Harboe (PPD): "Consecuencias del apuro los paga la sociedad con malas leyes"

Harboe (PPD): "Consecuencias del apuro los paga la sociedad con malas leyes"

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En medio de la complicada tramitación de la reforma laboral, donde el oficialismo parece contener dos visiones irreconciliables, el PPD se dividió. En uno de los “bandos”, considerado más moderado que el otro, se encuentra el senador Felipe Harboe.

El senador cuestiona el frenesí legislativo del gobierno y dice que prefiere demorarse más a pasar una nueva «vergüenza», como con la reforma tributaria. Además, afirma que hay ministros que se frustran cuando se les critica una iniciativa, y que prefieren imponer su visión.

¿Se ha sentido interpelado por eso?

Soy partidario de que fortalezcamos los derechos sindicales y que los trabajadores estén en mejores condiciones para negociar, pero también de que exista un equilibrio en la protección de las unidades productivas, y particularmente las pequeñas y medianas empresas. Eso puede generar algunas diferencias, pero uno tiene derecho a disentir en el ánimo de colaborar y buscar puntos de encuentro.

¿Ese derecho se puede ejercer hoy dentro del oficialismo?

Lamentablemente se ha ido estableciendo que las diferencias son sinónimo de deslealtad, y no me parece adecuado. Hay mucho adjetivo calificativo, se agrede al interlocutor porque piensa distinto.

¿Se trastocó el concepto de lealtad?

La lealtad con el gobierno implica a ratos hacer ver los errores. No hay que confundir lealtad con incondicionalidad, porque en el Parlamento habemos quienes fuimos elegidos por los ciudadanos más que por el gobierno.

¿Siente que el gobierno espera que vote más alineado con la izquierda?

En algunos proyectos, pero creo que más bien el gobierno trata de imponer su visión. Es muy legítimo, pero le ha faltado persuación por un lado y calidad por otro, y los mandos medios tienen que entender que cuando hay políticas públicas bien inspiradas pero mal logradas, hay que hacerlo ver.

¿Le ha faltado calidad en los proyectos que trata de imponer?

Ha habido proyectos de mala factura que llegan al Parlamento, donde los costos se los lleva el Congreso y los beneficios el gobierno. Es muy injusto institucionalmente porque es la naturaleza del poder legislativo plantear cuando hay errores, y si hay un ministro que cuando se le hace ver que un proyecto no es adecuado se frustra y alega deslealtad, es que no entiende cómo funciona la democracia. Hay que tener mayor capacidad autocrítica y acoger, a veces, las visiones que dicen “cuidado, puede haber un error”.

¿Cree que el gobierno prefiere no escuchar esas advertencias?

En el proyecto de probidad en la función pública el Tribunal Constitucional echó abajo las normas, y creo que en transparencia también vamos a tener un par de problemas, porque el gobierno no quiso entender que hay ciertas cosas que pueden ser muy loables desde el punto de vista de sus objetivos, pero que al llevarlas a la práctica son muy difíciles.

¿Ve voluntarismo en el gobierno?

No sé si voluntarismo, pero sí un exceso de entusiasmo por sacar rápido las cosas que atenta contra la calidad de la discusión política. Así como a un médico no se le puede pedir que haga una operación que tradicionalmente dura cinco horas en una, porque los resultados pueden ser fatales, tampoco se le puede pedir a un legislador que saque una ley que no se pudo sacar en seis meses, en dos semanas. Las consecuencias las paga la sociedad con malas leyes.

Estos días se ha acusado un frenesí legislativo del gobierno, por tratar de sacar sus proyectos prioritarios.

Vamos a tener que trabajar un domingo, y eso es populismo. No tengo problema, pero la pregunta es para qué. ¿Cuál es la diferencia? ¿La calidad del proyecto va a mejorar si sale en enero en vez de en marzo, o es que quieren hacer un check list para decir “aprobamos esto”? Cuidado. Prefiero que nos demoremos más, en vez de pasar la verguenza que pasamos con la reforma tributaria, que nos dijeron que estaba estupenda y terminamos en menos de un año y medio haciendo correcciones. Y así con la ley de probidad, con la glosa de educación… Lo que el gobierno no fue capaz de sacar adelante en siete meses no puede pretender hacerlo en dos semanas.

¿Como usted lo plantea, el gobierno parece irresponsable? 

No me gustan los adjetivos calificativos, pero creo que es inadecuado. Hay algunos que confunden rapidez con eficiencia, y la rapidez sin calidad es irresponsabilidad.

Pero si esto se le ha hecho ver al gobierno, ¿qué más hay, además de tratar de mostrar logros?

Tratar de imponer la visión del gobierno y no dejar espacio para la discusión legislativa. Confunden orden legislativo con falta de espacios de discusión, y no es lo mismo.

Si está hecho el diagnóstico, ¿por qué no se produce un cambio?

Hay ministros y ciertas autoridades que no tienen la experiencia suficiente para ostentar cargos de tanta responsabilidad, y eso lo han demostrado en la falta de habilidad de articulación política en el Parlamento, la falta de capacidad de formar equipos, y la falta de habilidades comunicacionales. A algunos no los conoce ni el 30% de la población. Uno puede tener técnicos muy buenos, pero son excelentes asesores. Cuando uno tiene un ministro supone que está la capacidad técnica, política y comunicacional, tres elementos básicos.

Hoy parece ser que hay muchos “diagnósticos” en el oficialismo, pero pocas soluciones. ¿Qué falta?

Creo que falta tomar decisiones en ciertos ámbitos. He visto con preocupación que hay temas en los que no hay opinión y hay gobernar implica tomar decisiones, aunque de repente traigan costos, y tomar posición.

 

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