos se han desdibujado como identidad político cultural de centroizquierda y así, contribuyen además a diluir esa identidad en la sociedad. Paga además ante la ciudadanía un costo mayor que la derecha por la parte que le toca en los escándalos de financiamiento de la política y tráfico de influencias. El vínculo entre derecha y dinero está asumido hace rato.

El cuadro político ha entrado en agonía. No sintoniza con el cambio vivido por Chile y el mundo. Se percibe anquilosado, burocratizado y privatizado. Debilita las instituciones.

Tampoco  las separaciones de aguas en la sociedad son las del siglo XIX entre capitalismo y socialismo. La humanidad ha tenido casi dos siglos para evaluar aquello en que acertó y erró cada uno en sus apuestas de futuro. Nuevas realidades interpelan a la política. En todo, el planeta vive tiempos de cuestionamiento y reorganización.

Quienes se propongan liderar la cultura política de centroizquierda y recuperar sintonía con la sociedad, deben repensar sus visiones, sus proyectos, su forma de gobernar y, por cierto, su orgánica política. Su obligación más imperiosa es la discontinuidad. (La Tercera)

Oscar Guillermo Garretón

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