Hace dos años, el internacionalista estadounidense, Graham Allison publicó un muy interesante paper acerca de las consecuencias del ascenso estratégico de China continental a la luz del (inevitable) choque con EEUU. Las sintetizó en el concepto la trampa de Tucídides. Refiere a que la evidencia aporta un dato muy inquietante extraído de la antigua Grecia: la potencia establecida (Atenas) empieza a temer tanto a la emergente (Esparta), que al final se desata la guerra de manera inevitable. Analizó 16 casos semejantes en los últimos 500 años.
Imposible no re-leer dicho texto, si se busca entender lo que ocurre con el arresto en Canadá de Meng Wanzhou, directora de finanzas de la empresa tecnológica china Huawei, acusada de derivar know how a Irán. Las evidencias apuntan a un escalamiento de la lucha geopolítica entre Washington y Beijing, y no es un misterio que la guerra comercial entre China Continental y EEUU se está dando en cuatro frentes: aranceles, automotores, espacio y tecnología de las comunicaciones (especialmente por la supremacía en la red 5G).
Esta red promete dar un salto cualitativo para la navegación (conexiones más confiables, rápidas y baratas que las anteriores) y posibilitará la llamada internet de las cosas (IoT), a desplegarse en 2020. Hay indicios que Huawei sabe demasiado.
¿Es extraño entonces el arresto de la alta ejecutiva de Huawei en Canadá?. No tanto.
Huawei nace en 1987 en una apacible caleta de pescadores llamada Shenzhen (visitada por P. Aylwin en 1992), hoy transformada en una megalópolis futurista. Huawei ya es un conglomerado global de tecnología y proveedor central de las FFAA chinas. Desde hace algunos años se multiplican las versiones sobre su cercanía con los intereses ofensivos y las prácticas intrusivas de Beijing por todo el mundo. En 2014, la taiwanesa Hon Hai descartó un buen negocio en la red 4G con Huawei y hace pocas semanas la inteligencia neozelandesa sugirió al gobierno prohibir los tratos de ésta con la local Spark NZ para levantar la red 5G en aquel país. En julio, lo similar ocurrió en Australia. En los tres casos, por las mismas razones. Suspicacia por intromisión. Ocurre que Huawei es (o ha sido) también el sponsor de numerosos equipos de fútbol en todo el mundo (Atlético Madrid, Galatasaray, PSG, Ajax, Milan, Benfica, América de México, Sta. Fe de Colombia). Incluso, al Schalke 04 y Borussia Dortmund de Alemania les garantiza conexión gratuita en el estadio para todos sus fans. Nítida, pero rara predilección por la mercadotecnia masiva a través del fútbol.
Huawei también libra una fuerte guerra contra Apple en la producción de smartphones; en diciembre la desplazó del segundo lugar mundial. Dos meses antes se había burlado de los nuevos modelos Apple con un sarcástico tuit en varios idiomas: “gracias por seguir igual”.
Huawei ha realizado cuantiosas inversiones en inteligencia artificial en grandes conglomerados urbanos a escala global. Para su promoción, organizó la cumbre Huawei Connect 2018 en Shanghai (“Activate Intelligence to Build Better Smart Cities”), una iniciativa que está la bajo la mira de EEUU y otros países occidentales.
Imposible no poner el arresto de Meng Wanzhou en el tablero de esta partida de ajedrez global que libran Huawei y Apple; y, de paso, imposible no recordar la advertencia que emana del estudio de Allison. (NP)
Iván Witker, Facultad de Gobierno-U. Central



