A propósito de las recientes filtraciones de conversaciones entre una exalcaldesa y la expresidenta de la Cámara, tengo tres comentarios. Primero, debiéramos revisar las reglas penales de reserva, que tienen una duración limitada y dan acceso a todos los intervinientes, incluso querellantes con un manifiesto interés político.
Segundo, habría que revisar la estructura del Ministerio Público, que impide corregir, ante la ausencia de jerarquías claras, una cultura organizacional de fiscales alejados de la sobriedad. Tanto para las reglas como la estructura, el Ministerio Público tiene mucho que aprender de otras instituciones que acceden a evidencias similares, sin que se les conozcan filtraciones.
Por último, lo más importante: tenemos que entender como sociedad que la transparencia no es un valor absoluto, en especial cuando está en juego la intimidad de las personas sobre temas que poco tienen que ver con posibles reproches penales. Si no se avanza en estos tres frentes, seguiremos escuchando reclamos casuísticos del sector político al que pertenece el imputado de turno. (El Mercurio Cartas)
Felipe Irarrázabal



