Gato por liebre-Vanessa Kaiser

Gato por liebre-Vanessa Kaiser

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Qué duda cabe, parte importante de los males de nuestro país son responsabilidad de la derecha. Pero no por su fidelidad a ciertos principios o haber sido digna representante de sus electores, sino, justamente, lo contrario. Estamos ante una derecha que a la gente le ha pasado gato por liebre. Se suponía que defenderían el modelo; con el cuarto retiro terminarán por destruirlo sin necesidad de cambiar una coma de la Carta Magna. Creímos que resguardarían la democracia; con sus votos se aprobó el cambio del sistema electoral que pulverizó el mapa político. Juraron que actuarían dentro del marco de la Constitución del 80; una mayoría de parlamentarios solo ha contribuido a desfondar su legitimidad. Varios parlamentarios de derecha han dado piso a los ataques ideológicos de la izquierda contra la familia, el derecho preferente de los padres a educar a sus hijos y, más recientemente, atentado en contra del principio de autodefensa que rige cuando el Estado falla en la provisión de la seguridad básica. Sí, tal como lo lee: los parlamentarios de derecha votaron a favor de una ley de control de armas que no tiene ningún efecto disuasivo en las decisiones de los narcotraficantes, delincuentes o terroristas. Esta ley sólo destruye las posibilidades de los buenos ciudadanos de defenderse ante el crimen organizado que, el mismo Fiscal Nacional acaba de reconocer, ha llegado con éxito a nuestro país. ¿Cómo es posible que nuestros representantes terminen legislando, con la izquierda totalitaria, a favor del delincuente, de la destrucción institucional y del descalabro económico?

Podríamos responder a la interrogante desde diversas perspectivas, pero, por experiencia propia, creo que la más certera nos habla de la total desconexión que parte importante de la derecha tiene con la realidad. Uno los observa y queda atónito. Más que ciudadanos de un país que se asemeja a un Titanic hundiéndose en el Pacífico, nuestros parlamentarios parecen dioses viendo, desde el Olimpo, cómo sus designios y el infortunio afectan a los pobres y simples mortales. En breve, sólo la puna que padecen quienes habitan las alturas explica que hayan llegado al extremo de quebrar el principio de una persona, un voto. Ahora vemos los resultados. En palabras del constituyente, Bernardo Fontaine, (8 de septiembre): “se nos avisó que mañana se votará que los pueblos originarios harán un plebiscito/ consulta vinculante. Tendrán un veto sobre el texto constitucional. Esa “consulta” será administrada por la comisión de pueblos originarios que será una convención dentro de la convención. […] Apoyo solución rápida, en paz y con justicia para los pueblos originarios, pero no un poder de veto para ellos ni establecer un poder propio dentro de la Convención con presupuesto y secretaría que administrarán la consulta sin someterse a normas ni al pleno como dice el reglamento.” ¿Por qué no dan una explicación a la ciudadanía quienes estuvieron a favor de sobrerrepresentar a miembros de pueblos originarios que salieron elegidos con escasa votación? ¿Cuándo vamos a hacer un análisis serio de las consecuencias que tiene para el ciudadano de a pie la irresponsabilidad política de los actores de nuestro sector?

Tan grave como el haber quebrado el principio de una persona un voto, destruyendo las bases de la legitimidad democrática, es el reconocimiento de una supuesta deuda histórica con una minoría de chilenos que lleva décadas recibiendo beneficios a partir de políticas de reparación. Lo peor es que nadie hace un estudio de cuánto nos ha costado a los demás habitantes de este país la supuesta deuda histórica que tampoco se sabe a cuánto asciende. En otras palabras, cuando ese sector de la derecha respalda la existencia de una deuda sin tasa ni medida, están creando las condiciones para una legislación que esclaviza a unos en favor de otros. Y es que, entendámoslo bien,  el Estado no puede asumir una deuda porque no produce un peso (a excepción de los dineros de Codelco que no alcanzarán ni para pagar los intereses de la deuda del sector público en tres años más). Por lo tanto, la famosa deuda no es con el Estado, sino con usted y conmigo.

Así las cosas, esta derecha, cuyo único norte apunta a demostrar “buenas intenciones” para ganarse el voto fácil y sentirse bien consigo misma, ha contribuido con creces a la destrucción del país. Lo mismo podemos decir de la centroizquierda. La diferencia es que, en su espacio geográfico, surgió un nuevo sector de jóvenes que el amplio espectro mediático aplaudió desde la diestra a la siniestra. Ello, a pesar de su ignorancia, radicalidad y sinnúmero de faltas a la fe pública que encuentran en Rojas Vade a su mejor representante. Y la derecha que debiera condenar públicamente y en bloque a esta izquierda ramplona, corrupta e inmoral, guarda silencio mientras denosta a la nueva derecha, asegurando el triunfo del adversario político. ¿Por qué no pueden levantar el dedo acusatorio? Porque nada sacan con andar leyéndose las cartas entre gitanos: las prácticas son las mismas. De lo planteado se sigue, lógicamente, que el Chile que viene caerá en el foso de una izquierda extrema, cuya vocación totalitaria es innegable. Si usted aún lo duda, vaya al capítulo de medios de comunicación y entérese de las propuestas de Gabriel Boric donde se habla de un organismo que aplicará censura previa según criterios de un “interés público” cuyas definiciones dependerán de operadores políticos. Y uno se pregunta: ¿dónde están los periodistas protestando? ¿La gente exigiendo el respeto a su libertad de información y expresión?

Silencio… Nadie dice una palabra. Intuyo que ese rasgo de nuestra psiquis es condición necesaria para que sigamos profundizando una cultura en que los ganadores son los pillos y, su fórmula, la antigua receta de pasar gato por liebre, el único modo de ganarse el quién viveEl problema es que, donde no hay ninguna contención y los actores juegan al “sálvese quien pueda”, el derrumbe moral, institucional y económico se torna inevitable. (El Líbero)

Vanessa Kaiser

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