Fragmentación y parálisis legislativa

Fragmentación y parálisis legislativa

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En 1941, tras huir de la Alemania nazi, Ferdinand Hermens quiso explicar los factores que habían generado el ascenso de Hitler y el colapso de la República de Weimar. Hasta entonces las causas a las que se le solía atribuir eran la crisis económica y el humillante acuerdo de paz que puso fin a la Primera Guerra. Hermens, sin embargo, puso el foco en otro elemento que había pasado desapercibido: el sistema electoral proporcional adoptado en 1919 por la Constitución de Weimar.

En su libro “Democracy or Anarchy?”, el autor describe detalladamente cómo, elección tras elección, aquel sistema —que carecía de medidas para combatir la fragmentación— terminó generando la atomización de los principales partidos, y promoviendo nuevas divisiones entre los distintos grupos políticos. Esto generó una parálisis legislativa, con gobiernos incapaces de abordar los problemas que enfrentaba el país. Dada la incapacidad de la democracia de dar respuestas, la población optó por un “líder fuerte” que terminó por desmantelarla.

La semana pasada el gobierno chileno presentó sus indicaciones al proyecto de reforma al sistema político sin incluir el umbral electoral mínimo ni medidas alternativas para evitar la fragmentación. Esto es un grave error, toda vez que, desde la implementación del sistema proporcional, el país ha mostrado una creciente fragmentación y una preocupante incapacidad de conducción política.

A modo de ejemplo, desde 1990 hasta 2017 —año en que entró en vigencia el nuevo sistema—, los gobiernos lograron aprobar un promedio de 76 mensajes presidenciales por año. Posteriormente, entre 2018 hasta 2024, este bajó a 57 al año. Así, si bien ni Aylwin ni Piñera II tuvieron mayoría en ambas cámaras, en cuatro años el primero logró aprobar 358 mensajes presidenciales versus 221 del segundo. A falta de un año de gobierno, Boric lleva solo 184.

Asimismo, se ha visto un alza en los proyectos de ley presentados por los parlamentarios. Mientras que entre 1990 y 2017 se registró un promedio de 311 mociones presentadas al año, entre 2018 y 2024 aumentó a 715. Dada la menor capacidad técnica de los parlamentarios y la prohibición de presentar proyectos que irroguen gasto público, las mociones suelen ser iniciativas de menor impacto o de carácter simbólico. Además, la aprobación de estas iniciativas es bajísima, con una tasa de apenas 11% al año del total de las presentadas.

De esta forma, en el Congreso cada vez predominan más los anuncios simbólicos que no tienen mayor impacto en la vida de los chilenos, a la vez que disminuye la aprobación de las políticas públicas más contundentes y relevantes. Esto genera un sistema democrático que tiene muchos anuncios, pero que otorga pocas soluciones.

Esto responde, en gran medida, a un Congreso cuya fragmentación solo va en aumento. Si entre 1990 y 2017 la cantidad de partidos en el Congreso osciló entre 7 y 9, en 2018 aumentó a 16, y a más de 20 en 2022. Sin medidas que la aborden, esta fragmentación no va a desacelerarse. Es más, hoy ya hay casi una decena de partidos en etapa de formación. Lo cierto es que, si bien la incorporación de un umbral mínimo no resolverá todos los problemas de gobernabilidad, sí le pondrá un atajo a esta fragmentación ascendente.

Una de las conclusiones a las que llega Hermens en su análisis del colapso de la República de Weimar es que, con el tiempo, adoptar cualquier medida para reducir la fragmentación del sistema proporcional se vuelve cada vez más difícil. Elección tras elección, el sistema va generando progresivamente grupos políticos más pequeños cuya subsistencia depende del mismo y que se opondrán a cualquier medida que busque corregirlo. Por esto, si no se logra impulsar medidas como el umbral electoral hoy, será muy difícil que se aprueben en el futuro.

En tiempos en que muchas democracias occidentales están experimentando retrocesos autoritarios, resulta fundamental que la democracia chilena asegure la gobernabilidad necesaria para hacerse cargo de los problemas que afectan a los chilenos. De lo contrario, aumenta el riesgo de que en el futuro la población decida optar por algún líder que prometa deshacerse de las instituciones democráticas para así resolver los problemas que sufre día a día. Esperemos que el Gobierno recapacite en su decisión de no incorporar medidas antifragmentación. Si no, puede que lo lamentemos seriamente mañana. (El Mercurio)

Juan Carlos Gazmuri
Abogado