¿Hezbolá en Chile?-Patricio Quilhot Palma

¿Hezbolá en Chile?-Patricio Quilhot Palma

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Según una reciente noticia, el “Partido de Dios” estaría operando en Chile, donde los servicios de inteligencia estadounidenses habrían desarticulado recientemente un grave “atentado en contra de civiles inocentes”. Si ello es verdad, como parece indicarlo el medio que lo publica, quiere decir que nos encontramos ante una de las mayores amenazas de nuestra historia, desamparados y desguarnecidos, gracias a la irresponsabilidad de los últimos gobiernos.

Desamparados, por no contar con los sistemas de alerta temprana que impidan que ello ocurra, detectando y neutralizando oportunamente las amenazas terroristas que penden sobre los pueblos libres del mundo. ¿La razón de ello?…el inacabado complejo del mundo político que lo hace relacionar todo lo que huela a “inteligencia”, con la “dictadura”, es decir, con las derrotas sufridas, a manos de los aparatos de seguridad, por cada movimiento subversivo-terrorista que intentó derribar al Gobierno Militar. Ello, pena en la mente y en el alma de una izquierda resentida y genera una insólita solidaridad y apoyo en sus cómplices de la derecha.

Desguarnecidos, por cuanto, aún si algún gobierno se pusiera los pantalones, atreviéndose a crear un verdadero Servicio de Inteligencia Nacional, el populismo cobarde que vemos a diario impediría dotarlo con las atribuciones requeridas para luchar y neutralizar a un enemigo artero, solapado y sucio…como el que ya conocimos. Sumando a ello, la traicionera persecución desatada en contra de quienes ayer mantuvieron a raya a los terroristas, no es posible encontrar disponible a algún funcionario del estado para arriesgar su vida y su libertad futura, por confiar en misiones provenientes de esta veleidosa clase política.

La Doctrina de Seguridad Nacional ha sido sistemáticamente atacada por quienes derrotó durante la Guerra Fría, dañando insensatamente su imagen al presentarla como una simple “herramienta del imperialismo”. Los políticos de derecha, por su parte, o se han tragado el engaño o no desean entrar en conflictos evitables, prefiriendo renunciar a sus deberes antes que enfrentar a sus vociferantes adversarios. Luego, podemos concluir que la seguridad de Chile está circunscrita estrictamente a la Defensa Nacional y la actividad Policial, sin herramientas efectivas que anticipen lo que puede ocurrir, como vemos ahora.

Sucede que el complejo antimilitar es tan fuerte, que nadie se atreve siquiera a pensar en que las FF.AA. puedan ser empleadas en contra de amenazas internas, porque traería el recuerdo de la “dictadura”… Así quedó demostrado con la tardanza en disponer su empleo después del terremoto de 2010 y en las increíbles restricciones e interferencias políticas a su empleo en las Zonas en Estado de Catástrofe de La Araucanía y Bio Bio. En palabras simples, no contamos con la voluntad de empleo de la Fuerza para enfrentar la Guerra de Guerrillas que los violentistas de La Araucanía anuncian abiertamente, como tampoco con los medios de Inteligencia para prevenirla. Deberemos entonces conformamos con pantallas fraudulentas, como la creación del “Comando Jungla”.

Entretanto, un servicio de inteligencia no se crea de un día para otro, requiriendo en primer lugar de una muy clara y precisa Ley que lo disponga y regule. En segundo lugar, se requiere de cuadros debidamente seleccionados, reclutados, formados y entrenados, lo cual exige el empleo de ingentes recursos financieros, humanos y ꟷpor sobre todoꟷ de un largo tiempo de preparación y organización. ¿Habrá entonces algún gobierno que exponga su patrimonio político para proponer una Ley y crear un servicio de verdad, cuyos frutos serán cosechados por quién sabe qué otro gobierno?

Los hechos indican que la clase de políticos que nos ha gobernado y nos gobierna preferirá simplemente “dejar pasar” el tema, desligándose de su responsabilidad. Así hemos llegado donde estamos y seguiremos haciéndolo, hasta que la situación nos reviente en la cara.

El enemigo vecinal es posiblemente el más fácil de detectar, controlar y disuadir. El enemigo terrorista, por el contrario, se instala en medio de nuestras vidas y sale a actuar cuándo, dónde y cómo quiere, siendo casi imposible prevenir sus acciones criminales. La única forma de impedir su infiltración, organización y despliegue, es penetrándolo, conociendo sus motivaciones, controlando sus líneas de financiamiento, etc., cosa que dudosamente tenemos hoy, con una ANI prácticamente castrada en sus atribuciones, composición y dirección.

A la luz de lo anterior, no debe sorprendernos la presencia, posiblemente numerosa, de grupos y organizaciones terroristas, para las cuales nuestro país constituye una perfecta “área santuario”, donde sus cuadros de asesinos y saboteadores pueden recuperar fuerzas, planificar, reabastecerse, etc., con plena libertad de movimiento y en un ambiente politizado donde reina una ultra izquierda cada vez menos prudente. La única amenaza real para sus propósitos, proviene de los servicios de inteligencia estadounidenses y…Dios lo quiera…de otros países que sí creen en la necesidad de ir a buscar al enemigo a sus bases, en vez de esperar su ataque cobarde.

Ni hablar de la influencia que en esta tremenda vulnerabilidad puede tener la inmigración descontrolada de que hoy somos objeto, donde hemos visto las primeras luces de preocupación, al percibir que entre los miles de venezolanos que escapan del régimen de Maduro y tratan de entrar a nuestro país, han ingresado unos cuantos “chavistas” y cubanos disfrazados de “inmigrantes”, apoyados, ni más ni menos, que por el Instituto de DD.HH.

¿Con qué propósito vienen? ¿Cuántos son o serán? ¿Para dónde irán?… Cabe reflexionar seriamente sobre ello y esperar que la reacción de quienes gobiernan no vaya a ser manejada como todas las cosas en Chile, recién una vez que la tragedia nos haga enfrentarnos a nuestra desgracia. Como se ha visto, no es llegar y salir a cazar terroristas…y menos, encontrar gente dispuesta para ello, después de observar el trato dado, cuarenta años después, a quienes impidieron la intentona de unos cuantos de estos criminales. La palabra está en manos de la clase política, pero no olvidemos que la llave la tenemos nosotros, con nuestro voto.

Patricio Quilhot Palma

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