Creemos que quien más claramente captó este sentir fue Michelle Bachelet. Al aceptar ser candidata en 2013, lo hizo incorporando en su programa muchas de las medidas que provenían de los reclamos de los movimientos sociales, buscando no un segundo gobierno, sino introducir cambios transformadores y profundos en nuestra sociedad. Muchos de ellos, resistidos por los partidos políticos y por nuestro propio sector.
No se pudieron llevar a cabo todas las transformaciones. Se apuntó a las causas de desigualdad en educación en todos los niveles, se inyectaron recursos en salud pública como nunca antes, se inició un proceso constituyente, se hizo una reforma tributaria que logró redistribución. Pudo haber imperfecciones, pero se definió un norte que el tiempo ha ratificado.
Hoy necesitamos construir un nuevo pacto social, con una agenda sobre los temas que no podemos seguir postergando: derechos laborales, remuneración más equitativa, sistema previsional que permita una vejez digna, educación que siga rompiendo la desigualdad, salud oportuna y de calidad, acceso a viviendas dignas.
No necesitamos llamados a la unidad nacional vacíos, necesitamos conducir soluciones creíbles, en las que podamos rendir cuentas a nuestros compatriotas. No lo haremos si seguimos encerrados en nuestras discusiones pequeñas. Se requiere escuchar a los miles de chilenos y chilenas que claman pacíficamente por mejores condiciones de vida, y que se sienten engañados y defraudados por un sistema que es solo funcional a la élite.
Porque la unidad no se decreta, se construye, y se hace dialogando con todos los sectores.
Se requiere convocar a todos los sectores del país a construir soluciones. Deben estar presentes las y los trabajadores, funcionarios públicos, alcaldes y concejales, empresarios, gremios, estudiantes, la sociedad civil representada por cientos de organizaciones ciudadanas, académicos, partidos políticos, y todos quienes tengan algo que aportar al debate para construir un país que, por fin, ponga la justicia social en su centro.
Cualquier conversación debe considerar al menos dos dimensiones. Primero, condiciones para garantizar el respeto a los derechos humanos en las próximas semanas. Segundo, acuerdos mínimos sobre las prioridades y sus tiempos. Han circulado numerosas convocatorias y declaraciones. Su lectura deja en evidencia que esos mínimos comunes existen, lo que falta es que los hagamos operativos en la discusión legislativa, presupuestaria, en el trabajo territorial.
Porque la desigualdad no se deroga, se cambia con trabajo con la ciudadanía, dando pruebas de que somos todos y todas iguales en dignidad y derechos.
Estamos todas y todos convocados a construir una nueva sociedad, verdaderamente inclusiva, con genuina solidaridad, donde prime el respeto y la confianza, el ser sobre el tener.
Chile no puede esperar más. No quiere esperar más. (El Mercurio)
Paulina Vodanovic
Presidenta del directorio de la Fundación Horizonte Ciudadano
Valentina Quiroga
Directora ejecutiva de la Fundación Horizonte Ciudadano



