¿Y si usted hubiese sido electo para asumir y ejercer el cargo de presidente de Chile por los próximos cuatro años? ¿Qué haría?
Los titulares de diversos medios coinciden con la ciudadanía: poner el énfasis en seguridad, salud, vivienda, migración y crecimiento. Sabemos qué hacer, pero poco se dice de cómo hacerlo y menos aún de las condiciones que se requieren. Si yo fuera JAK analizaría en profundidad cuál es la materia prima que da músculo a mi programa de gobierno y dónde se encuentran los tumores que amenazan con transformarse en un cáncer que liquide nuestra democracia. Comenzaría muy humildemente planteándome el siguiente interrogante: ¿cuál es el primer peldaño en la escalera del éxito político? La respuesta se resume en una palabra «legitimidad». Al respecto sabemos que una parte del apoyo recibido tiene por origen el rechazo al comunismo. De ahí que sea prioridad transformar ese voto que elige el mal menor en un poderoso músculo para la implementación del programa de gobierno. La tarea no será fácil. Desde descolgados DC hasta nacional libertarios todavía furibundos por el segundo proceso constituyente, el espectro parece inabordable. Pero todo puede cambiar si el presidente muestra voluntad y decisión, coraje y liderazgo terminando con el terrorismo en La Araucanía, gestionando el cierre de fronteras y la expulsión de los inmigrantes ilegales.
El problema es que las encargadas de la ejecución del plan de seguridad son las Fuerzas Armadas y de Orden. Solo con un Presidente decidido a restablecer la paz sabremos cuán afectadas están por el poder neutralizador del octubrismo alojado en la Fiscalía, los tribunales y los tratados internacionales. Mi hipótesis es que JAK tendrá que revisar los tratados, iniciar conversaciones con otros gobiernos de la nueva derecha para adoptar una estrategia conjunta y echar mano a la reforma al Poder Judicial planteada por el PNL, estrechando su alianza con Kaiser. Este paso sería decisivo para la consolidación de la confianza ciudadana en el nuevo gobierno. ¿Por qué? Porque la unión de cierta izquierda con cierta derecha en torno al auxilio mutuo bajo un techo de vidrio compartido se consolidó en uno de los clivajes más importantes de estas elecciones, al punto de que el voto en contra de esa casta alcanzó el 35% (Parisi y Kaiser). En otras palabras, más de un tercio de los chilenos no quiere saber de los políticos tradicionales. De ahí que el fortalecimiento de la legitimidad del próximo gobierno dependa de su alianza con aquellos que, efectivamente, pueden representar a la ciudadanía sin temor a ser perseguidos judicial o mediáticamente por su rol de cocineros políticos. ¿Es una estrategia positiva para Kaiser? Sabemos que lo que está en juego los próximos cuatro años es la subsistencia de nuestra democracia. No son tiempos para preocuparse por egos o capitales políticos. Este debiese ser el haz de luz que ilumine las conciencias de todos aquellos que tendrán que dar un paso al costado o atreverse a ingresar en la esfera pública. Ambas actitudes debiesen expresar la responsabilidad de quienes exigimos respeto por los derechos fundamentales y queremos fortalecer nuestras instituciones.
Pero un haz de luz requiere de algún medio transparente para poder viajar. Ejemplos son el vacío del espacio, el aire, el agua o el vidrio. Viaja más rápido en el vacío (su velocidad máxima) y más lento en medios densos como el agua o el vidrio, ya que las partículas interfieren con su trayectoria. La metáfora es prístina. Mientras más breve sea el prontuario político, mayor será la transparencia. El amor por Chile nos vacía de egos estultos y prepara el espacio para un acuerdo de amplio espectro entre quienes nos negamos a ver arder el país.
Cuando hablamos de legitimidad otro asunto de primer orden es la estrategia comunicacional. Sabemos que parte importante de los medios de prensa fueron responsables de intoxicar a la ciudadanía con el octubrismo que nos condujo al descalabro con dos procesos constitucionales fallidos. El golpe de estado del 18-O desató una pandemia que nos enfermó de miedo, rabia y mentiras. ¿Qué haría yo? Un camino podría ser dar la batalla por las conciencias de los dueños de los medios de prensa y sus políticas editoriales, pero creo que sería una insensatez. Para vivir, ellos necesitan vender y está estudiado que, en política, el titular que más vende es el de la crítica despiadada. Ese es uno de los problemas más graves. Todos quieren soluciones en la salud, pero nadie compra un periódico que titula sobre la inauguración de un hospital. ¿Cuál es entonces la estrategia?
Una estrategia de copamiento mediático. Investigar y denunciar todos los actos oscuros del gobierno anterior, desde la contratación de apitutados hasta la revisión del trato con Soquimich, el caso fundaciones y los estados financieros. Hay que mantenerse siendo oposición; darle a la prensa titulares que colaboren con la verdad y la justicia que los chilenos merecemos. Ventilar ad nauseam el prontuario de cada uno de los integrantes del gobierno anterior y, por supuesto, de aquellos que amenazan con “la calle”. Muchos, por ejemplo, Pamela Jiles, son ex FPMR, otros, están ligados a los tratos con las FARC para el entrenamiento de terroristas en el sur o tienen oscuras trayectorias como Luis Hermosilla. Esta es la madre de las batallas: una estrategia mediática que no le entrega las armas a la oposición, sino que los desviste y expone sin miramientos diciendo la verdad con transparencia y por amor a Chile. Solo así podrá el haz de luz llegar a los ciudadanos para que se transformen en los guardianes de la democracia y no participen de un próximo estallido que sirva de manto de protección a los golpistas. (El Líbero)
Vanessa Kaiser



