¿Se imagina usted que un joven, al salir de IV Medio, no haya oído hablar de Aristóteles, Platón ni los fundamentos que estructuran el pensamiento occidental desde los clásicos hasta Marx o Sartre? En fácil, ¿no saber por qué llegamos a ser lo que somos ahora?
Esto podría ocurrir en nuestro país, porque el Consejo Nacional de Educación (CNED) quiere eliminar las asignaturas de Ciencias Naturales y Filosofía en los currículos de los establecimientos de educación técnico profesional.
Pero lo más curioso es la razón que da el CNED para eliminarlos: si bien los consejeros estiman que Filosofía y Ciencias Naturales “son necesarias y aportan significativamente al desarrollo del pensamiento crítico, lógico y científico de los estudiantes, no existe acuerdo (…) acerca de la pertinencia de que formen parte de la Formación General Común para los estudiantes de III y IV Medio”. ¡Plop!
¿Una clara contradicción, no? Por ende, es de esperar que esta iniciativa no se concrete. En el caso específico de la filosofía, sería inconcebible que los jóvenes no reflexionaran sobre el sentido de la vida o la muerte, o que no conocieran de ética en un mundo cada vez más individualista, exitista y relativizado.
El alumno necesita en su formación integral reflexionar sobre la esencia, las propiedades, las causas y los efectos de las cosas naturales, y especialmente sobre el hombre y el universo. La filosofía es amor a la verdad, es distinguir entre lo real y lo que es percepción, algo tan necesario, sobre todo en nuestro siglo, en que la posverdad ha proliferado por todos los rincones del universo.
La filosofía nos ayuda a descubrir la mentira con armas como la metafísica, la ética, la estética y la lógica, por ejemplo. No podemos enseñar pensando sólo en la retribución monetaria que tendrán los futuros profesionales. No todo deben ser números y cálculos, que además, para realizarlos bien, necesitan a la filosofía como base.
Frente a una sociedad cada día más compleja y mentirosa, en que se busca pasar gato por liebre, porque eso es la posverdad, quiero citar el director de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva, quien expresó en el marco de una conferencia en la sede de la Fundación Barrié que la posverdad es “la suplantación de la realidad por los signos de la realidad”.
En su discurso, Villanueva defendió la filosofía para que “nuestra vida no se rija sólo por las pasiones y las emociones”, sino también por la racionalidad de un criterio propio. Agregó que en la definición (temporal) de la Academia, la posverdad es la presentación de hechos no de forma objetiva, sino influidos por los llamamientos a las emociones, es decir, la posverdad es algo más que la mentira sin llegar a ser verdad, y tiene como objetivo “destruir nuestra facultad de discernir”.
Así de grave. No les quitemos a los jóvenes la capacidad y el derecho a discernir, formemos alumnos íntegros y que puedan descubrir la importancia de la filosofía y el humanismo, y la falta que hacen en estos tiempos. Es de esperar que finalmente la autoridad recapacite y, en vez de eliminar filosofía, aumente las horas semanales de ésta. (El Líbero)
Rosario Moreno C., periodista y licenciada en Historia UC