“Desde el nacimiento, las mujeres enfrentamos una brecha de opresión, que se va profundizando a lo largo de la vida”. Fue la durísima interpelación de una joven, dirigente de una ONG que trabaja temas de género. Esto, en el contexto del IV Congreso Social esta semana en la UC.
A pesar de que la visión pudiera parecer excesivamente pesimista, los datos presentados en el mismo encuentro parecen tristemente corroborarlo. El reciente Informe GET 2018, elaborado por Comunidad Mujer y presentado ahí por Esperanza Cueto, hizo un seguimiento de brechas (medibles) que van apareciendo a lo largo del ciclo de vida de las mujeres. Al comienzo (Simce 4° Básico), en niñas de 9 años no existe brecha; incluso, ¡las niñas superan a los niños! Pero, la ventaja dura poco.
En la adolescencia, las pruebas ya muestran brechas importantes en favor de los varones, especialmente en matemáticas y ciencias. Mientras que en los hogares, las actividades de niños y niñas comienzan a diferenciarse. El Informe EANNA (MDS) da cuenta de una significativa mayor participación de niñas adolescentes en las tareas domésticas (aseo, cocina, lavado) comparado a hombres de misma edad. Posteriormente, aparece la brecha en PSU, todo lo cual se proyecta a carreras, y al mercado laboral en amplísimas diferencias salariales y menor acceso a posiciones superiores, para culminar en una enorme brecha en pensiones hacia el final de la vida.
¿Están mejorando las cosas para las mujeres? Temo que no. En lo laboral, la participación de la mujer (48%) viene creciendo a una tasa en que se requerirá 90 años para igualar la masculina (71%). La mediana de ingresos de mujeres trabajadoras es 21% inferior al hombre (INE), inamovible desde que hay datos comparables (2010). La proporción de informalidad en trabajo femenino se mantiene constante por encima de los hombres desde hace años. ¿Señales de mejoría? En realidad, poco o nada.
El diagnóstico está claro y es preocupante. Lo peor, las soluciones vía políticas públicas no son evidentes, toda vez que las causas son discutibles, y en gran medida proceden de ámbitos donde el Estado llega con dificultad, como son la crianza de los hijos, vida en pareja y las opciones individuales.
Se entiende la dura queja de las jóvenes estudiantes, la rabia, la demanda por cambios radicales. También, la relevancia extrema que ha adquirido este año el movimiento feminista en la vida universitaria, más determinante hoy que las tradicionales posturas relacionadas a izquierda o derecha.
Fue una dura interpelación de esa estudiante en el Congreso Social UC, también de Comunidad Mujer. Ahí está la brecha que crece; un gran desafío, por el momento sin respuesta. (La Tercera)
Roberto Méndez