“La bancarrota de Friedman”

“La bancarrota de Friedman”

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Si la cita de Friedman a la que alude Eugenio Tironi en su última columna no se interpreta con la estrechez con que él lo hace, sigue siendo perfectamente válida y no ha caído, como él dice, en bancarrota.

Friedman dijo que “la única responsabilidad social de las empresas es usar sus recursos en actividades diseñadas para incrementar sus ganancias, siempre y cuando lo hagan dentro de las reglas del juego, es decir, involucrándose en una competencia abierta y libre, sin engaños ni fraudes”.

Si como resultado de los cambios en la sociedad, para lograr esas ganancias es necesario “recurrir a imperativos de justificación que apelen a valores que están fuera de ellas”, o “a insertar su actuación en un relato que las trascienda” o a “invocar los derechos humanos, proteger el medio ambiente, propender a la igualdad de género, o al combate al cambio climático”, entre otras, como sugiere Tironi, entonces siguen estando, consciente o inconscientemente, bajo el paraguas de la cita de Friedman.

En efecto, las empresas recurren a esas motivaciones, en algunos casos, solo para aumentar sus ganancias, y en otros, genuinamente. Pero incluso en este último caso, se dan cuenta de que no hacerlo les impide, en el largo plazo, maximizarlas. En un ambiente competitivo, las empresas subsisten solo cuando maximizan sus ganancias de largo plazo. Pero cuando así actúan crean valor para la sociedad —en todos aquellos ámbitos a los que debieron recurrir para lograrlo—, que es, en último término, la “responsabilidad social” a la que la cita de Friedman apunta. (El Mercurio)

Alvaro Fischer

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