¿En el lado correcto de la historia?-Claudio Hohmann

¿En el lado correcto de la historia?-Claudio Hohmann

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El movimiento estudiantil de 2011 puso a una generación de jóvenes, liderados por Giorgio Jackson, Camila Vallejo y Gabriel Boric, del lado correcto de la historia, o eso creían. La actual presidenta de la Cámara Baja, Karol Cariola, no albergaba dudas cuando lo repetía, literalmente, por allá por el año 2019. Animados por esa épica excluyente -los demás estaban necesariamente en el lado incorrecto de la historia-, los líderes estudiantiles dejaron pronto las calles para arribar al Congreso, donde defendieron con locuacidad y tesón las ideas supuestamente “correctas” de la que ya era conocida como la nueva izquierda.

El estallido social de 2019 reforzó la noción de los bisoños políticos frenteamplistas y de las jóvenes diputadas comunistas. Ellos y no otros marchaban del lado correcto de la historia. Para sus adláteres ese lado estaba fielmente representado en la imagen icónica de Boric increpando duramente a los soldados en pleno estado de emergencia.

Apenas una década después de irrumpir en la arena política, se hicieron del Poder Ejecutivo, ganando la elección presidencial en diciembre de 2021, desplazando de paso a las coaliciones de centroizquierda y centroderecha que habían ganado una tras otra las elecciones presidenciales desde 1990. El Frente Amplio saboreaba triunfos y albergaba grandes expectativas para el futuro próximo, entre ellas la aprobación de una nueva Carta Magna que una Convención Constitucional cargada pesadamente hacia la izquierda elaboraba sin contenciones, mientras sus militantes ocupaban los más altos cargos del gobierno.

Pero apenas cuatro días después de asumirlo apareció la primera señal de que la historia lleva su propio curso y que cuando se cree, infatuado, estar en el lado correcto, de pronto, se encuentra uno en un lugar muy diferente, que incluso podría ser el opuesto. El fallido viaje de la entonces ministra del interior Izkia Siches, uno de los episodios más bochornosos que haya experimentado un vicepresidente de la República desde que se tiene recuerdo, fue un encontronazo de sopetón con la dura realidad. No era cierto que en tanto Siches provenía del lado “correcto”, Temucuicui abriría sus puertas de par en par, ahora sí, para recibir al poder político representado por la inexperta ministra. Fue un aviso que debió prender las alarmas tempranamente en el gobierno frentamplista.

Pero las cosas pronto se pondrían significativamente peor. El 4 de septiembre de 2022, poco antes de cumplir seis meses en el cargo, el contundente rechazo del proyecto constitucional mostró a Boric y a sus compañeros de ruta la enorme distancia que media entre la infatuación -eso de presumir sin más que se está del lado correcto de las ideas y de las prácticas- y el crudo realismo al que obliga el ejercicio de la democracia. No hay tal cosa como estar del lado correcto de la historia cuando el electorado acude en masa a las urnas para dar un expresivo veredicto en contrario.

El asesinato de los tres carabineros en Cañete le ha puesto una lápida a esa peregrina consigna, si es que algo de ella quedaba resonando después del plebiscito de 2022. Y es que estar en “el lado correcto de la historia” sería ahora algo muy distinto a lo que creyeron en su tiempo -y quizá todavía sigan creyendo- muchos de quienes gobiernan. Una tragedia de tales proporciones, fruto de una acción terrorista nunca antes vista entre nosotros, no deja margen de dudas respecto al único lado del que se debe estar, y ese no es otro que el del estado de derecho, sin matices, y del uso de la fuerza coactiva para sostenerlo a todo evento.

Los costos políticos de tomar el camino equivocado, presumiendo que era el correcto, han sido enormes y amenazan con dejar a la vera del camino a un proyecto político que nació con ímpetu incomparable a comienzos de la década pasada. Las elecciones de alcaldes y gobernadores este año, la de diputados y senadores y la presidencial el próximo año, asoman con mal pronóstico para la nueva izquierda. Podría quedarse sin pan ni pedazo después de su paso por el gobierno.

Puede que sea una de esas ironías que ofrece la historia -más que lados correctos o incorrectos- que en la competencia por la alcaldía de Santiago el desafiante de la alcaldesa Irací Hassler sea Mario Desbordes, un experimentado político, pero sobre todo ex carabinero, que lleva ahora todas las de ganar esa contienda. Por su parte, la carrera presidencial todavía no conoce de candidatos oficialistas competitivos -algo que nunca había pasado antes-, mientras que los de la otrora altiva nueva izquierda, que iba por el “lado correcto de la historia”, brillan por su ausencia. (El Líbero)

Claudio Hohmann