La Alianza no da con el tono

La Alianza no da con el tono

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EL 3 de agosto, la encuesta Adimark de julio fue particularmente bien recibida por la oposición.

Por primera vez desde que la Presidenta Bachelet regresó a La Moneda en marzo de 2014, se rompía la tendencia que había imperado durante los últimos 16 meses. Si hasta entonces la ciudadanía se sentía mayoritariamente identificada con el gobierno, ese día la oposición alcanzó un 34% y superó en dos puntos a quienes se declaraban más cómplices con el gobierno. Ese punto de inflexión se vio reforzado este miércoles, cuando los resultados del sondeo correspondientes a agosto revelaron que quienes se identificaban con la oposición subieron a 37% y los que se declaraban de gobierno se mantenían en 32%.

Aunque en la centroderecha celebraron la tímida tendencia, algunos de sus dirigentes pidieron a ser cautelosos: en la misma encuesta, la Alianza -una marca que la UDI y RN buscan dejar atrás, sumando a Evópoli y al PRI en la conformación de una nueva coalición que aún no tiene nombre- figura manteniendo un modesto 15% de aprobación ciudadana, versus un 75% de desaprobación.

“Este resultado debe ser leído con cuidado, pues es posible que el término ‘oposición’ hoy reúna a personas de muy diferentes visiones, incluso contrapuestas”, consignó Adimark.

Así, diversos analistas plantean que, pese a la baja sostenida en los apoyos al gobierno, la centroderecha aún no ha logrado capitalizar el descontento de la gente a su favor. Razones -dicen- existen varias.

“Una explicación de esto es que la oposición no se salva del clima generalizado de rechazo a ‘la política como un todo’, que existe en la ciudadanía”, afirma el director de Adimark, Roberto Méndez. El analista agrega que otro factor que influye es “la incapacidad que ha tenido la centroderecha de constituirse como una oposición relevante”.

“Su gran pecado ha sido su incapacidad y su irrelevancia política. Las dificultades que ha tenido el gobierno han venido desde la propia Nueva Mayoría más que de la acción de la oposición en la tramitación de las reformas estructurales. En la oposición ni siquiera han sido capaces de ponerse de acuerdo para definir un nuevo nombre”, agrega.

Para el cientista político Gonzalo Müller, en tanto, la centroderecha está viviendo un proceso “normal”, similar al que experimentó la entonces Concertación durante los primeros dos años de gobierno de Sebastián Piñera. “Este es un proceso largo. La gente primero se ‘desenamora’ antes de volver a enamorarse, entonces el proceso dominante hoy es, primero, un malestar hacia el gobierno. Esto mismo ocurrió en el período 2011-2012: el gobierno de Piñera empezó a caer, y ahí el debate era por qué la Concertación no capitalizaba esa baja. Y fue sólo a fines de 2012 y en 2013 cuando las personas comenzaron a buscar a alguien en quién confiar, una esperanza, una promesa, y ahí se produjo el movimiento de personas”.

El director de Plaza Pública-Cadem, Roberto Izikson, coincide con este planteamiento. “Es un proceso habitual y propio de las oposiciones, porque todavía ha pasado muy poco tiempo desde que la Alianza perdió la elección presidencial”, comenta.

Sin embargo, agrega que los conflictos al interior de la oposición también han influido. “Aún no hay claridad de un proyecto político, y eso les afecta. La oposición no ha tenido en ningún minuto el control de la agenda y no han logrado imponer un tema que a ellos les permita dominarla”, dice.

Sin embargo, advierte al bloque que “no hay que desesperarse. El momento de capitalizar es en las elecciones municipales. Y luego, en las presidenciales”.

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