Lo que Hayek y todos los liberales clásicos creen, es que, siendo la libertad individual el norte polar, como diría Lord Acton, de un orden político liberal, no se puede aceptar un régimen en que la decisión mayoritaria, solo por ser democrática, aplaste los derechos fundamentales de las personas. De ahí su polémica aunque lógica afirmación, según la cual es mejor un autócrata, monarca o dictador que respete las libertades individuales a una democracia totalitaria que las aplasta.
Al mismo tiempo, Hayek sostuvo que la democracia, dada la evidencia, es, sin duda, el sistema preferible, pues ningún otro tiende a favorecer la libertad individual en el mismo grado. La crítica al comunismo es bien diferente y consiste en que este busca instalar un régimen totalitario usando la democracia en el sentido precisamente temido por Hayek, para luego eliminarla completamente.
Los primeros en hacer algo así en Occidente fueron los nacionalsocialistas liderados por Hitler, en Alemania. Lo mismo intentó hacer la Unidad Popular en Chile y luego, el socialismo del siglo XXI de Chávez, que triunfó en Venezuela y Nicaragua, ambos regímenes aliados del comunismo chileno supuestamente “democrático”.
Axel Kaiser



