Il sorpasso

Il sorpasso

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El concepto se usa en política para señalar la mayor votación alcanzada por una fuerza política respecto de uno o más rivales. Está tomado del filme de Dino Rissi del mismo nombre (1962) protagonizado por Vittorio Gassman y Jean Louis Trintignan, convertido en un clásico; narra la búsqueda del sentido de la vida en una loca escapada automovilística por las nuevas autopistas, que termina trágicamente. Se representa así la generación del boom de post guerra envanecida por los primeros efectos del progreso.

Republicanos ha realizado il sorpasso. Ha pasado en cuatro años de ser una escisión más extrema de la UDI a convertirse en el principal partido del país. Su auge se venía gestando desde el estallido social como reacción ante sus excesos y crítica a lo que consideraban una reacción débil por parte del gobierno de S. Piñera. Dio un paso importante en la última elección presidencial logrando que su abanderado pasara a segunda vuelta y obtuviera un 44% de los votos. Luego vino la expansión en la representación parlamentaria con 14 diputados y un senador. Pero no hay duda de que el resultado del 7 de mayo marca un hito importante.

Se ha configurado un nuevo escenario político: la dispersión partidista post binominal parece ordenarse en cuatro, cinco o seis cauces principales, un poco como ha sucedido en España: dos o tres de derecha y tres de izquierda. Ahí están Republicanos, Chile Vamos y lo que pueda surgir como “centro derecha” nueva; y, por otra parte, el PC, el Frente Amplio y el socialismo Democrático. Nada sabemos aún qué pasará con los diferentes grupos y personas escindidos del tronco DC.

Pese a las transformaciones en curso todavía -como señalaba Bobbio- permanece un eje izquierda y derecha: “Entonces se puede llamar correctamente igualitarios –señala Bobbio– a los que, a pesar de no ignorar que los hombres son tan iguales como desiguales, dan mayor importancia para juzgarlos y atribuirles derechos y deberes a lo que les hace iguales en lugar de lo que les hace desiguales; en cambio, no igualitarios a los que partiendo de la misma constatación dan mayor importancia, para el mismo fin, a lo que los hace desiguales en lugar de a lo que los hace iguales. Es justamente el contraste entre estas últimas elecciones lo que sirve muy bien para distinguir las dos opuestas alineaciones que ya estamos acostumbrados, en una larga tradición, a llamar de izquierda y derecha”.

No se trata de espacios homogéneos: en cada uno de ellos hay sectores más libertarios y otros más autoritarios, unos más moderados y otros más extremos.

Luego del 7 de mayo pareciera que el centro se hubiera esfumado, y no pocos lo extrañan. Algunos que pretenden interpretarlo se apresuraron a señalar que en esa elección no compitieron. El análisis comparado revela la enorme dificultad de definir autónomamente un tercer polo político equidistante de la derecha y la izquierda. Es el experimento de Macron, cuya proyección aparece hoy en cuestión. En los demás países hay fuerzas de centro derecha y centro izquierda, pero claramente diferenciadas y las nuevas que emergen termina por alinearse en uno u otro alero. Del llamado “centro centro” ya tuvimos una efímera experiencia.

En este nuevo cuadro un papel preponderante jugará el Partido Republicano con su fuerte representación en el Consejo Constitucional, y la perspectiva de consolidar su triunfo en las próximas elecciones municipales y regionales y proyectar la candidatura presidencial de José Antonio Kast. No será fácil tarea para ellos. Ya no bastará la oposición intransigente. Tendrán que adoptar una actitud frente al cambio de Constitución. Si bien parten por considerar que mantener la actual no representaría un problema mayor, políticamente sería complejo para ellos cargar con la responsabilidad de un fracaso constitucional luego de que el grupo de expertos hubiera alcanzado un consenso entre una visión liberal y otra social, acuerdo que podrían haber suscrito los propios técnicos republicanos.

Como se ha repetido en estos días especialmente refiriéndose al Frente Amplio, otra cosa es con guitarra. Si bien hay una tendencia actual hacia gobiernos autoritarios de derecha, no resulta fácil para una fuerza nueva ubicada en un extremo, como Republicanos, capturar en forma estable a un electorado fluctuante, y menos aun gobernar una sociedad cada vez más compleja, plural, diversa e inserta en una globalización con escasas reglas. La demanda de orden y seguridad existente vuelve atractivo el discurso republicano. Pero las exigencias ciudadanas no se agotan en esos temas, y en cualquier caso quien gobierne debe pasar por la prueba de alcanzar algún éxito en las tareas que se propuso.

Se ha considerado que un factor incidente en el nuevo cuadro político es el voto obligatorio. Estamos ante una paradoja: por años la derecha en el Parlamento resistió el cambio hacia el sufragio obligatorio movida por la desconfianza ante el comportamiento electoral en las comunas populares urbanas. Resulta que -notable sorpresa- precisamente esa mayor participación electoral se ha volcado en favor de opciones de derecha, incluso en su versión más definida.

Está por verse si el triunfo electoral republicano anuncia el inicio de un nuevo ciclo político o si bien sus anhelos a poco andar se verán debilitados por los desafíos de la realidad. ¿Un electorado caprichoso de tipo pendular? ¿El malestar ciudadano sería la causa de fondo en las oscilaciones electorales ante las dificultades del desarrollo, la lejanía de las elites, las desiguales oportunidades y los abusos de los poderosos? Descontento al cual suelen apelar con facilidad populistas de izquierda y de derecha por igual, o incluso de centro como Bukele.

Todo dependerá del rumbo que adopten tanto el Gobierno como Chile Vamos, especialmente en la forma en que puedan procesar las demandas sociales reiteradas de la ciudadanía alejándose de posiciones doctrinarias cerradas y buscando soluciones más prácticas. Un buen síntoma fue lo ocurrido con el royalty minero. Por ese camino –siempre complejo pero transitable– puede el país reencontrar nuevos equilibrios políticos. (La Tercera)

José Antonio Viera-Gallo