Cada día que transcurre se acerca la primera vuelta.
Con toda la solemnidad que inspira ese acto cívico, añado una pizca de humor, que ayuda a bajar tensión. Elijamos entre tres opciones significantes.
Para poder marcar la cruz de la señora Jara, yo tendría que atravesar extenso espacio al Mar Rojo. Me autoexamino; concluyo que lo que podría haber sido —tal vez— a los 15 años de edad… hoy… está fuera de esfera a mis 77 años.
La opción Kast no deja de retumbar en atentos oídos. El orden y la eficacia germánica siempre llaman la atención. Pero mi sangre francesa-catalana se rebela ante cierto enfoque muy prusiano, dicho sin menoscabar a nadie.
Al medio de esas cruces se sitúa la señora Evelyn Matthei. Fue mi destacada alumna en la universidad; su marido Desormeaux convivió con nosotros estando en el MIT, cerquita de Harvard. Pareja muy seria con sentido del deber, y experiencia.
Una leve duda sobre el comando de la candidata es que está poblado de economistas: todos sabemos que donde se reúnen 20 economistas surgen 40 opiniones.
Favor, pido a los lectores que dejemos esto entre nosotros: en el secreto de la urna, y con mi persona ante la papeleta… votaré por Evelyn.
Que no le cuenten a nadie.
Eduardo Aninat Ureta
