La última encuesta Adimark mostró a Piñera y Guillier peleando palmo a palmo. Atrás quedaron la apuesta rebelde popular conservadora de Ossandón y la aventura de Lagos, basada en transformar al respetado ex Presidente en un tuitero que dispara contra el CAE y reclama por las altas utilidades de las AFP.
Guillier se ha convertido en una amenaza real a Piñera, que hasta hace poco corría solo. El senador por Antofagasta rompió la balanza que hacía que el ex Presidente subiera al mismo ritmo del descalabro del gobierno en el 2016. También sobrevivió a todo tipo de zancadillas producto de la revisión amplia de su curriculum, y a todos los ataques desde el entorno del laguismo, donde empieza a cundir una especie de resignación ante la derrota.
Pero hay un punto que falta en el análisis y que puede convertirse en la real amenaza para Guillier: el movimiento del Frente Amplio, la coalición armada por los diputados Boric y Jackson, en pos de una candidatura presidencial.
Ambos han construido buena parte de su reputación apropiándose de la crítica generalizada al estado de la política. Así como Nicanor Parra se convirtió en un referente cultural de la poesía, autocalificándose de antipoeta, Jackson y Boric han hecho lo mismo convirtiéndose en antiparlamentarios. Han renegado de la política haciendo uso de sus herramientas, sus espacios de poder, y en especial de sus tácticas. Cabe recordar cómo Jackson llegó al Parlamento por una omisión voluntaria de la Nueva Mayoría, para convertirse en colaboracionista crítico según sus propias palabras, y después, con buena de su partido en el aparato público, abandonar sus filas. Pero ninguno de los dos tiene la edad para ser candidatos presidenciales, y no se ve en el Parlamento mucha pasión por hacer una reforma constitucional que ponga a tan peligrosos contricantes en la boleta de noviembre.
En la nueva Cámara de Diputados, que contará con 155 integrantes, el Frente Amplio necesita una bancada de al menos 10 diputados para influir en las negociaciones para la mesa de la cámara o las comisiones importantes. Si no, como ellos mismos sospechan, las coaliciones dominantes los correrán hacia la intrascendencia.
Para ello el Frente Amplio necesita contar con un candidato presidencial que obtenga en la primera vuelta al menos un resultado de dos dígitos y repita la hazaña de ME-O en su primera incursión electoral.
Obtener un nombre así no es fácil. Debe ser conocido y respetado en la opinión pública, crítico de las dos coaliciones gobernantes, con una cierta sensibilidad de izquierda, dispuesto a aparecer en una batalla política, y en especial con ganas a enfrentarse al fenómeno Guillier y al escepticismo nacional que puede llevar a Piñera de vuelta a la Moneda.
Si tienen éxito, por primera vez la carrera de Guillier se va a ver amenazada de verdad. No se ve en el naciente movimiento interés alguno de negociar con la Nueva Mayoría, sino más bien en desgajarla, como lo hizo Podemos con el PSOE en España. Por ello los disparos del nuevo candidato serán principalmente sobre Guillier..Las dificultades que tendrá el gobierno después de apagada la emergencia, complicarán más al candidato oficialista. Y en segunda vuelta, simplemente se irán para la casa, como dijo recientemente el diputado Boric.
La pieza que falta, el éxito del Frente Amplio en la búsqueda de un candidato potente, puede ser la verdadera amenaza para Guillier y una ventaja inesperada, en especial para la segunda vuelta, para la campaña estancada de Piñera. (La Tercera)
Carlos Correa


