Indignos-Marcela Cubillos

Indignos-Marcela Cubillos

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Después de décadas de ataques a la Constitución actual, culpándola de todas las injusticias, y afirmando que con ella no podían gobernar, la izquierda llega a este plebiscito hundida en la máxima indignidad. La Constitución de Pinochet pasó a ser la de Ricardo Lagos y hoy declaran sentirse “cómodos” con ella. El oportunismo los ha llevado a defenderla, a hacer campaña para que no se reemplace por una hecha en democracia, y celebrarán en dos días más si sigue vigente. Indignos. E irresponsables. Porque el precio que ha pagado Chile por este juguete constitucional en manos de una generación adolescente ha sido demasiado alto.

Indignos, porque por más que se arrastren, el piso desde donde se parte el próximo domingo es la derrota política de la izquierda refundacional que hoy gobierna. Si triunfa el A favor se consolidaría, además, jurídicamente ese fracaso.

A esa indignidad se agrega el engaño. Llevan semanas afirmando que si gana el En contra se cierra el proceso. Sí, los mismos que dijeron que solo habría un retiro de fondos desde las AFP; los mismos que decían haberse enterado por la prensa del “caso fundaciones”; los mismos que negaban haber indultado a delincuentes cuando el prontuario los desmentía. ¿Alguien piensa que seguirán “cómodos” con la Constitución vigente? Es evidente que el mismo lunes volvería a ser la Constitución de Pinochet.

Si gana el A favor se cerrará este período constituyente que ya ha durado demasiado tiempo y Chile tendrá un nuevo texto aprobado en democracia, que garantiza la libertad individual, controla eficazmente el poder, avanza en la protección de derechos sociales y, sobre todo, permite dar certeza institucional para que el país inicie su recuperación.

Ni este Gobierno ni los actuales parlamentarios pueden seguir discutiendo de reformas constitucionales ni mucho menos de nuevos procesos. Ya ha sido difícil, durante la campaña, lidiar con el hastío ciudadano que produjo este segundo acuerdo político posrechazo del texto de la Convención. Toca, a partir del domingo, dar vuelta la página, y que el Gobierno empiece a gobernar y que la oposición se vuelque a trabajar para ofrecer a Chile una alternativa.

El Gobierno está hundido en una crisis de corrupción que se niega a enfrentar. La violencia tiene tomadas las calles y la ministra del Interior insulta a una concejala que pide más seguridad para su comuna. Chile no sale del estancamiento económico, y los ministros no creen en las medidas que deben implementar. El Presidente tampoco. Confesó hace un tiempo “que una parte de él quiere derrocar el capitalismo”. Desgraciadamente, esa parte va ganando, y nunca se supo qué quiere poner la otra en su reemplazo.

La oposición también debe dejar atrás el tema constitucional para dedicarse a construir una alternativa política clara y fácilmente reconocible con la cual competir en las próximas elecciones. Igual como el socialismo no podrá levantar una opción presidencial pretendiendo diferenciarse de Apruebo Dignidad (con quien ha gobernado), para la derecha sería muy difícil ser vista como alternativa si olvida sus convicciones, se diluye en acuerdos que muchas veces son meras rendiciones y renuncia a ejercer una oposición proporcional al daño que el Gobierno está causando. No se puede hacer política sin identidad y pretender inventarla pocos meses antes de la elección. No podrá levantar una candidatura liberal si aprueba, por ejemplo, nuevas alzas de impuestos bajo el chantaje del Gobierno de que eso va amarrado al perfeccionamiento del sistema de permisos para proyectos de inversión. Abordar esa burocracia es su obligación y nada tiene que ver con una reforma tributaria.

Hoy existen muchas oposiciones y es esencial que tengan perfil propio para que más ciudadanos se sientan representados por ellas. Se necesita sumar y para ello se debe cuidar, desde la misma noche del próximo domingo, la relación con quienes serán probables aliados electorales. No se les puede descalificar un día, y a la mañana siguiente pretender cerrar pactos con ellos. El objetivo de reemplazar democráticamente a esta coalición que tanto daño ha hecho exige valorar y convivir con las diferencias. Unidad en lo esencial, en el resto libertad. (El Mercurio)

Marcela Cubillos